No. 63/ Octubre 2013 |
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Leonardo Iván Martínez (Ciudad de México, 1982) Combate A Ezequiel, mi padre Observo en la mirada de mi padre las siluetas de dos hombres defendiéndose uno de otro como si fuera de verdad aquella afrenta la más dolorosa de sus días. Hay golpes en la vida que no dejan rastro de combate, que se diluyen pero calan en la médula y descascaran los nudillos hasta que el hueso, entre la pulpa y el coraje, se mezcla con la savia de aquel árbol que tatuamos con las armas de la infancia. Sobre la mirada, siempre firme, de mi padre la función de box de cada sábado se vuelve un diminuto baile; no hay épico combate que le ponga un uppercut a su silueta. Entre sus puños puedo contemplar las huellas, las falanges engrosadas, el rastro añejo de los golpes, el pulgar izquierdo y corvo que inútilmente intenté recomponer y alzarlo entre mis dedos cuando en las tardes me escoltaba junto al río. Observo la función de box, y mi padre a un costado mío me protege como manager en la pelea. Mi padre ahora duerme reclinado en su sillón, me toca a mí seguir peleando. |
Lo que fablé con León de Greiff
siendo yo caballero bretón
Al Dalí Corona
Non sé si quier compaña
Non sé si ello preciso Non sé si yo indeciso Me pierda en tanta maña. Non sé si tanta saña Mi dios ansy lo quiso Si a un Werther ya desfizo, Non quiero ya más plaña. Si rompo más lagaña Se me ternura el piso Se me remoja el friso Se inunda mi Bretaña. |