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Eduardo Casar
(Cd. de México, 1952)


Los signos cambian

Los signos cambian
desde la utilidad del agua
hasta la rotación del cuerpo y la mirada.

Si ponemos el (agua) entre paréntesis
inventamos un charco o una presa;
si la ponemos entre guiones
                        -agua-
un sistema de riego;
si va entre admiraciones
es la sed la que se abre
paso hasta nuestros labios.

¿Qué sucede
con  la palabra “amor”  entre comillas?
Pónselas, y tendrás que pensar
dónde escondes las manos,
las palabras se vuelven temblorosas
entre comillas
y no quieren ya decir
 lo que dicen.

¿Qué sucede
si pongo tu nombre
entre interrogaciones?

Desapareces, y
...la sombra que te sigue
se convierte en respuesta.

 

El sueño recurrente

Miro las ruinas y los colores: qué gama
de ocres y de cercos y de grises.
El escenario parece incompleto,
como si faltaran enseres para hacerlo creíble.
Alguien dirige el sueño.
Alguien eligió a los actores y los está enfocando en plano medio.
Un guión incompleto, con los bordes quemados
(como los mapas del tesoro de un niño),
es lo que saben de memoria. Y además improvisan.

¿Por qué siempre la casa sobre las montañas que dan al mar?
¿Por qué siempre durante un viaje de estudios, un congreso,
una comunidad de comentarios?

Alguien debe estar dirigiendo.
Tú sólo eres el set
de un guión lleno de huecos.

 

Escribir x escribir

Se trata, simplemente, de ponerse poético,
en las rodillas de la genuflexión
(genus =rodillas) (flexión) de las palabras,

                                      como siempre

que acometemos algo al despertarnos
o nos vamos al campo o viene el campo
a tocarnos la puerta por descuido.

Se trata simplemente de ponerse a las órdenes,
                                   las mendicantes órdenes
                                          de la palabra escrita.

Por consiguiente y por amor que es como surgen
los manantiales vientres de las cosas, el primer día
puede o tiene que ser
una especie de semilla del Nilo, un programa, un manifiesto
que consagre reuniones, discrepancias,
como todo
cuando es acordado entre dos entes dados
de salud y tinieblas, o por qué no
las cuerdas, o por qué no
una rara cavidad en el mar,
o
las ganas de llegar hasta donde

ni tú ni yo sabemos, ni nosotros,

como si fuera un mapa, o el periplo
de los nombres que están en la memoria.

Continuemos: que no tuviera orografía ni nombres, ese mapa,

solamente el trazo que zarigüeya
y no encuentra una cárcel
que reproduzca olores del contexto,
la encrucijada o la nariz que se bifurca y convierte
a los cuatro caminos de los hombres,
el arriba y abajo, el adentro y afuera,
en una forma rara
de quedarse callados mientras llega la lluvia.

Afuera está lloviendo: ese tipo de agua delincuente
a nadie le hace nada,
nadie le tiene miedo, pobre lluvia que ni siquiera toca
la superficie seca de las cosas,
sólo el lado interior con sus arenas,
sólo sus mecanismos de reloj de pared
y los esmalta.

Hoy, por ejemplo, (aunque hoy es cualquier día,
depende quién lo diga, desde cómo, hasta cuándo)

lo que se nota más
es la luz que calienta al mundo utilizando tonos
demasiado brillantes, la alfombra menos persa
                                de la vegetación más verde
que se siente (la alfombra) cálido invernadero,
pezón de vida duplicada en los cielos del celo,
las orillas de todo se disuelven,
el ser se vuelca en res,
las sillas de madera en sus nudos hinchados,
todo se vuelve sangre, el tiempo es trago fuerte
pero en verdad no puede
disolver ya la sangre,

sangra lo blanco como si fuera sueño,

todo lo iluminado, centímetro a centímetro
edificando próceres, siluetas personales,
maneras de moverse, la sombra de la planta que parece que finge
archipiélago oscuro allá en el ogro golfo de un rincón,
la escultura del pez señalando el poniente, como una negra
veleta submarina en el fondo de un parvo oceáno transparente...

 

Adolecer

Desatraer, querer
que algo nos falte.

Adolecer, saber
que algo nos falta.

Dentrotraer, tratar
de que lo que nos falta
abandone su sitio
y se meta en el nuestro.

Licuefacer, entrar
en otra forma
en un cuerpo distinto.

Lozanecer, notarse

    en un cuerpo distinto.

 

 


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