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portada-cuaderno.jpg Cuaderno de Laura
Javier Contreras, DCO, México, 2008

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Cauto amor

Ermitaña mudez
de un amor cauto
-desesperado no,
sin esperanzarme
ahoga
el ascetismo
de sus páginas.

Violas evanescentes
del silencio,
música dulce
en retirada,
¿cómo surcar
el laberinto
de sus mallas?

Para que ella
no tema
deshabito
mi casa.

Le regalo
el vampiro,
mi ángel
y
el fantasma.




Amor incauto

Incauto amor,
desnudo desparpajo,
impúdico su incendio
vocifero:
¡es toda miel
la brasa
de este abrazo!
¡toda batalla tierna
su hiriente melodía!
A su hoguera
me pliego
como al texto
los párpados.
¡No quiero paz!
¡Es mi oración
la blasfemia
de esquirla y cortesía!




El cantor

Aúllo.
Josefi no canino
erosionado,
rascándose
el pelaje
apaisajado
con dibujos
de celo
y pesadumbre.

Aúllo. Aúllo.
Perro mestizo
y solitario,
minándose
la espina
esperanzada
en el muro
del hambre
y el ridículo.

Aúllo.
Aúllo. Aúllo.
Lúcidamente
desolado y
dulce.

Me avanza
incontenible
por los belfos
un ladrido
ulular
y sin consuelo.

Las semillas del alma se amotinan y yo me incendio de esperanza. Mis brazos te acercan y te ruegan estremecidamente obscenos y desnudos. ¡No te vayas! ¡Que se trasmuten los metales de tu afecto y te descubras milagrosamente enamorada! ¡Qué torpe el laborar de mi plegaria en la cárcel del ansia acorralada! Sordera de un varón empecinado. ¡Si el arpa del milagro está sonando: mi amor y tu amistad, hermosa y elegante, dialogan en la alquimia de un acorde!





Canción

If you see her, say hello.
Bob Dylan


Que los peces
de la luz
te bendigan
a besos
y las aves
del tiempo
te regalen
su alba.

Que el eco
te despliegue
su abanico
y el relámpago
te entregue
su esperanza.

Que el cauto amor
no se descarrile
y hasta mi
sombra turbia
acompañe
tu danza.




Lázaro 

Yo tenía una lámpara/ y tú la luz/¿Quién ha vendido la mecha?
Jacques Prévert

Voy a sobrevivir,
voy a habitar la sobrevida,
su estigma edulcorado,
ungido del ungüento
de los meses
y sus domesticadas
infusiones.

Me olvidarás
en el incendio
mezquino
de un cigarro
Te extraviaré
en la neblina
de un insomnio
sin fiebre.

Seremos la sonrisa
de unos amigos
mansos,
miradas sin
abismo,
bocas
sin  beso
ni gemido.

Se apaga el alfabeto
de nuestras melodías.

Voy a resucitar.

Lázaro gris.

Tú nunca has muerto.

 


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