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No. 63/ Octubre 2013


Mónica Velázquez Guzmán
(La Paz, Bolivia, 1972)


Siete conjuros contra la tristeza

Podría ahora vender tu cuerpo al peor postor
vigilar personalmente que se empapen tus sábanas
y que gires y grites y gimas toda la noche
entre piernas inclementes abrirte ante mil extraños
encargarme de que te guste hasta que lo implores
pasarte por la piel los que demoran el latido,
     los que llegan pronto,
     los que tienen miedo
     los que se van
podría llenarte de lentejuelas y escotes de esquina
darte un disfraz, una lengua insaciable, unas manos que aprieten
una paciencia terca de los dedos en tus nervios
un líquido inundando cada tanto tu vientre hambriento
podría mandarte quien te sacie
entonces, tal vez, se te iría el horror a lo vulnerable.




Soplo

Lo que duele, corazón,
es el ufano soplo que te tuerce.
Lo que duele es un rincón,
un eco y su rebote de costilla,
un cóncavo de ausencia.

Lo que duele es filo,
tranca,
astilla muda,
aguijón de espuma
que se inflama
como el diestro pecho
ante la muerte.

De veras,
que sentirse solitario
es lo que duele.
Duele, llaga al polvo
pues no hay nada
que se meza entre las venas.
Duele,
como mi voz que arrastra
su espiral suspiro,
duele
como una pluma
de ave entre las muelas.