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Una mirada al Hospital Británico de Héctor Viel Temperley


Por Eduardo García Manríquez


raros-viel-temperley.jpgTrepanado, tendido sobre una cama. Convaleciente de una cirugía a cráneo abierto en el Hospital Británico, al sur de Buenos Aires. Es, quizá, una alucinación debido a los sedantes o el regreso de la fuerza que la fe le otorgó, eso o más. De lo que sí estoy seguro es que el Hospital Británico es su más intrigante obra.

Héctor Viel Temperley nació el año de 1933 en Buenos Aires, Argentina, dentro de una familia de ascendencia inglesa. Ejerció de publicista durante algún tiempo, empero la labor de escritor lo envolvió por completo. Su trabajo consta de nueve libros: Poemas con caballos (1956); El nadador (1967); Humanae vitae mia (1969); Plaza Batallón 40 (1971); Febrero 72-Febrero 73 (1973); Carta de marear (1976); Legión extranjera (1978); Crawl (1982); Hospital Británico (1986).

No. 58 / Abril 2013


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Una mirada al Hospital Británico de Héctor Viel Temperley

Por Eduardo García Manríquez
 

 “Voy hacia lo que menos conocí en mi vida: voy hacia mi cuerpo”
Héctor Viel Temperley


raros-viel-temperley.jpgTrepanado, tendido sobre una cama. Convaleciente de una cirugía a cráneo abierto en el Hospital Británico, al sur de Buenos Aires. Es, quizá, una alucinación debido a los sedantes o el regreso de la fuerza que la fe le otorgó, eso o más. De lo que sí estoy seguro es que el Hospital Británico es su más intrigante obra.

Héctor Viel Temperley nació el año de 1933 en Buenos Aires, Argentina, dentro de una familia de ascendencia inglesa. Ejerció de publicista durante algún tiempo, empero la labor de escritor lo envolvió por completo. Su trabajo consta de nueve libros: Poemas con caballos (1956); El nadador (1967); Humanae vitae mia (1969); Plaza Batallón 40 (1971); Febrero 72-Febrero 73 (1973); Carta de marear (1976); Legión extranjera (1978); Crawl (1982); Hospital Británico (1986).

De Viel Temperley no se conoce tanto, y lo poco que nos queda es una entrevista realizada por Sergio Bizzio. La entrevista vio la luz en el número 12 de la revista Vuelta Sudamericana, pero esa luz no fue vista por Héctor Viel Temperley, quien falleció de cáncer en 1987.

Tiempo antes de morir, Viel fue internado en el Hospital Británico. Suceso que comenta a Bizzio en la entrevista: “Caí enfermo cuando vi a mi mamá que quería morirse”. Esa enfermedad derivó en una intervención quirúrgica donde tuvieron que abrirle la cabeza; lo trepanaron. Esta desgracia física terminó influyendo de tal forma a Temperley que hoy tenemos un libro, sin duda, magnífico: Hospital Británico.

El Hospital Británico parece suspenderse en el aire entre el dolor y la alucinación. Es un poema conjunto, creación derivada de la convivencia entre fragmentos de poemas anteriores que se reiteran. Estos fragmentos reciben el nombre de "esquirlas", las cuales se distinguen por estar fechados, pero no sólo son fragmentos anteriores quienes conforman al poema, pues también se presentan las visiones del trepanado; versos escritos después de la operación. El Hospital… no es un texto sencillo, hay que advertir su hermetismo para llegar así ante él con un aire de recuperación; liberación.

raros-viel-temperley2.jpgCada una de las "esquirlas" está regida por subtítulos que la significa y divide. Algunos de los subtítulos que reciben las esquirlas parecen hablarnos y describir las fases por las que atraviesa el convaleciente: “Tengo la cabeza vendada”, “Me han sacado del mundo”. Los subtítulos se repiten como el reencuentro de un enfermo con la lucidez durante la anestesia.

Viel Temperley sabía que el libro de un trepanado debía ser escrito, la solución se encontró en las “esquirlas”. Éstas vivían en sus poemas anteriores como versos, luces de poemas que encuentran un nuevo significado en el Hospital Británico. Viel nos dice cómo nació el poema: "Lo ordené" [el conjunto de esquirlas] y aquellos versos que están sin fecha fueron el producto de: "[...] un tipo que se había salido de la realidad porque tenía un hueco en la cabeza."

La poesía de Temperley muestra tintes religiosos con una voz personal de tono enfático. Lo religioso se presenta con una voz cuasi mística. Religión y misticismo conviven en el poema sin enemistarse. Ve a Cristo no como un inalcanzable, sino como su similar, alguien con quien está en constante diálogo:

 

Christus Pantokrator

La postal viene del Christus Pantokrator que cuando bajo las persianas, apago la luz y cierro los ojos, me pide que filme Su silencio dentro de una botella varada en un banco infinito. (1985)

 

La presencia del Cristo Pantocrátor es esencial dentro del poema. Este Cristo, en la simbología cristiana, representa, contrario a la clásica imagen de la crucifixión, un Cristo sentado y mirando de frente, una divinidad triunfante. Sea como reivindicación del poeta o un último consuelo, la presencia del “Christus Pantokrator” es la aparición de su fe.

Puede entenderse al poema como una oración, llena de repeticiones y fraseos, una suerte de viaje que anticipa la muerte, tanto de su madre:

 

Mi madre es la risa, la libertad, el verano
A veinte cuadras de aquí yace muriéndose.

 

como su propia muerte:

 

Nunca más pasaré junto al bar que daba al patio de la Capitanía. No miraré la mesa donde fuimos felices

 

La reiteración que las esquirlas nos devela una repetición de la vida, un nuevo comienzo. Según la Biblia, el día del juicio final todos resucitaremos. He aquí la presencia religiosa que habita en su poesía. En la última esquirla podemos anticiparlo:

 

Para comenzar todo de nuevo

El verano en que resucitemos tendrá un molino cerca con un chorro blanquísimo sepultado en la vena. (1969)

 

Es preciso mencionar que lo religioso es evidente en el resto de su poesía. En Crawl el primer verso es contundente:

 

Vengo de comulgar y estoy en éxtasis

 

En la entrevista confiesa que este verso: “sucedió un día en que estaba terriblemente angustiado y me metí en el Santísimo, la iglesia que está acá atrás del Kavanagh. Sin embargo no soporté estar ahí adentro. Salí […] y tuve de pronto una sensación de éxtasis extraordinario.”

A pesar de la aseveración anterior, él no se considera un poeta religioso: “Seré un místico, un poeta surrealista, cualquier otra cosa, pero no religioso.”

La poesía de Temperley no se puede sincretizar en el Hospital Británico, pero sí podemos distinguir en él un estilo que en la década de los ochenta, necesitaba la poesía argentina. Eduardo Milán comenta que era necesario durante aquella década un “texto profético” como considera que llegó a ser el Hospital Británico de Viel.

Temperley después de escribirlo sintió que este libro no le pertenecía: “¿Quién carajo armó todo esto? No tengo idea […] No soy el autor de eso […] Hospital Británico es algo que estaba en el aire. Yo no hice más que encontrarlo. Hospital Británico me permite creer que me salí del mundo y no sé para qué.”

La crítica y el análisis de Temperley no son abundantes. Sus nueve libros son sin duda un campo aún inexplorado del cual se pueden extraer más ideas y reflexiones sobre la poesía. El porqué Viel planteó un poema de sumo hermetismo y de qué forma éste influyó o no en la poesía argentina son preguntas que podrían dar mucha tela de dónde cortar. Los ojos de México deben virar hacia la poesía de este ser trepanado.

En México, la obra de Héctor Viel Temperley fue recolectada por Editorial Aldus en un tomo de su Poesía Completa.