El Paraíso perdido de John Milton (1608-1674)

 


Por Gerardo Piña

 

Better to reign in Hell, than serve in Heav’n (I, 263-4)1

 

Este 2008 se celebran cuatrocientos años del nacimiento de John Milton; el poeta más reverenciado de Inglaterra.

Poemas como “Lycidas” (1638) o “Il Penseroso” (1633) dan muestra de la búsqueda que había en el autor de hablar de lo perdido. La pérdida vista en el despertar sin la persona amada, en los atardeceres, en los paseos. Areopagitica (1644) se reconoce como uno de los tratados mejor escritos en contra de la censura. Su obra más importante es Paradise Lost (Paraíso perdido). Poema puente entre la tradición clásica desde Homero y Ovidio hasta el romanticismo de Wordsworth y William Blake, en cuyas obras la influencia es total.

Rebelde y virtuoso, Milton se parece más al Satán de su poema que al arcángel Rafael. Su pensamiento político le trajo varios enemigos dentro y fuera del Parlamento pero su obra Paradise Lost le trajo más.

Durante casi dos décadas escribió panfletos en contra de los obispos y su forma corrupta de gobernar la Iglesia. En 1642, a los 33 años de edad, John Milton se casó con Mary Powell, una joven quince años menor que él. A las pocas semanas de haberse celebrado el matrimonio, Mary decidió abandonarlo y volvió a casa de sus padres. Este golpe llevó a Milton a cuestionar constantemente el papel social de la mujer y escribió en favor de otorgarles más derechos. También fue después de este episodio que escribió varios textos en defensa del divorcio, escandalizando al Parlamento. Cuando Charles I fue decapitado en 1649, Milton defendió en su Tenure of Kings and Magistrates el derecho de los súbditos a deponer a su rey. Los temas de la pareja, el abandono y el libre albedrío serían constantes en su obra.

Paradise Lost
(1667) es considerado por muchos como el más grande poema de la lengua inglesa. Al principio, su autor pensó escribir una tragedia, pero al final escribió una épica cuyo tema es la expulsión de Adán y Eva del paraíso terrenal.

Debido a que el tema era impropio o al menos, inusual, en la épica; al hecho de que el poema permite simultáneamente una lectura alegórica sobre la vida y la filosofía de su autor; a que Satán tiene los mejores parlamentos en la obra; y a la fantástica sonoridad y precisión del verso blanco en que está escrito, Milton fue poco apreciado y reconocido por sus coetáneos. Paradise Lost ofrece al lector uno de los mayores logros de la poesía en lengua inglesa y un acercamiento a una de las más desafiantes perspectivas del universo visto desde el siglo XVII.

Al igual que en De Rerum Natura de Lucrecio, Milton concibe el universo como una esfera suspendida en una suerte de abismo o vacío desde donde el Caos se asoma de cuando en cuando. El Caos es personificado porque Dios se habría servido de él para la creación del universo y lo mantiene a la mano, suspendido en la nada, para el momento en que decida terminar con el universo (tanto Lucrecio como Milton han concebido ese momento como una colisión o un cataclismo). Dios habría creado el Infierno después de la rebelión de los ángeles comandados por Lucifer, pero como esto le tomó nueve días, los ángeles (ya demonios tras la expulsión) permanecieron cayendo en un abismo, en un vacío, durante algo que en parámetros humanos debió durar una eternidad. El espacio que ocupa este Infierno en la cosmovisión de la época de Paradise Lost sería el límite inferior del universo. Sin embargo, para Milton, el universo —creado por Dios— es mucho más grande que la Tierra y el Infierno y por tanto los rodea; es decir, el universo es infinito.

Chance governs all. Into this wild abyss,
The womb of Nature and perhaps her grave,
Of neither sea, nor shore, nor air, nor fire,
But all these in their pregnant causes mixed
Confus’dly, and which thus must ever fight,
Unless th’Almighty Maker them ordain
His dark materials to create more worlds…
(II: 910-7)2


El caos se nos presenta como una mezcla de los cuatro elementos que, según los isabelinos (concepción heredada desde los presocráticos) conforman todo lo existente: aire, tierra, agua y fuego. Si bien el caos y la nada exceden el universo, también existe la materia y el elemento en que cada ser se encuentra. Los espíritus, por ejemplo, son tan puros que cuando vienen a la Tierra pueden adquirir el sexo que quieran: “For Spirits when they please can either sex assume, or both; so soft and uncompounded is their essence pure” (I:423-5).3

El lenguaje de Paradise Lost es particularmente innovador porque plantea varias diferencias con respecto a la cosmovisión de su tiempo. En las alegorías, por ejemplo, manifiesta que el Cielo y el Infierno —sin dudar de su existencia— también son regiones de la mente en los que uno puede quedar atrapado: “The mind is its own place, and in itself / Can make a Heav’n of Hell, a Hell of Heav’n” (I: 254-5).4 (Esta idea es una de las que más influirían en la poesía de William Blake.)

Podemos hacer, a través del dolor, del Infierno nuestro elemento como el éter lo es para los ángeles o el agua para los peces.

Our torments also may in length of time
Become our elements, these piercing fires
As soft as now severe, our temper changed
Into their temper; which must needs remove
The sensible of Pain…
(II: 274-8)5

El Caos, tras la expulsión de Adán y Eva, se fue colando en todo lo existente y es la causa de las imperfecciones sutiles dentro de la gran perfección que es la Naturaleza. El ser humano puede equilibrar o sucumbir ante el exceso de los elementos que conforman lo existente: alguien propenso al agua puede equilibrarse con aire y entonces sentirse bien, pero puede excederse de agua y entonces enfermar (en la época de Milton se pensaba que los cuatro elementos arriba mencionados se encontraban en los alimentos en mayor o menor medida al igual que dentro de nuestro organismo. El desequilibrio de los mismos provocaba las enfermedades físicas y mentales).

Milton propone que dentro de las relaciones sociales y de pareja tal equilibrio tiene más que ver con el libre albedrío y la razón que con la conservación de un orden cósmico, el cual no podemos acabar de comprender cabalmente puesto que es obra de Dios.

Después de que Adán le dice a Eva: “…for nothing lovelier can be found / In woman, than to study household good, / And good works in her husband to promote (IX: 232-4)”6 Satán aparece reptando en forma de serpiente. Simboliza no sólo al ser maligno que todos sabemos habría incitado a Eva al pecado. También representa uno de los estratos más bajos (quizá el más bajo) de la enorme cadena de los animales y seres vivos. Milton va a construir un discurso en el que se mira a Eva como nunca la vio Adán.

Wonder not, sov’reign mistress, if perhaps
Thou canst, who art sole wonder, much less arm
Thy looks, the Heav’n of mildness, with disdain,
Displeased that I approach thee thus, and gaze
Insatiate, I thus single, nor have feared
Thy awful brow, more awful thus retired.
Fairest resemblance of thy Maker fair,
Thee all things living gaze on, all things thine
By gift, and thy celestial beauty adore
With ravishment beheld, there best beheld
Where universally admired; but here
In this enclosure wild, these beasts among,
Beholders rude, and shallow to discern
Half what in thee is fair, one man except,
Who sees thee? (and what is one?) who shouldst be seen
A goddess among gods, adored and served
By angels numberless, thy daily train.
(IX: 532-548)7

Satán conoce su condición de sierpe encantadora y de alguna forma cumple con su destino. Nos recuerda un poco al papel de Judas, quien debe cumplir con su traición para que llegue el perdón a los hombres a través del sacrificio de Cristo. El que logre incitar a Eva al pecado hace de Satán el motor fundamental de lo que se conoce como felix culpa. Es decir, el pecado original expulsó a la humanidad del paraíso pero también nos heredó la oportunidad de ganarlo. Sin esa primer falta no habríamos tenido el libre albedrío ni la posibilidad de desarrollarnos como seres humanos. (Sólo las bestias y los ángeles carecen de libre albedrío: las primeras, por carecer de razón; los segundos, porque su comprensión de Dios es inmediata.)

Las líneas de Satán dirigidas a Eva nos hablan del origen de una poesía que de otro modo estaría vedada a la mujer y al hombre que reinaban sobre todas las criaturas del paraíso. Igual o acaso más blasfemo resulta lo que dice Adán a Eva y a Dios una vez que descubrió que ella comió del fruto prohibido.

Out of my sight, thou serpent, that name best
Befits thee with him leagued, thyself as false
And hateful; nothing wants, but that thy shape,
Like his, and colour serpentine may show
Thy inward fraud, to warn all creatures from thee
Henceforth; lest that too Heav’nly form, pretended
To Hellish falsehood, snare them. But for thee
I had persisted happy, had not thy pride
And wand’ring vanity, when least was safe,
Rejected my forewarning, and disdained
Not to be trusted, longing to be seen
Though by the Devil himself, him overweening
To overreach, but with the serpent meeting
Fooled and beguiled; by him thou, I by thee,
To trust thee from my side, imagined wise,
Constant, mature, proof against all assaults,
And understood not all was but a show
Rather than solid virtue, all but a rib
Crookèd by nature, bent, as now appears,
More to the part sinister from me drawn,
Well if thrown out, as supernumerary
To my just number found. O why did God,
Creator wise, that peopled highest Heav’n
With Spirits masculine, create at last
This novelty on earth, this fair defect
Of nature, and not fill the world at once
With men as angels without feminine,
Or find some other way to generate
Mankind?
(X: 867-895)8

La soberbia, el egoísmo de Adán según descrito por Milton, rebasa el de Satán. Si su diatriba hubiera resultado en plegarias atendidas, Dios podría haber producido un mundo masculino. (Ante semejante visión habría más qué agradecer a Satán que victimar al primer hombre.)

Una vez que el pecado original ha sido consumado, Adán conoce la muerte mediante una visión que el arcángel Miguel le presenta. El tratamiento de este tema es uno de los más atractivos en todos los registros y épocas de la literatura. La muerte, asociada al mal y a la enfermedad aparece de pronto como si fuera la primera vez que la vemos. El catálogo de males que el arcángel Miguel pone frente a Adán y que el pecado original ha provocado es uno de los más evocativos de la poesía por su enorme capacidad de síntesis.

But have I now seen death? Is this the way
I must return to native dust? O sight
Of terror, foul and ugly to behold,
Horrid to think, how horrible to feel!
        To whom thus Michaël. Death thou hast seen
In his first shape on man; but many shapes
Of death, and many are the ways that lead
To his grim cave, all dismal; yet to sense
More terrible at th’ entrance than within.
Some, as thou saw’st, by violent stroke shall die,
By fire, flood, famine; by intemperance more
In meats and drinks, which on the earth shall bring
Diseases dire, of which a monstrous crew
Before thee shall appear; that thow may’st know
What misery th’ inabstinence of Eve
Shall bring on men. Immediately a place
Before his eyes appeared, sad, noisome, dark;
A lazar-house it seemed, wherein were laid
Numbers of all diseased, all maladies
Of ghastly spasm, or racking torture, qualms
Of heart-sick agony, all feverous kinds,
Convulsions, epilepsies, fierce catarrhs,
Intestine stone and ulcer, colic pangs,
Demoniac frenzy, moping melancholy
And moon-struck madness, pining atrophy,
Marasmus, and wide-wasting pestilence,
Dropsies, and asthmas, and joint-racking rheums.
Dire was the tossing, deep the groans; Despair
Tended the sick busiest from couch to couch;
And over them triumphant Death his dart
Shook, but delayed to strike, though oft invoked
With vows, as their chief good, and final hope.
(XI: 462-493)9

La muerte es vista por Adán en toda su expansión a través de un punto suspendido en el espacio. Cobrar conciencia de nuestra finitud a través del concepto de la muerte es quizás la forma más contundente de afianzarnos a la vida. No así el duelo ni el sufrimiento de la enfermedad o la tortura que pueden provocar en nosotros un deseo de morir. La visión que tiene Adán ante sí y que podríamos calificar de escatológica es en realidad la de un comienzo. El ser humano comienza a vivir como tal mediante un proceso doloroso. Adán y Eva son expulsados del paraíso pero sobre todo son desprendidos de la gracia de Dios. Habrán de encontrar su lugar dentro del caos y la extensa cadena del ser generación tras generación. Cada individuo habrá de situarse a través de la conciencia en el universo. Satán, por su parte, ya había experimentado algo similar una vez que encontró que Dios no le había dejado alternativa más que ser amo en las tinieblas y conformar con ello el lado oscuro de la creación.

O had his powerful destiny ordained
Me some inferior angel, I had stood
Then happy; no unbounded hope had raised
Ambition. Yet why not? Some other Power
As great might have aspired, and me though mean
Drawn to his part; but other Powers as great
Fell not, but stand unshaken, from within
Or from without, to all temptations armed.
Hadst thou the same free will and power to stand?
Thou hadst: whom hast thou then or what to accuse,
But Heavn’s free love dealt equally to all?
Be then his love accursed, since love or hate,
To me alike, it deals eternal woe.
Nay cursed be thou; since against his thy will
Chose freely what it now so justly rues.
Me miserable! Which way shall I fly
Infinite wrath, and infinite despair?
Which way I fly is Hell; myself am Hell;
And in the lowest deep a lower deep
Still threat’ning to devour me opens wide,
To which the Hell I suffer seems a Heav’n
(IV: 58-78)10

La primera gran falta del hombre se concentra en la imagen de una de sus consecuencias inmediatas: el sexo. Poéticamente, la escena siguiente es una de las más cautivadoras de toda la obra por el equilibrio que hay entre sentido, ritmo y sonoridad del verso. Después del pecado, Eva y Adán conocen el amor de otra manera. Esta imagen, a través de la fuerza del verso de Milton, nos presenta una de las grandes paradojas que habitan en cualquier sistema amoroso, ontológico y ético: en la transgresión y en el caos también pueden encontrarse la pasión y la poesía. Un isabelino diría que es normal ya que el caos es también de origen divino.

Much pleasure we have lost, while we abstained
From this delightful fruit, nor known till now
True relish, tasting; if such pleasure be
In things to us forbidden, it might be wished,
For this one tree had been forbidden ten.
But come, so well refreshed, now let us play,
As meet is, after such delicious fare;
For never did thy beauty since the day
I saw thee first and wedded thee, adorned
With all perfections, so inflame my sense
With ardour to enjoy thee, fairer now
Than ever, bounty of this virtous tree.
        So said he, and forbore not glance or toy
Of amorous intent, well understood
Of Eve, whose eye darted contagious fire.
Her hand he seized, and to a shady bank,
Thick overhead with verdant roof embow’red
He led her nothing loath; flow’rs were the couch,
Pansies, and violets, and asphodel,
And hyacinth, earth’s freshest softest lap.
There they their fill of love and love’s disport
Took largely, of their mutual guilt the seal,
The solace of their sin, till dewy sleep
Oppressed them, wearied with their amorous play.
(IX: 1022-1045)11

Hablar hoy de una épica con carácter mítico y fundacional resulta pertinente a cuatrocientos años del nacimiento de su autor porque nos permite un breve examen de conciencia del cosmos y el lugar de la humanidad dentro del mismo. Con Paradise Lost, su obra más importante, Milton recrea la rebelión de Satán y los ángeles caídos, la seducción de Eva, el pecado original y el estado actual del hombre de acuerdo con la tradición Judeocristiana. Al mismo tiempo nos habla de los pasos y altercados cósmicos a los que el alma es sometida en su largo y tortuoso proceso por alcanzar la gracia divina. También nos muestra el estado de salud con que gozaba la cosmovisión entonces. Comparada con la duda constante, la relatividad de todos los conceptos y la visión democrática de la vida que impera en estos tiempos, el universo de Milton era entonces más dinámico. Su caos y orden permitían al ser humano ubicarse dentro de la existencia de todas las cosas reconociendo sus diferencias e importancia. La inclusión de todos los asuntos humanos dentro de un esquema mayor, universal, hacía del hombre un ser en constante desarrollo dentro del gran desarrollo que describe el comportamiento del cosmos; al humano no le era ajeno nada humano pero tampoco nada existente. Leer a Milton es recordarlo.

 


1 “Mejor reinar en el Infierno que servir en el Cielo.” (Todas las traducciones de Paradise Lost en el presente texto son mías. El criterio de las mismas es el de acercar al lector el sentido original. Para una traducción rítmica recomiendo al lector consultar la edición bilingüe de Enrique González Castellón, Abada Editores, 2005).

2 “El azar gobierna todo. Dentro de este salvaje abismo, el vientre de la Naturaleza y quizás su tumba, de ningún mar, ninguna orilla, ningún aire, ningún fuego, sino todos éstos mezclados, confundidos, en sus causas primigenias; los cuales habrán de combatir eternamente a menos que el Creador Todopoderoso disponga sus oscuros materiales para crear más mundos.”

 

3 “Pues los espíritus pueden asumir cualquier sexo que deseen, o ambos a la vez; tan suave y simple es su esencia pura.”

 

4 “La mente es su propio lugar y dentro de sí puede hacer un Cielo del Infierno, un Infierno del Cielo.”

 

5 “Nuestros tormentos también pueden convertirse en nuestros elementos al paso del tiempo, estos fuegos cortantes pueden resultar tan suaves como severos son ahora, nuestro temperamento convertirse en su temperamento, el cual debe por fuerza despojarse del sentido del dolor.”

 

6 “Pues no puede hallarse en una mujer nada más encantador que el que estudie los asuntos de la casa y que fomente buenas acciones en su esposo.”

 

7 “No te sorprendas, soberana señora, si quizás no puedes siendo tú misma una maravilla, cubrir con desprecio hacia mí tu apariencia, Cielo de afabilidad, disgustada de que me acerque y te mire insaciablemente, pues vengo solo y no he temido tu ceño en señal de rechazo, pues más terrible sería verte volver la cabeza. Eres la más bella semejanza de tu bello Creador, en ti concentran su mirada todas las cosas vivas, todas otorgadas. Y adoran tu belleza con arrobo admirada, ahí mejor apreciada desde donde se admira universalmente; pero aquí, en este medio salvaje, entre estas bestias, observadores rústicos y sin capacidad para discernir la mita de lo que en ti es bello; excepto un hombre, ¿quién te mira? (¿y qué es un hombre nada más?) A ti, quien debe ser mirada como diosa entre los dioses, adorada y servida por innumerables ángeles, tu séquito diario.”

 

8 “Fuera de mi vista, serpiente, ese nombre va tan bien contigo como con aquél a quien ligado está, eres igual de falsa y odiosa; nada te falta salvo que tu forma, como la de él, y el color serpenteante pudieran mostrar tu fraudulento interior, para advertir a todas las criaturas de aquí en adelante; a menos que una forma tan celestial que pretende la falsedad del Infierno los engañe. De no ser por ti habría permanecido feliz, si tu orgullo y desvariada vanidad, cuando menos era propicio, no hubieran rechazado mi advertencia, y despreciado el ser digna de confianza, esperando ser vista por el Diablo mismo, soberbio para poder alcanzar más allá de sus límites, pero con la serpiente encontrarse, ser engañada y seducida; por él, tú; y yo, por ti. Había confiado en ti teniéndote a mi lado, te imaginaba prudente, constante, madura, a prueba de todo tipo de ataques, y creí que entendías que todo eso no era sino una ilusión más que una virtud sólida. Eres una costilla torcida por la naturaleza, doblada como ahora se ve, extraída de mi parte más siniestra, por fortuna arrancada: el sobrante en el balance de mi cifra. ¡Ay!, ¿por qué Dios, sabio creador, que pobló el alto Cielo con espíritus masculinos creó al final esta novedad en la tierra, este bello defecto de la naturaleza y no llenó el mundo de una sola vez con puros hombres al igual que el reino de los ángeles sin seres femeninos, o por qué no encontró otra manera de que la humanidad se reproduzca?”

 

9 “¿Pero acabo de ver la muerte? ¿Es esta la manera en que habré de regresar al polvo? ¡Ay, qué vista del terror tan nauseabunda y dura de mirar; terrible de pensar, horrible de sentir! Entonces Miguel le dijo: ‘Has visto la Muerte en forma de hombre por vez primera; pero hay muchas formas de la muerte y muchos son los caminos que conducen a su cueva sombría, todos funestos; sin embargo más terribles son en el umbral que dentro. Algunos, como lo has visto, habrán de morir por un golpe violento, por fuego, inundaciones, hambrunas; más por excesos en la bebida y la carne, los cuales habrán de traer sobre la tierra graves enfermedades, de los cuales una monstruosa tripulación aparecerá ante ti; para que puedas conocer la miseria que la falta de abstinencia de Eva habrá de traer a los hombres.’ Inmediatamente apareció un lugar frente a sus ojos, triste, fétido, oscuro; parecía un leprosario donde yacían enfermos de todos los males, de ataques espantosos o en tortura incontrolable, aprensiones y agonías de enfermedades del corazón, todos los tipos de fiebre, convulsiones, epilepsias, catarros feroces, piedras en el intestino y úlcera, dolores de cólico, frenesí demoníaco, depresión melancólica y locura causada por la luna, atrofia inmovilizante, desnutrición y una pestilencia que consume por completo, hidropesía, asma y dolores atroces por reumas en las articulaciones. Espantosas eran las sacudidas, profundos los lamentos; Desesperación mantenía ocupados por completo a los enfermos de lecho en lecho; y sobre ellos triunfante la Muerte preparaba su flecha pero se demoraba en acertar, aunque con frecuencia era invocada con juramentos, como su mayor bien y última esperanza.”

 

10 “¡Ay! Si su poderoso destino me hubiera hecho un ángel inferior, hubiera sido feliz; ninguna esperanza infinita ha provocado la ambición. ¿Y por qué no? Algún otro Poder tan grande como el suyo podría haber dado el soplo de vida y a mí, aunque malo, traer a su lado; pero otros Poderes tan grandes no cayeron, se sostienen incólumes, desde dentro o desde fuera, están armados contra todas las tentaciones. ¿Tienes tú el mismo libre albedrío y poder para sostenerte? Lo tuviste: ¿a quién tienes entonces o a qué para acusar sino al amor libre del Cielo, repartido a todos por igual? Sé entonces su amor maldito, ya que amor u odio, lo mismo da para mí, es causa de eterna aflicción.
No, maldito seas; ya que contra su voluntad escogiste en libertad lo que de ahora con justicia te lamentas.
¡Miserable de mí! ¿En qué dirección habré de volar cólera infinita y desesperación interminable? A cualquier lado que vuele está el Infierno, yo mismo soy el Infierno; y en lo más profundo se abre aún una mayor profundidad, más ancha, que amenaza con devorarme, hacia la cual el Infierno que sufro parece el Cielo.”

 

11 “’Mucho placer hemos perdido mientras nos abstuvimos de este fruto, verdadero disfrute desconocido hasta ahora, degustación; si tal placer hay en las cosas que tenemos prohibidas, podría desearse que en este solo árbol se hubiera prohibido diez. Pero ven aquí, repuesta, ahora vamos a jugar, tengamos un encuentro como corresponde a tan delicioso alimento; pues nunca tu belleza inflamó mis sentidos con tal ardor de disfrutarte desde el día que te vi por vez primera y que te desposé, mujer de todas las perfecciones adornada, más bella ahora que antes, obsequio de este árbol virtuoso.’
“Así le dijo él, y no se abstuvo de miradas ni juegos de intenciones amorosas, bien lo entendió Eva, cuya mirada era un dardo de fuego contagioso. El la tomó de la mano y a un banco la llevó bajo la sombra, bajo una verde espesura como techo guarecidos, él la condujo sin resistencia; las flores fueron el lecho, flor de pensamiento y violetas y asfódelos y jacintos fueron el más suave y fresco regazo de la tierra. Ahí saciaron su amor y retozaron largamente, de su mutua culpa su encuentro fue el sello, el solaz de su pecado, hasta que el sueño, cubierto de rocío los apresó, cansados de su juego amoroso.”