Homenaje a Thelma Nava en la Feria Internacional del Libro del Palacio de Minería


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  • Homenaje a Thelma Nava. Por Sergio Mondragón

    Es un honor para mí participar en este merecido homenaje que se le ofrece a la poeta Thelma Nava, amiga entrañable de tantos años, colega a lo largo de toda la vida en el ejercicio de la poesía, y compañera en los años sesenta en la tarea de editar revistas literarias independientes y libros de poesía...

  • Thelma Nava, un corazón ilimitado. Por Lucía Rivadeneyra

    Todos los caminos llevan a Thelma Nava, pero Thelma sólo tiene uno para ir a cualquier lado: el camino de la palabra, con ella y por ella ha recorrido el mundo. Su palabra es como un imán. Desde que la conozco está rodeada de personas que la buscan, la abrazan, la felicitan, le piden dedicatorias para sus libros, la invitan a diversos tipos de actividades, la quieren.

No. 47 / Marzo 2012


 
80 años de Thelma Nava en Minería

 

Thelma Nava, un corazón ilimitado*

Por Lucía Rivadeneyra



Leer texto de Sergio Mondragón...

Todos los caminos llevan a Thelma Nava, pero Thelma sólo tiene uno para ir a cualquier lado: el camino de la palabra, con ella y por ella ha recorrido el mundo. Su palabra es como un imán. Desde que la conozco está rodeada de personas que la buscan, la abrazan, la felicitan, le piden dedicatorias para sus libros, la invitan a diversos tipos de actividades, la quieren.

¡Y cómo no! si es una mujer capaz de afirmar:

Mi corazón a diario se pregunta
¿dónde va? ¿qué lo limita?
Si lo limita el aire, estalla.
Si lo limitas tú, arde sin tregua.
Mi corazón es, pues, ilimitado.

Y con su corazón ilimitado aprehende palabras desde siempre. En la época en que las familias eran de seis, ocho o más hijos, ella era hija única, con la diferencia de que ya desde entonces era lectora y estaba rodeada de música. Vivaldi era y es uno de sus acompañantes. Fue una joven muy guapa, que traía a cuestas palabras de hombres como García Lorca, Neruda, López Velarde, Baudelaire, Rimbaud, Rilke, entre otros, y así ha ido por la vida.

Por 1957, Thelma ya recorre los caminos de la edición y es cuando aparece su primera publicación Aquí te guardo yo. La vida hizo que un día Thelma viviera una conmoción de palabras y unió su vida a la de un poeta inmenso, Efraín Huerta, y entre palabras y su corazón ilimitado tuvo dos hijas: Thelma y Raquel.

A principios de los sesenta, cuando la mayoría de las mujeres se dedicaba literalmente al hogar, con todo lo que eso implica, Thelma —a la par— escribía poemas eróticos, que en ese momento o el día de hoy podían causar furor, en “las buenas conciencias”; como por ejemplo su poema “Erotismos”:

Ascienden
cubren
penetran
deslindan
ritualmente
límite a límite mi cuerpo.

Sin lugar a dudas
hablo de tus labios.

*

Prolongación de tu sexo
son mis labios
te crecen
y entonces esa espiga
penetra dulce
madura
y florece en mi vientre.

Además, inicia su participación en revistas trascendentes a nivel nacional e internacional, ya fuera como coeditora de El rehilete, o como fundadora, con Luis Mario Schneider, de la recordada revista Pájaro cascabel, en la cual publicaron material de cientos de poetas en ciernes o consagrados de diversos países del mundo. También participó con Sergio Mondragón y Margaret Randall en el inolvidable El corno emplumado.

De igual forma, en esa década, inicia su participación política. Vive intensamente el 68. Viaja a diversos países en América Latina y Europa. Se solidariza con naciones que vivían los horrores de la dictadura. Conoce a personas entrañables. Una de sus obras, El libro de los territorios, refleja su vida sin fronteras, su interés ilimitado por los seres humanos. Va de Tlatilco o Monte Albán a Roma, Cuba, Buenos Aires, España, Nicaragua… Su territorio es la tierra, ella escribe como una advertencia a este poemario:

Éste es el libro de mis territorios
La crónica de los viajes necesarios
el paraíso perdido de mi infancia.
El amor y su imagen de cinco rostros.
Las canciones de los solitarios
y el murmullo de los vagabundos que encontré
a lo largo de los amaneceres.
Éstas son mis palabras de poeta.
Con ellas doy fe de amor
en el testimonio de mi tiempo.

espacios-thelma-nava.jpgEs común escucharle decir: “Eso lo platiqué con Juan Gelman”, “En la época en que conocí a Benedetti”, “En Río de Janeiro visité a Manuel Bandeira”, “Tuve una larga charla telefónica con Juana de Ibarborou”, “Ay, cuando caminaba por Roma con Julio Cortázar” y, además, lo dice como si contara lo que compró en el súper. Puede relatar miles de anécdotas, siempre hay ojos y oídos azorados que la atienden. Ya dije alguna vez que con Thelma se puede hablar toda la vida. Por eso, quizá nuestros desayunos se convierten en comidas.

Pero no sólo los personajes casi etéreos, para los simples mortales, están en sus palabras y en su ilimitado corazón, también su formación hace que hable en sus poemas, por ejemplo, de “Los suicidas del Viaducto” sobre los que dice:

Pocos pueden permitirse el lujo de una muerte elegida
en un cierto momento
ser un mínimo astro incendiado en el cemento… 

O sobre Los inquisidores:

Se esconden detrás de cualquier parte
Todo lo contaminan
cuanto dicen sus labios es oscuro.
A pesar de todo
ellos tampoco están seguros de amanecer al día siguiente.

O sobre Los locos:

Les han dado de palos cruzándoles cadenas
y su cabeza es solamente
desatado concierto de campanas.

La calidez de su casa es otro de sus territorios. Recibe siempre con emoción, por el gusto de compartir o porque se fue la luz o no llegó la empleada doméstica o no le han traído el paquete con el material que revisará como jurado de un premio, o porque se le descompuso el coche; sirve el café mientras comenta la noticia del día. Cuando así la veo no me queda duda de que a las poetas también las alcanza hasta la Secretaría de Hacienda.

En uno de sus poemas más celebrados, El primer animal, se encuentra a un ser humano en su más pura esencia, es decir, la animalidad, pero en su pluma, este animal es el hombre o la mujer, el poeta o la poeta, pero también los lectores y las lectoras. Quién no se ha sentido animal indómito o perro apaleado o león enjaulado. Gracias a sus versos nos reconocemos en otros o en otras y, en ocasiones, la palabra nos domestica o nos da elementos para rebelarnos. Y ella ofrece sus palabras.

Soy un torpe animal melancólico que a veces se alegra de la lluvia o la niebla
...

Mi naturaleza de animal me vuelve frágil insumiso y violento
en las horas en que me pongo a jugar el juego de la vida. 
Hago la luz y los silencios
Y soy humano hasta donde mi capacidad me lo permite.


Siento que soy el animal de todos los asombros:
el primer animal sobre la tierra.

Es justamente El primer animal como nombra a su poesía reunida, en la edición de Lecturas mexicanas, con poemas que van de 1964 a 1995, dice que viene ahí “casi toda mi poesía”. De la misma manera que ha tocado temas universales como el amor, la soledad, la muerte, ha incursionado airosamente en un tema riesgoso: la poesía que tiene que ver con el compromiso social y político. Prueba de ellos son sus poemas sobre Tlatelolco, los cuales tienen versos de absoluta vigencia:

Ellos ignoran que los muertos crecen,
que han echado raíces sobre las ruinas
aunque los hayan desaparecido
para que nadie verifique cifras.

Thelma Nava ha recibido premios como el Premio de Poesía Ramón López Velarde, la Presea Rosario Castellanos, el Premio Nezahualcóyotl; le han organizado innumerables homenajes y ha recibido un sinfín de reconocimientos. Ha sido traducida al inglés, francés, portugués, búlgaro.

Si alguna vez afirmé que una mujer capaz de escribir “Este hombre que besa/ como si el cielo fuera a desplomarse…” tenía que vivir en la calle Acapulco, lo cual crea la posibilidad de que la vida diaria tenga un aroma salobre y las palabras sean capaces de provocar calor, reafirmo que la casa de Thelma Nava es literalmente una  bahía en la caótica colonia Condesa; con frecuencia ahí hay duelos de palabras que pelean por quedar impresas y llevar la firma de Thelma Nava, la poeta.

Todos los caminos llevan a Thelma y la generosa vida me ofreció un camino que me llevó a ella. Y aquí declaro, por si alguna duda quedaba, mi admiración y mi cariño, por la mujer poeta que con su libertad, en estos tiempos de cólera, hace de su corazón un ilimitado.
   

Fotografía de Thelma Nava tomada de la revista electrónica La siega
http://www.lasiega.org/index.php?title=Nava%2C_Thelma



* Texto leído en el Homenaje a Thelma Nava, Feria Internacional del Libro del Palacio de Minería, 25 de febrero de 2012.


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