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Hans-Evert Renérius

No. 76/Febrero 2015


Introducción a la Selección de poetas suecos, Periódico de Poesía
núm. 75, diciembre 2014-enero 2015



Selección de poetas suecos, segunda entrega



Hans-Evert Renérius

(1941)

Reside en Falkenberg. Es pastor eméritus de la iglesia sueca. Trabajó como profesor adjunto en la enseñanza para adultos. Escribe reseñas y crónicas en diferentes medios de comunicación. Su primer poema lo publicó en la revista Lyrikvännen en 1962.


Mallorca

La libertad del sol iluminada incierta.

El vuelo del sol  encuentra su camino.

Los rayos del sol se queman contra la espalda de la noche.

El mar del sol se choca en una de playa
como sobre tu piel, tu vida, tus días.

El sol puede liberar un corazón que huye.

El sol puede calentar las piedras que llevas.

Pero también quemar profundas heridas
en la tierra roja del dolor.




Cuando la vida se detiene

Esa noche nos sentamos en el balcón.
El vino refrescaba nuestros labios.
Sentíamos una gran alegría.
Estábamos sólo tú y yo.

Ahora vacila la vida.
El sonido de la ambulancia suena fuerte afuera de las puertas del hotel.
Las batas blancas como en una niebla.
Inexplicablemente el corazón ha fallado.
Las ideas fluyen rápidamente en terreno incierto.
En el país de las vacaciones nuestras palabras
han encadenado una súbita ansiedad, parálisis.
Ahora existe sólo la esperanza para nuestros labios delicados.

---

Algunos días han pasado.
Las paredes del hospital se han vuelto mías
El alivio de haber sobrevivido a la oscuridad es grande.

Nuestra alegría ha pasado a una dimensión más profunda,
una única luz se ha encendido,
como un gran agradecimiento por la vida.

Juntos en el hospital construimos nuevas confidencias:
como felices recién casados.




Asunto de dolor

La mano del dolor, la pesada, muy cerca.

Inmóvil en el dolor,
paralizada por peso de la ausencia.

Tú no entiendes.

Los pensamientos son lentos en un lugar congelado.
Los colores  han desaparecido.
Las palabras de consuelo se han borrado
contra la negra silenciosa memoria de la pizarra;

La clara escritura de la vida
no se pude más entender.

El tiempo ha perdido su significado
y el sonido sordo de las campanas
causa profundas grietas en la sala congelada.

Pero la mano es tuya.
Y la vida, que apremia duro
las últimas horas,
todavía no ha abandonado su mañana. 

Durante la noche de duelo
vive un dolor que adelante se empuja
por un inexplicable viento poderoso.
Sobre la superficie del dolor
corre un río interno,
donde los pájaros pálidos de la playa
se mueven sin peso.

Como si tu alma tuviese alas
y se elevase paso a paso contra la luz.

¡El dolor vuelve!

No como antes;
sin embargo, algo nuevo
que puedes sentir, imaginar, saber...
Sólo tú
puedes ver el interior de los ojos cerrados.

El amanecer trae olas frescas
hacia un nuevo día.
El viento comienza a jugar en la arena,
y tú te acuestas hacia la luz.

La temperatura aumenta
y tus dedos pueden volver a encontrar
una mano que se calienta en el amanecer.