No. 73 / Octubre 2014 |
a las Madres de los jueves (Plaza 25 de Mayo, Rosario) rastrilla hojas caídas, picotearon de ocres veredas y macizos. Algunas resisten el viento solapadas en los plátanos. El grupo de madres aísla su dolor en los pañales que cubren sus cabezas resisten la ronda recortada en el papel de la tarde; descose palomas, su flaco envoltorio de cenizas. El hombre de overol azul recoge la última hojarasca. Estancada, la fuente gotea pátinas y yo leo esmeraldas al pie de la ninfa. Los focos de alumbrado bajan estrellas, entibian. Gestos
a mi padre (palimpsestos de óxido y musgo) mi padre modelaba para mí los gestos que hoy repito como tostar el pan como dejar caer todo el cielo en la mirada. Oráculo
…el recuerdo es el pliegue y el olvido la urdimbre. I Esa mujer trenzaba un rodete en la curva de la nuca. Un suburbio de agua, su retrato abruma mi ciudad de olvido. La mirada aguda interpela el vacío. Hubo glicinas tardes de mimbre sombrillitas chinas muñecas Marilú, las voces niñas de las otras nietas desenterraban el único hueso escamoteado para mí: el mito, silencio de camafeo. II No la abuela que no conocí, la que bebió del cactus en el desierto el agua la que pisó corajuda el fortín a contramarea de la patria vulnerada y venerada en mi ciudad de amnesia. No la que murió loca de vieja y asmática en el confín, del que un día no bajó más altillo des-aireado solo fatiga y asfixia. Para que se cumpliera cada línea y entrelínea, el oráculo al pie de mi cuna cifrado: su mirada nunca encendería la mía. Solo puentes. Voces tendidas en el tiempo. Aracne Aracne, la de diestros dedos trenza tres cuerdas -hebras- de un arpa inescrutable -negra- como el pelo que enhebra. La cabeza inclinada a su sombra añade a la otra sombra en la xilografía, presagios de telarañas sobre matas de liliáceas. Pero el silencio cruje súbito elide la magia olvida el sobresalto de trenzas segregadas sacude la profusa mata entretejida. Ahora ella trenza -arriesga- sueños partituras poemas. |
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