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portada-costa.jpgEl desayuno de Carla Bruni
Rui Costa
Ayuntamiento de Punta Umbría,
España, 2008.




 

Por Eva Castañeda Barrera

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No. 43 / Octubre 2011

 

En El desayuno de Carla Bruni de Rui Costa, no aparece Carla Bruni desayunando, tampoco pensando sobre lo que le rodea, menos poetizando su realidad. La primera dama de Francia es sólo el pretexto que da titulo a un poemario que habla de todo. El humor recorre el libro, a veces de manera velada, otras se hace evidente poniendo de manifiesto la posición del autor frente al acto creativo. Para Rui Costa, poeta portugués, la poesía no es un asunto que deba tomarse con absoluta seriedad. Entonces el lector transita por las páginas del libro como por los rincones de la cotidianeidad. Resulta muy sencillo reconocerse en poemas cuyo eje temático no es la trascendencia, ni siquiera la aproximación a algo importante, se trata de escribir sobre lo que nos afecta, así sea una cáscara de plátano. Al mismo tiempo, algunos de los poemas son un recordatorio permanente sobre la intentona de escribir un poema, ello evidencia la posibilidad del fracaso, porque pueden o no, salir. Rui Costa sale bien librado.

Algunos de sus textos hacen frente a la desolemnización del lenguaje y la poesía: por ejemplo, Manifiesto. En la tradición poética el manifiesto da cuenta de la visión personal y particular del autor frente al acto creativo. Es sencillamente una toma de partido. Ahora bien, el “manifiesto” de Rui Costa no tiene tales pretensiones ya que su reflexión no penetra en los insondables misterios de lo poético —planteamiento que para él está ya rebasado—, es llanamente una percepción sensible del mundo: “A mí me gustan mucho los señores que viven en mi edificio. El edificio es alto y tiene ascensores. Así es mejor porque ninguno tiene que cargar a nadie a cuestas.” El ascensor es una cosa en el mundo de la cual vale la pena hablar en tanto que afecta algo en la vida de un ser humano; gradualmente se van quedando atrás las preocupaciones de índole metafísica; la poeticidad reside en la capacidad de nombrar, no en el aspecto temático.

Versos de amor pos-modernos es un conjunto de poemas breves que refuerzan el sentido fragmentario del libro: el que enuncia es un hombre escindido, extraviado en un mundo que ya no ofrece certezas. El amor es experimentado con un sentimiento de incompletud, y simplemente se acepta, no hay en la voz lírica una necesidad de encontrar absolutos: “Cabemos enteros/ en el mundo, a veces/ quedamos con los pies/ fuera de la cama:/ somos pequeños,/ somos tan grandes.” Si la contradicción permanente es parte del hombre posmoderno, Rui Costa lo retrata de manera sencilla, no hace complejas disquisiciones sobre el tema, basta mirar y nombrar lo mirado, por ejemplo en el poema Señora de Londres escogiendo limones: “No, no todo limón es amarillo cuando/ la mano de alguien lo toca y humaniza, pequeño dios/ dando tumbos del cielo de un pensamiento manual y exigente.” Es cierto, el título es alusivo a una actividad habitual, un ejercicio cotidiano que ha automatizado la percepción. Sin embargo el poeta se detiene y explota esa situación que de ordinario pasaría inadvertida. Los poemas que en apariencia bordan el sin sentido son que invitan a una reflexión sobre lo poético, tal es el caso del poema La selva es redonda: “Los monos comen bananas porque/ era la fruta que tenían más a mano. Si tuviesen más a mano fresas, los/ monos comerían las mismas bananas,/ porque las fresas son más difíciles de pelar.” La pregunta por el “sentido” de estos versos, en realidad la ha respondido de antemano Rui Costa: “Escribo, ciertamente, por cualquier/ motivo inútil que nunca vas a entender.” Lo interesante es que seguramente el lector sí entiende el motivo, pues reconoce como familiares esas cosas inútiles que en mayor o menor medida van conformando la vida.

El desayuno de Carla Bruni es un libro que toma lo mínimo para minimizarlo aún más, retrata una voz poética que dejó de cuestionar la caída de los grandes sistemas racionales para asumir una realidad que se compone de minucias, de ellas habla y las poetiza. En ese sentido es un libro muy actual que dialoga con la realidad por más absurda que ésta resulte; no aparecen grandes historias porque al poeta no le interesa contarlas: “Me pagas el café, no te cuento mi vida”, el poeta sabe de la caída de los grandes relatos, no aspira a ellos: “Por favor, te pago el café. No me cuentes la historia de tu vida.”

 



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