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No. 37 / Marzo 2011

 

Silvia Eugenia Castillero
(Ciudad de México, 1963; vive en Guadalajara)



Bajo la luz


En Tirio, ciudad fenicia, una oscura princesa
apacigua la furia de los dioses.
En el éxodo del blanco al amarillo,
del verde pubertad al azul erotizado,
descubre dentro de sí una gota
de tonos púrpura, tintura o brillantina,
gota que cae a plomo al corazón:
ofrece el índigo imperial venido de la tierra
y enciende el devaneo de los dioses
cuando bajo la luz brillante
se refleja y en la vibración del ojo divino
desaparece misteriosa.   





El cuervo


Tengo atado al pie
un cuervo-plomo,
con su peso y su nostalgia.
Me mira con rostro ajeno,
en tonos mercuriales hace que mira.
Huele —se acerca— a un azufre decantado,
vuelto a reposar, prismático,
asume sus colores falsos.
Negro, una piedra ese cuervo,
sin saltos me sigue atado al tobillo.
Lleva lustros, la noche completa,
la noche y los pilares del templo.
Ese cuervo surge, brilla,
repite series rosas;
nace y se extingue siempre a mis pies
como arena vibrante.
Tumor y hendidura,
el cuervo reverbera
—oro o luz—.

 

 

 

 

   

 

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