Con la aparición del tomo IX del Diccionario de escritores mexicanos siglo XX se han logrado dos metas: alcanzar el omega de nuestro abecedario, pero también aportar al estudio de la biobibliohemerografía de la literatura mexicana, un instrumento valioso de análisis y estudio. En términos personales, este tomo me parece tan importante como el tomo VI (N-Q), pues si éste contiene la ficha de autores como Novo, Owen y Pellicer (además de Nandino), escritores ligados al brillante grupo de los Contemporáneos, en el tomo IX encontramos a Usigli y Villaurrutia. Del mismo modo, si el tomo VI contiene a novelistas de renombre como Fernando del Paso, Sergio Pitol o Elena Poniatowska, el IX no desmerece al darle cabida a tres autores que incursionaron en el género de la Revolución, como lo son Francisco L. Urquizo, José Vasconcelos y Agustín Yáñez, o con narradores existencialistas como es el caso de Josefina Vicens, además de que anuncia la plena renovación que en este género se está dando con plumas como la de Eloy Urroz, Jorge Volpi (ambos narradores provenientes de la generación del Crack), Gonzalo Vélez o Fernando Vallejo.

En cuanto a la poesía la nómina de poetas recogida muestra la disparidad de voces que caracteriza el ejercicio del género lírico en nuestros días. El lector juzgará la riqueza de tonos que evocan nombres como los de Concha Urquiza, Francisco Valero, Enzia Verduchi, los dos Villarreal, José Javier y Minerva Margarita, Óscar Wong, Ricardo Yáñez o Eraclio Zepeda. Asimismo este tomo IX cuenta con gente prolífica dentro de la profesión escénica, como lo son Tomás Urtusástegui, Yolanda Vargas Dulché y Maruxa Vilalta, o académicos notables como el miembro de la Academia Mexicana de la Lengua Benjamín Valdivia, la recientemente desaparecida Paola Vianello, el investigador emérito por la UNAM Germán Viveros y la doctora Walquiria Wey, eruditos que prosiguieron el oficio que antes desempeñaron brillantemente Edmundo Valadés, Rafael Heliodoro Valle y Artemio del Valle Arizpe. Y quizás como un rasgo característico de este volumen se pueda referir el alto nivel que en disciplinas hermanas de la literatura, como lo son la filosofía y la historia, se patentiza a través de la presencia de Ramón Xirau, Silvio Zavala y Leopoldo Zea. Espero que esta revisión somera de la nómina contenida en el volumen nueve abra el apetito de todos aquellos lectores, investigadores, alumnos o público en general interesado en nuestras letras.