A Tristán Tzara
 
 


Washington Benavides

La jugada de ajedrez
Interrupta

 

Yo no aprendí a jugar
El ajedrez a tiempo.
(En la provincia lo jugaban
viajeros de comercio y tenderos,
con algún médico y algún profesor)
Porque de haber sido acólito
De Tristán Tzara en el Café Voltaire
En Zurich, podría haberme trenzado
Con el mismo Lenin
Luciente en la vereda su calva y su pelo
Rojizo. Tal vez hasta me hubiera convencido
Con alguna de sus Instrucciones
Para El Caminante (que después algún secretario
Transformó en Dogmas).

No. 77/Marzo 2015



A Tristan Tzara


Washington Benavides

La jugada de ajedrez
Interrupta

 

                                                                  A Tristan Tzara

 

clasicos-77.jpg Yo no aprendí a jugar
El ajedrez a tiempo.
(En la provincia lo jugaban
viajeros de comercio y tenderos,
con algún médico y algún profesor)
Porque de haber sido acólito
De Tristán Tzara en el Café Voltaire
En Zurich, podría haberme trenzado
Con el mismo Lenin
Luciente en la vereda su calva y su pelo
Rojizo. Tal vez hasta me hubiera convencido
Con alguna de sus Instrucciones
Para El Caminante (que después algún secretario
Transformó en Dogmas).
Imagínense si el mismo Francis Picabia
Me hubiera retratado
Como lo hizo con el maestro Tzara.
Pero lo cierto cierto
Es que me lo perdí casi todo
Por no haberme adiestrado en el ajedrez
(también leí a destiempo
el poema de Fernando Pessoa
sobre los ensimismados
jugadores de ajedrez
a los que no perturba ni distrae
la feroz batalla que los envuelve
en sangre y destrucción.)

2

Dos textos desearía recordarles
De Tristán Tzara:

LA MUERTE DE GUILLAUME APOLLINAIRE
"SE PODRÍA COMPRENDER 338
la muerte sería un bello y largo viaje
y las vacaciones ilimitadas de la carne de las estructuras y de los huesos" 
y la incomparable

 

CANCIÓN DADA

1

la canción de un dadaísta
que tenía dadá en el corazón
cansaba su motor demasiado
que tenía dadá en el corazón
el ascensor llevaba un rey
autónomo de carnes gordas
cortó su gran brazo derecho
lo envió al papa de roma
por eso el ascensor
ya no tenía más dadá en el corazón
coman chocolate al cerebro lavanda
dadá
dadá
beban agua

II

La canción de un dadaísta
Que no era ni alegre ni triste
Y amaba a una bicicleta
Que no era ni alegre ni triste
Mas el esposo el 1° de año
Sabía todo y en una crisis
Envió al vaticano
Sus dos cuerpos en tres maletas
Ni amante
Ni ciclista
Estaban ya ni alegres ni tristes
Coman buenos cerebros
Laven a su soldado
Dadá
Dadá
Beban agua

 

III

La canción de un ciclista
Que era dadá de corazón
Que era por ello dadaísta
Como todos los dadás de corazón
Una serpiente llevaba guantes
Cerró pronto la válvula
Se puso guantes de piel de serpiente
Y fue a abrazar al papa
Es conmovedor
Vientre en flor
Ya no tenía dadá en el corazón
Beban leche de pájaros
Laven sus chocolates
Dadá
Dadá coman ternero

 

TRISTÁN TZARA.

Pero el inventor del dadaísmo era mucho más grande
Que DADÁ
Y se comprometió con el Surrealismo
Y lograron su poker de ases
Con Soupault, Aragón y Breton.

Y cuando la falange se sublevó
Contra la República
Generosamente Tristan Tzara
Levantó su puño.
Y se unió con las Brigadas
Internacionales.

Desde "La primera aventura celeste del Señor
Antipyrine" pasando por sus "7 Manifiestos"
Hasta "L’antitete" de 1933, el señor Tristán Tzara
Supo de "la mágica diligencia de las noches incompletas
De las noches ingeridas precipitadamente de bebidas amargas ingeridas precipitadamente
Noches ocultas bajo la terrosa estera de nuestras lentas pasiones
Sueños áridos por inmensas miradas de cuervos picoteados..."

Señor Tristán Tzara, Señor Antipyrina,
Señor poeta irredento:
Aprenderé a jugar con trebejos de marfil o reducciones
Jíbaras;
Con  esqueletos mejicanos
Que lo juegan muy bien.

clasicos-2-77.jpg