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No. 47 / Marzo 2012

 

Ignacio Ruiz-Pérez
(Tuxtla Gutiérrez, 1976)


Litoral


Hasta las olas del mar anticipan el viento
que habrá de ondularlas.    
El ojo da forma a la orilla
y revienta el cuerpo (ingrávido) en la espesura del iris.
Al fondo, las barcas tiemblan.
Luego el paisaje se sacude como un pez en la red
bajo la vista cansada del pescador
que contempla las evoluciones, los aletazos
y los traspiés de una gaviota ebria.
 




Poema III

Jamás me dijeron que tendría que sentir.



Nunca me dijeron:
“si sientes verás cómo sube el nivel del agua
y en tu cabeza bulle ese pensamiento
que eres incapaz de sentir”.


Tampoco me dijeron:
“levántate, anda y abre tu pecho
para que de su agujero negro
salga el hábito siempre pulcro de estar sintiendo”.


Atajaba el crepúsculo
o hundía cierta daga en mis venas,
pero yo sólo sentía esta oscura tristeza

pensaba: “antes de seguir sintiendo debería sentir
lo que dicen los árboles,
debería encontrar en mi garganta sus raíces profundas
como el miedo celeste,
como los dedos del dios trazando mi destino en la playa”

Oía el golpe del viento,
la rotación de la tierra, el romper de la marea
y la soledad inundaba mi habitación.

Y aún así sentía por sentir
y me preguntaba si sentir era parte del método
o una adivinanza del corazón.
 




Poema XX

No quiero nada que  no sea sentir ni sentir nada que no quiera.


Sólo quiero que simplemente me digan
si los jardines son lo que son por sus rosas
o por el simple hecho de ser jardines

Lo demás (lo digo en serio) me tiene sin cuidado

Me tiene sin cuidado, por ejemplo,
que la noche sea más alta que tu ausencia
o que los astros titilen a lo lejos

tampoco me preocupan el rostro roído de la muerte,
el vaivén del ahorcado, la tentación del suicida
y el espanto del mudo.

No, no me importa el silencio por su carencia de todo
sino por lo que dice de todo.





 

 



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