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No. 41 / Julio-agosto 2011

 
Adriana Almada
(Salta; vive en Paraguay)



cada tanto hay que apartar la mirada del paisaje
posarla en una piedra
tocar la piedra
cerrar los ojos
aspirar profundo

el día no termina
para esta mujer
vestida de niños
    de bocas
        de dientes

la familia soy yo

mudarse de casa es rehacer el dibujo del día
dar nuevo nombre a las cosas
encender la  sombra






quiero
    hacer un agujero en el tiempo
    mirar a mis hijos de nuevo en la cuna
    poner piedras en el camino
        para asegurar el regreso

mi corazón se ha secado
    en sal
    en vértigo






traigo este viejo corazón en una bandeja
es un manjar extraño
ligero y violento
        acidulado

exquisito en su amargura como un buen calvados
viejo corazón
hojaldre de pena
        crocante

un bocado para cada comensal
hay que proceder despacio
mordiendo suavemente uno de los extremos
    manjar tibio
    viejo corazón delicado

cada mordisco libera un eco
    y cada eco un fantasma

no todas las fauces son iguales
algunas apuran la fiesta
sin embargo, no hay desgarro
este viejo corazón no tiene sangre




 



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