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Héctor Carreto
(Ciudad de México, 1953)



El olor de las ciudades

A los turistas nos irritan los malos olores.
No nos lleves, guía, a los establos
de Napoleón
ni a las caballerizas del Duque de Wellington;
tampoco a Waterloo,
donde la hierba aún hiede a sangre
y las moscas perturban
tanto a los muertos
como a los vivos.

Somos personas higiénicas,
con las vacunas en regla.
Somos la estirpe de los grandes museos.

¿Por qué no nos llevas a otros campos?
Por ejemplo, a presenciar La batalla de San Romano,
de Paolo Uccello,
donde los corceles vivos permanecen de pie
y los heridos sólo huelen a óleo,

o condúcenos ante las Yeguas y potros en un paisaje,
de George Stubbs,
para que aspiremos su estético abono
y con ese souvenir regresemos
    a nuestra patria.

 

 


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