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No. 45 / Diciembre 2011-Enero 2012



Jordi Virallonga

(Barcelona, 1955)


Maldición del apesadumbrado
                            Para los indignados


Cada día aprueban, redactan o piensan algo
que prohíbe, amenaza, coarta, limita, multa,
se mete en mi coche, mis bares, mi casa,
mi trabajo, me expulsa de mi piso,
embarga mi salario
y me roba la custodia de mis hijos.

Entonces yo,
extinguido, humillado, inactivo, falto de todo juicio,
injusto e inhumano,
aun con el progreso económico y todos sus servicios,
digo que no me hace feliz la ley
y que ojalá caiga el fuego sobre la asamblea de esos elegidos,
que se vaya a la mierda su tramposa mayoría,
que su ceniza simplona, arrogante,
que pretende cambiar mi naturaleza de hombre
a base de edictos y mandatos se mezcle
con la basura de los contenedores,
que se salve Sancho Panza
y que entierre al puto Cid, a Santiago
y a todos los que quieren salvarme
por mi bien
y no saben ni mi nombre.




 



 







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