No. 78/Abril 2015 |
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Gerardo Miranda (Ciudad de México, 1984) lo que el astronauta extraviado le confesó a su rescatista segundos antes de que su memoria se viera consumida por el recuerdo de las explosiones solares y el llanto de los pájaros pura astronave brilla siempre 1. el grito de piedra toma forma en el vacío rodeando una manada de estrellas dispersas que gimen y gritan la ventaja más plausible de ser un astronauta es no pisar la mierda de los perros en la acera bajo el cenit artificial que nos ilumina de nariz a rabo y la palmada sin eco como el último acto desesperado sea entonces el tieso encanto de una nave que se aleja sea pues este acto registrado como el último antes del descenso 3. descendimos por las nubes articuladas donde el sonido del vacío hace eco en la transparencia de nuestra manos tan despacio tan de pronto tan articuladas las fronteras que nos limitan el contorno el abismal sonido de las palmas al juntarse desemboca en el principio primero del desastre la amenaza para la destrucción del cielo la ebullición de la sangre en la cabeza el opaco olor a naftalina que inunda nuestra nube destrozada plateado fuselaje piel de repuesto entre los dedos el tercer planeta es un presagio que no llega 6. las paredes reblandecidas suaves como riñones de cordero no soportan el embate del vacío revólver luminoso disipa nuestras cabezas desde el cielo nuestros cuerpos convertidos en fósiles descansarán en una lejana playa libre de turistas el aterrizaje no tendrá fin y celebro las espinas del vacío escaleras para un cadáver mutilado |