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portada-tvpr.jpg tvpr
Víctor Coral
Mandala Ediciones
Lima, 2014.




Por Sophie Canal
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No. 78/Abril 2015


Si en Poseía (2011), Coral nos proporcionaba un viaje heideggeriano horizontal entre los dos espacios, en apariencia contradictorios de la poesía y de la razón -vaivén entre fecha y fecha, diálogo entre ser y poseer-, ahora con tvpr (tres veces postergado retorno), el poeta nos interroga sobre la posibilidad de un viaje vertical: un retorno al tiempo y a las profundidades de los orígenes, de la infancia fundadora y de la memoria ancestral, un diálogo entre el ser adulto y el ser infante.

Ya desde el título se anuncia la imposibilidad de la meta planteada. Tres intentos fallidos de retorno a la Ítaca de la infancia. Y uno se pregunta: ¿Por qué se postergó el retorno?

El acto de postergar puede obedecer a dos razones opuestas, una viciosa y la otra virtuosa.

Para empezar, se posterga un retorno por cobardía; es decir, por vicio: de facto, el viaje hacía las profundidades del ser a través de la memoria puede ser de lo más peligroso al relacionarse con los infiernos. Los Héroes, dioses o “simples” mortales que osaron descender a las profundidades infernales, se enfrentaron a innumerables y terribles peligros y no siempre regresaron victoriosos al plano terrenal. Este descenso a los infiernos se conoce como catábasis (y el posterior ascenso, anábasis), y suele estar relacionado con un mensaje religioso y mítico de muerte y resurrección. El primer relato de estas características que se conserva es el de la diosa sumeria Inanna, reina del cielo, quien ambicionaba gobernar también los dominios de su hermana Ereshkigal, señora del Kur (los Abismos). Antes de iniciar su periplo por el inframundo, Inanna se vistió con sus mejores ropajes y joyas, con la intención de deslumbrar a los seres del mundo oscuro. El guardián de las puertas del Kur le permitió el paso, aunque avisó a Ereshkigal de su llegada. Esta ordenó a sus demonios que despojaran a Inanna de sus vestiduras cuando atravesara cada una de las puertas del Kur y, así, cuando pasó la última de ellas, la reina de los cielos se halló desnuda y desprotegida ante los siete dioses infernales, quienes la fulminaron con su letal mirada.

¿Estamos listos? ¿Listos para enfrentar el abismo, la muerte y la desolación? Al igual que Eurídice, lo buscado amenaza por quedarse en el reino de abajo para siempre. Entonces quizá se podría haber postergado el retorno por temor y/o incapacidad a enfrentarse con lo que se tiene que enfrentar. Y en tvpr encontramos más de un síntoma de miedo: "-en un ojo va la algarabía / en el otro el ansia de verdad / Llevamos perdidos horizontes y sueños / nunca podré salir de este infiernito /a mi medida
"-las mitologías de la vida perpetua bien merece un valium 10 / (no estuvo mal, ¿eh?) / El mundo no sale de sí mismo, solo yo / y eso acrecienta / mi ansiedad /                                       que acaso es mi única verdad  (“Don Lucho”, 2009)
"-Noche negra del ocaso / ¿acaso / -ahora que me transfiguro en mí mismo hace 20 años— / caerás como aluvión sobre mis hombros para hacerme daño?

Pero también postergar el retorno puede ser visto como un acto de prudencia. La Prudencia para los Escolásticos es la virtud de actuar de forma justa, adecuada y con cautela, definida. También se entiende como la virtud de comunicarse con los demás por medio de un lenguaje claro, literal, cauteloso y adecuado, de actuar y hablar con precaución para evitar posibles daños. ¿Acaso estamos listos y preparados para el retorno? ¿Tenemos el lenguaje adecuado? ¿Bastará la poesía para eso? "¡ah, vámonos de este poema! / Se está haciendo oscuro e insoportable /aun para mí / -mas el viento brozno de las siete les dará en plena cara / al salir / e intuirán algo de verdad en todo esto—¿Estará lista la gente para recibir el mensaje? Noche oferente / Los animales de la noche no salen /  ya están allí / los que no están son tus ojos / ¿Cómo puede haber tanta gente / andando día y noche sin ojos por la ciudad?"

Entonces habría que esperar mejores condiciones, el momento preciso, el lenguaje adecuado, que la gente esté preparada, el famoso kairós de los griegos. Y eso haría del postergo un acto racional lleno de sabiduría.

Si es Coral un vicioso o un virtuoso, eso dependerá quizás de la lectura que uno haga de esos versos de la última parte: "Natura: regreso 1: -la bruma es el mal sueño del agua:/ fantasmiza todos nuestros sueños—/-los perdidos no cuentan / Los perdidos solo ven / la oscuridad de su miedo—."

¿Y el 3 entonces? ¿Por qué tres veces postergado el retorno? Me permitiré una hipótesis de filósofa basada en mis antiguas conversaciones con Víctor. Creo haber entendido que él frecuenta a Hegel en sus noches de insomnios. Hegel, el gran pensador sistemático, el hombre del 3 por excelencia, el maestro de la dialéctica. La dialéctica está por todos lados en tvpr., contradicciones superadas en una verdad superior, empezando por el título (tres veces postergado retorno), y siguiendo con el prólogo en el que abundan las oposiciones superadas en una verdad superior: "Con una humildad inversamente proporcional a la del rey Jerjes, que castigó al mar con 1.000 latigazos por destrozar una ciudad costera recién construida, doy al viento y a las lenguas estos versos que muchos pensarán que mejor me retratan –luego de cuatro libros elusivos anteriores-, que algunos pensarán que mejor me ocultan, luego de tantos años de amistad (…)", hasta asignando al vector de la verdad, lo poético, el mismo movimiento de la dialéctica: "La poesía viene y se va como el mar, y a veces es un maretazo y, a veces, es un bello espejo que refleja la belleza del cielo inconmensurable (…)", terminando por la referencia casi explícita a la síntesis lograda: "Debo mucho de los referentes de este volumen a cosas tan disímiles como la música popular de mediados de los setenta, las antiguas golosinas, los amores de infancia, la naturaleza en la que crecí y que olvidé en mi necedad, y la ternura recuperada sabe dios o el diablo cómo." 
Y sigue la dialéctica en la estructura. Hay 3 partes y un intermedio (Petit intermezzo) en el poemario. Somos lo que somos, Golosinas y canciones, Natura: retorno 1, que también se podrían leer como una suerte de dialéctica de la memoria.

En la primera parte, Somos lo que somos, se plantean las condiciones para acceder al recuerdo. Es a través de la contemplación de un cuadro "-En el cuarto de mi hermano aún se ve una calcomanía de los 80-" que el yo poético llega al estado de ebriedad o de trance "¿cómo llegué hasta ti?/Debo haber estado ebrio/ (pero hace dos días que no bebo)", que siempre caracterizó el Dáimôn de la poesía desde Sócrates: intermedio entre el mundo de los mortales y el de los dioses. Sócrates situaba al Dáimôn en su interior, como lo que permitía ponerse en contacto individual con la divinidad; Esta fuerza religiosa interior, aunque tenga características irracionales, se encuentra domesticada por la razón. Sócrates escogió la divisa de Delfos: “conócete a ti mismo” -¿el Somos lo que somos de Coral?-, decía que quería enseñar a los hombres que cada uno de ellos tenía una misión en esta vida y que la más noble de ella, era la búsqueda de la verdad, la justicia y la bondad.

En la segunda parte, se presentan los recuerdos a través de Golosinas y canciones. Aquí otra dialéctica de lo local y de lo universal: no es necesario ser peruano y haber vivido su infancia en el Barranco de los 70 para beberse las Concordia, usar jabón Camay, tapas de Coca cola, chocomiel, teléfono de cinco cifras, y boleto de la 73. Como Proust, come su madeleine en A la recherche du temps perdu. Para subir al barco de la memoria perdida y volver a sentir el primer beso, la primera cita amorosa y el primer rechazo universal. "Los recuerdos no significan /existen en el intermundo de lo mejor ido /de donde los traemos o vienen despacito / bien educados/ -siento que el horizonte tiene que ver con el bien / --¿no se está poniendo muy narrativo este poema?— Y qué?/ Yo soy y no soy la niña de 9 / Soy y no soy la carretera / Soy los astros / el cielo negro / los cerros escabrosos/ (a los 15 leeré Cumbres Borrascosas y recordaré todo esto)."

Luego, un intermedio (Petit intermezzo), suerte de pequeña pieza,  mezcla de Commedia Dell ‘Arte y farsa francesa, en que el yo poético Arlequín se deja provocar por el Polichinela lector a cambio de unas canchitas humorísticas que tienen sabor a reflexiones metapoéticas: "pero el lector dirá: y tú qué haces. este es el libro del amor de alguien que aparece y luego desaparece es la liebre negra muerta sacada del sombrero blanco esto solo señala un camino ni siquiera el camino esto es un regalo del yo poético al lector ideal o mejor dicho del autor al error… no te preocupes (ocúpate) ya te estoy hueveando…" Pero la pausa entrega más que unas risas cuando el poeta revela su auténtica fe en la inteligencia del lector: "te quiero tanto lector que sería capaz de escribir ‘rimbaud en polvos rosados’, pero no me saldría…"

En la tercera parte, Natura: retorno 1, nos encontramos preparados para que se revelen las consecuencias del recuerdo. Hasta en los mismos versos, todas las contradicciones parecen haber evolucionado hacia una reconciliación que da lugar a una suerte de epifanía anunciada por ritmos y canciones de la naturaleza.La verdad se encuentra en un De Natura Rerum andino, en los cantos de los pájaros y de los ríos y bajo los eucaliptos, cuando viene (y no cae) la noche, en la oscuridad de los bosques que parecen coincidir con la naturaleza de las cosas y la esencia del ser, "bajo tierra / las ramas tendrán tiempo de soñar / con un mundo sin hombres ni pájaros", y eso gracias a una suerte de encantación mántrica: "No hay certezas /  por tanto sigo trabajando / solo repito un par de veces al día: / la onda que arrulla será la onda que hiere",  

¿con eso el Captain Coral habrá logrado su primer retorno?

 

 


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