Brillante estrella

Cine y poesía
Por Ángel Miquel
 


cine-1.jpgLa película cuenta una historia simple: a principios del siglo XIX, en Londres, las relaciones entre dos enamorados no pueden conducir al matrimonio porque él no tiene medios suficientes para fundar y mantener una familia –y después, de manera decisiva, porque contrae la incurable plaga de esos tiempos, la tuberculosis. Sin embargo el amor entre los dos jóvenes permanece en una especie de noviazgo permanente y sin solución mientras él vive, y se alarga como duelo en ella aún varios años después de su muerte en Roma, adonde unos amigos lo convencen de ir, con la esperanza de que alivie sus dolencias, a un clima más benigno que el del frío invierno londinense. Y de esa relación surgen algunos de los textos más hermosos de la lengua inglesa. Ella es Fanny Brawne, una muchacha bonitilla, hacendosa e inteligente, y él es el noble y genial poeta romántico John Keats.

No. 43 / Octubre 2011



Brillante estrella

Cine y poesía
Por Ángel Miquel
 
cine-1.jpgLa película cuenta una historia simple: a principios del siglo XIX, en Londres, las relaciones entre dos enamorados no pueden conducir al matrimonio porque él no tiene medios suficientes para fundar y mantener una familia –y después, de manera decisiva, porque contrae la incurable plaga de esos tiempos, la tuberculosis. Sin embargo el amor entre los dos jóvenes permanece en una especie de noviazgo permanente y sin solución mientras él vive, y se alarga como duelo en ella aún varios años después de su muerte en Roma, adonde unos amigos lo convencen de ir, con la esperanza de que alivie sus dolencias, a un clima más benigno que el del frío invierno londinense. Y de esa relación surgen algunos de los textos más hermosos de la lengua inglesa. Ella es Fanny Brawne, una muchacha bonitilla, hacendosa e inteligente, y él es el noble y genial poeta romántico John Keats.

Bright Star
, la más reciente película de Jane Campion (realizada en 2009 y exhibida en México con el título de El amor de mi vida) se ubica así en el periodo de alrededor de dos años, que va desde los primeros encuentros entre Brawne y Keats alrededor de octubre de 1818, hasta su última despedida en septiembre de 1820, cuando él, a sus veinticinco años, se dirige a Roma para encontrarse con la muerte (que ocurrió en febrero de 1821, siendo el epitafio elegido por el poeta “Aquí yace uno cuyo nombre fue escrito en el agua”). Revisten a este núcleo argumental sólo unas breves líneas complementarias, que sirven para construir el entorno de los personajes: las actividades domésticas de Fanny y su familia, las reuniones de trabajo entre Keats y su amigo y protector Charles Brown, y las reuniones sociales a las que todos acuden para discutir sobre el arte, cantar y bailar; a esta relativa escasez de actividades externas corresponde un espacio de representación mínimo, reducido a los interiores de unas pocas casas en el Hampstead del siglo XIX y a los bellos paisajes a sus alrededores.

cine-3.jpgEl centro de la acción está constituido entonces –y en esto la forma de la película hace justicia a su romántico contenido– por las emociones de los protagonistas, decantadas principalmente por el enamoramiento, la enfermedad y la muerte, pero también por las tensiones que surgen en los jóvenes ante la expectativa de integrarse al mundo a través de ritos de paso como el compromiso matrimonial, el ingreso a la esfera del trabajo remunerado, o las repercusiones críticas sobre la obra publicada. La manifestación física de esas emociones –como el proceso de enamoramiento entre los protagonistas, el reconocimiento de la propia fragilidad que sigue a los accesos de tos con restos de sangre de Keats, o el derrumbamiento de Fanny, quien incapaz de levantarse del lecho cuando él se ausenta unos meses pregunta a su madre si esa horrenda enfermedad es el amor– es resuelta en la película por el excelente desempeño de los dos actores principales, el británico Ben Whishaw y la australiana Abbie Cornish, secundados por un grupo de intérpretes secundarios de primera línea. Complementa a éstos, como ya es costumbre en el cine de habla inglesa que recrea novelas o historias del siglo XIX, una factura impecable en el diseño de la producción (a cargo de Janet Patterson), dirección de arte (Christian Huband), fotografía (Greig Fraser) y música (Mark Bradshaw); la misma Campion escribió el guión, adaptando libremente la biografía de Keats publicada por Andrew Motion en 1997. La sobriedad y la credibilidad logradas con estos trabajos hacen también de la cinta una obra maestra en el género de las recreaciones de época.

Es posible que la sensibilidad de una mujer sea más adecuada que la de un hombre para contar en cine vidas de escritores frágiles, como parecen mostrar los acercamientos hechos por Liliana Cavani a Friedrich Nietzsche y Lou Andreas-Salomé en Más allá del bien y del mal (1977), María Luisa Bemberg a sor Juana Inés de la Cruz en Yo la peor de todas (1990), Agnieszka Holland a Arthur Rimbaud y Paul Verlaine en Total Eclipse (1995), Christine Jeffs a Sylvia Plath y Ted Hughes en Sylvia (2003), y Jane Campion a Keats en Bright Star. Como sea, en este caso se advierte la mano de la realizadora en el recurso de enfatizar sobre el punto de vista de Keats el de la versátil Brawne, quien cose su propia ropa, diseña zapatos, gusta de bailar y está ávida por aprender cosas nuevas; en la recreación de las relaciones de intimidad y respeto que se dan en el núcleo familiar de ella, integrado además por su madre, dos hermanos menores y un gato, así como en la principal trama secundaria de la película, la rivalidad que existe entre Fanny y el celoso Charles Brown, que remite a la problemática y en apariencia irresoluble relación de los amigos de los escritores con sus parejas.

cine-2.jpgUn punto débil de la película es, curiosamente, la repetida inclusión de fragmentos de las obras de Keats, que inician con el título, derivado del verso “¡Brillante estrella, quisiera ser constante como tú!”, y terminan con los créditos finales, sobre los que se escucha la célebre “Oda a un ruiseñor”. Es claro que una historia sobre uno de los mayores poetas de lengua inglesa de todos los tiempos debía incluir sus escritos de algún modo, pero tal vez Campion pecó aquí por exceso. Las lecturas que unos y otros personajes hacen a lo largo de la narración de trozos de las cartas y versos de las odas de Keats ralentizan la ya de por sí escasa acción y llevan la cinta por momentos a una inmovilidad que no es compensada o retribuida por la belleza de la imagen –como a veces sí ocurre, por ejemplo, en las películas de Andréi Tarkovski. Sin embargo varias de las escenas de lectura constituyen los puntos climáticos de las secuencias en que están inscritas, y debe decirse que conmueven tanto por la fuerza de los textos como por la emoción con que éstos son dichos por los actores.

Según puede verse en la página www.metacritic.com, Bright Star ha alcanzado desde su estreno en 2009 un alto número de notas favorables en diarios y revistas de habla inglesa. Kenneth Turan, crítico de cine de Los Angeles Times, escribió por ejemplo que es “una historia de amor emocional exquisitamente realizada, que reúne una pasión tristísima a una formidable contención narrativa, todo al servicio de la creencia romántica en ‘la santidad de los afectos del corazón’” (esta última una frase de Keats). Podrían citarse elogios parecidos de la crítica anglosajona o de otras procedencias, pero quizá la mejor invitación para ver la película de Jane Campion sean estos versos del poeta, adaptándolos desde luego a nuestros tiempos, que se reproducen en la traducción de M. Manent aparecida en el libro La poesía inglesa (Janés editor, Barcelona, 1958):
 
A quien en la ciudad estuvo largo tiempo
confinado, le es dulce contemplar la serena
y abierta faz del cielo, exhalar su plegaria
hacia ese claro azul que nos sonríe.

¿Quién más feliz, entonces, si, con el alma alegre,
se hunde, fatigado, en la blanda yacija
de la hierba ondulante y lee una acabada,
una gentil historia de lánguidos amores?




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