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No. 45 / Diciembre 2011-Enero 2012



Balam Rodrigo

(Villa de Comaltitlán, Chiapas, 1974; vive en el D.F.)



Tres des(en)cabezados tomados del diario
(Vivir en MTY)



1. “Rescatan vivo a colgado en puente […]”

Riego con sangre, en sueños,
un jardín de jarchas tañidas por el viento:
cuelgo de un árbol, hora de horca
tatuada en ataúd, y mi cuerpo sabe el nudo,
el moño y la corbata tejidas por la muerte.

Aquí la vida pende, no de la sangre
sino de un hilo ―de ixtle o de plástico―
con tal fuerza que escribe las sílabas más negras
en una rama de metal, dígase viga, dintel,
vértebra de asfalto que apuntala puentes
para tocar su música de ahorcados:
cientos de silbos partidos por el aire,
tajados por el filo de la lengua
―hacha de carne, pez que nada
un mar de salivas en la boca―
para lamer la pus del viento
en remolinos de polvo contra moscas:
volátiles puntos, decapitadas comas…


2. “Encuentran cabeza en hielera”

No nos sorprende la barbarie
cuando leemos que aparecen
cabezas en hieleras,
envueltas en bolsas de plástico,
colgadas en puentes o dispuestas
como trofeos de guerra en autos, aceras,
en bardas de casas y escuelas.
 
Nos sorprende únicamente porque nunca
habíamos utilizado la cabeza para pensar
―fríamente― en, únicamente, la cabeza,
como en la heptasilábica y profética pieza:

“hallan choya en hielera”. 


3. “[…] México tiene forma de horca”

a)

Un poco más (de metralla) y aprieta la lluvia
raíces donde florecen ramas:
la blanca soga de la tierra anuda,
ahorca el duro cuello de los (verdes)
nopales: negras espinas brotan y,
regadas por el suelo,
ruedan varias tunas rojas
(picoteadas por un águila ciega).

b)

Ciñe la tierra su invisible horca
sobre el árbol: un fruto es luz ahogada
en la memoria de la pulpa.

Ciñe la sangre su visible horca
sobre el puente: el cuerpo de un ahorcado
es fruto de la infamia.

(No hay aquí jamás memoria.

No, ninguna:

ni para cuándo habremos de tener
alguna luz).

 



 







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