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No. 47 / Marzo 2012

 
Gloria Susana Esquivel
(Bogotá, 1985)



Trampa 22


“'I’m not ashamed,’ Yossarian said. ‘I’m just afraid.'"


Cuando el deber llame y se me pida ir a bombardear los campos, asentiré en

silencio.

Si les grito que no estoy loco, tendré que volar el avión:

sólo los locos niegan que están locos.

Si les digo que estoy demente, que perdí la cabeza, que sueño con leones y

con el amanecer reconoceré la locura y tendré que volar el B-52.

Es una trampa.

Es mi oficio.

Es la burocracia de la muerte.


Los pasajes del I Ching me reconfortan.

Me hablan de caparazones de tortugas y de cumbres de montaña: buenos

designios.


Dicen: “Únicamente quien posee fortaleza domina su destino”.


Dicen: “Alguien verdaderamente crece. Diez pares de tortugas no pueden

oponérsele. Máxima buena fortuna”.


Dicen: “Las normas cambian. La perseverancia trae buena fortuna. Salir fuera

en compañía produce hazañas”.


A mi cabeza han llegado las tormentas.

Para volar, las condiciones climáticas no son favorables: visibilidad nula.

Pienso, pienso, pienso y se me olvida lo que he aprendido en las épocas del

levantarse y del caerse.

Imagino a veces que mi vida es un gran simulador de vuelo.

Remedo de un oficio.

Hacer como si fuera a volar, pero con el terror de levantar los pies de la tierra.

Paso las horas teorizando, creyendo, construyendo y fortaleciendo cimientos

para las tormentas.

Luego llega la cabeza y sus chubascos que arrasan con todo, que ahogan

esta cordura edificada.


Mis simulaciones también se las lleva la corriente y me quedo acá,

sonámbulo.


Preguntando por mi locura.


Cavilando mis trastornos.


Masticando la demencia, los leones, las corrientes, las tormentas, los

designios.


Tal vez no estoy loco.


Las líneas han hablado. Buenos designios:

“Las montañas se elevan juntas. La imagen de mantenerse quieto. El hombre

superior no debe permitir que sus pensamientos rebasen la situación”.


Estoy nublado. No-lúcido.

El cielo está gris. Hay ventarrones.

Trastabillo como un aeroplano que atraviesa la tormenta.

Tengo miedo.


Serenidad, paciencia, serenidad y paciencia, serenidadpaciencia.


Mañana reportaré mi locura.

O tal vez reporte mi no locura.

Subiré a ese avión y bombardearé las montañas,

los campos y las selvas.


Y, si mis dedos se untan de pólvora y de muerte ¿qué más da?


Sólo los locos operamos las máquinas de la guerra.

O sólo los cuerdos.


Silencio.


Silencio en la cabeza,

resguardo de la tormenta.

 

 
 
 
 



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