Cynthia Hogue. Reflexiones sobre la poética educativa y el poder del verso crítico.


Por Fernanda Oyarvide y Benjamín Palmer


La poesía es un género que atraviesa muchos mundos, como el de la filosofía, la narrativa o la música, por citar algunos de ellos. Lamentablemente en nuestro país la poesía sigue siendo un género marginado por la sociedad lectora, disfrazado de elitismo y olvidado por el sector educativo. Nuestra propia idiosincrasia, esa herencia que nos venda los ojos, nos ha alejado de nuestra tradición poética, apartándonos de esa invaluable fortuna de versos que nos pertenece y nos representa. Cultivar hábitos de lectura y acercar a los jóvenes a la construcción del pensamiento por medio de la literatura, brindándoles herramientas que les permitan cuestionar el mundo que los rodea puede develarnos el camino hacia una sociedad más unida, una sociedad preparada para enfrentar lo que venga.

No. 76 / Febrero 2015


Cynthia Hogue. Reflexiones sobre la poética educativa y el poder del verso crítico.


Por Fernanda Oyarvide y Benjamín Palmer


La poesía es un género que atraviesa muchos mundos, como el de la filosofía, la narrativa o la música, por citar algunos de ellos. Lamentablemente en nuestro país la poesía sigue siendo un género marginado por la sociedad lectora, disfrazado de elitismo y olvidado por el sector educativo. Nuestra propia idiosincrasia, esa herencia que nos venda los ojos, nos ha alejado de nuestra tradición poética, apartándonos de esa invaluable fortuna de versos que nos pertenece y nos representa. Cultivar hábitos de lectura y acercar a los jóvenes a la construcción del pensamiento por medio de la literatura, brindándoles herramientas que les permitan cuestionar el mundo que los rodea puede develarnos el camino hacia una sociedad más unida, una sociedad preparada para enfrentar lo que venga.

Como educadores debemos construir los cimientos de nuevas perspectivas poético-educativas, acercarnos a ejemplos tangibles en los que la poesía ha transformado los significados en fortaleza y ha intervenido como vehículo de entendimiento de nuestras propias realidades.

Con una reconocida trayectoria como escritora y crítica literaria, Cynthia Hogue nos comparte su visión acerca del papel de la poesía en la educación y la importancia del poema en la restauración de la conciencia social. En su poemario When the Water Came: Evacuees of Hurricane Katrina, la autora transformó la realidad de una catástrofe en un abanico de voces y experiencias individuales como un elemento regenerador de la sociedad. Voces que de ninguna otra manera podrían haber sido escuchadas, lamentos que se perdían en el sufrimiento colectivo, encontraron un medio para expresarse a través de estos poemas con sonidos independientes. Por un lado, la pérdida, el desalojo, la incertidumbre, la tristeza y la destrucción. Por el otro, la fuerza, la ayuda, la humildad, la vulnerabilidad de una sociedad que se quedó desnuda en el centro del huracán. Y en medio de eso la poesía restaurando aquellas finísimas piezas de realidad.


¿Podría contarnos en qué momento se enamoró de la poesía?

Empecé a escribir, casi espontáneamente, a los ocho años. No recuerdo bien cuándo me enamoré de la poesía, pero sí recuerdo perfectamente cuándo me enamoré de los libros. Mi madre me llevó a una pequeña biblioteca– una vieja y maravillosa biblioteca llamada Carnegie Library, que todavía existe en el barrio de Gloversville, en Nueva York–  y recuerdo que solía sacar muchos libros, cientos de ellos, para leerlos durante horas cuando llegáramos a casa.

A los diez años escribía todo tipo de géneros e intenté publicar un diario en mi colonia con algunos amigos, pero tuve que escribirlo todo yo sola, así que solo me fue posible publicar el primer número. Cuando ingresé al bachillerato tomé una clase de Escritura creativa– para aquella época era algo muy raro, estábamos en los sesenta– y comencé a tomarme más en serio lo de la escritura, creando algunos poemas que, aunque no eran tan buenos, me impulsaron a seguir escribiendo por varios años. En algún momento de ese camino mis poemas empezaron a mejorar.


La poesía puede acercarnos a comprender nuestras emociones, ¿cómo podemos expandir el uso y la creación de este amuleto de sensibilización?

Esta es una pregunta tan maravillosa e importante porque la poesía es vital para "alentar" la creatividad, como usted dice. Y es igual de importante no desalentar la realización de poemas,
ni siquiera los malos poemas que a veces llegamos a descartar por ser demasiado críticos antes
de tiempo. Tener la oportunidad de enseñar a jóvenes estudiantes y saber lo que va pasar en clase con ellos es bastante impredecible. Un profesor no siempre puede decir –como los míos tampoco me lo dijeron durante años– cuándo un estudiante debe persistir y cuándo la vida lo llevará por otros caminos.

Conozco escuelas de arte en las que los profesores son extremadamente estrictos y críticos, y efectivamente esto ha generado excelentes poetas, pero estas escuelas son muy selectivas; por lo tanto, los estudiantes que asisten a ellas ya tienen precedentes sobre la dedicada tarea de producir arte. En cambio, en las universidades públicas –como en la que yo soy profesora–, los estudiantes asisten a clases por muchas razones diferentes. Tengo estudiantes veteranos que, por primera vez, están escribiendo acerca de sus experiencias de guerra; tengo poetas que se dedican al slam y que están intentando hacer la transición a la poesía lírica con el fin de enriquecer su escritura. También tengo alumnos que escriben ficción y que consideran que aprender poesía les ayuda a trabajar su prosa.

En cualquier caso, el objetivo es que escriban, enseñarles lo sinuoso que puede ser el camino. Sobre todo, invitarlos a escuchar y observar el mundo que nos rodea con especial atención, puesto que esto es lo que les permitirá impregnar sus páginas con ese toque de realidad. Incluso, aunque estén preparados y crezcan como grandes artistas, lo más importante es que su sensibilidad se desarrolle conjuntamente con su formación artística, es decir, que la evolución de su sensibilidad sea un efecto añadido, un beneficio inesperado.


¿Piensa que la presencia del poema, incluso en ambientes que no suelen ser afines a las artes, puede convertirse en una semilla que transforme nuestra perspectiva de la educación?

Una vez más, su pregunta es excelente. Cada vez es más común que vivamos en ambientes alejados del arte, especialmente ahora que existe una crisis económica a nivel mundial. ¿Cuáles son las asignaturas que se suprimen cuando esto pasa? Las clases de arte, por supuesto. Afortunadamente en nuestra época se está empezando a investigar sobre los beneficios curativos del arte. Por ejemplo, tengo una estudiante que actualmente está siendo tratada, debido a un Trastorno Explosivo Intermitente (IED por sus siglas en inglés) derivado de su experiencia en la guerra y que en este proceso, descubrió por sí misma que escribir poesía es favorable para sus capacidades cognitivas y ejercita su cerebro para hacer nuevas conexiones neuronales.

Debemos tomar en cuenta que el arte abre otras perspectivas en nuestro cerebro, otras percepciones. Tal es el caso de la conexión mano-mente (escribir poesía con la mano en lugar de en la computadora) que en realidad es muy importante porque estimula la creatividad y la capacidad expresiva– aunque reconozco que yo no lo hago más, pero creo que debería–. Existen investigaciones científicas que nos ayudan a explicar por qué persisten las artes, por qué los seres humanos continuamos creando arte, incluso en ambientes en donde la actividad artística no es frecuente.

Hace algún tiempo tuve la oportunidad de conocer a un grupo de planificadores urbanos en Arizona que estaban trabajando en una investigación sobre cómo el arte puede elevar la calidad de convivencia en los espacios urbanos. Un claro ejemplo de esto es el centro de Phoenix, que por mucho tiempo careció de desarrollo urbano y que comenzó a repoblarse y a ofrecer actividades culturales a partir de que muchos artistas empezaron a establecerse en esta zona. Ahora la gente quiere vivir en el centro y los índices de criminalidad disminuyeron. Poder ver este cambio ha sido a muy emocionante.

Otro ejemplo de esto, es este maravilloso proyecto que fue financiado por la Casa de los Poetas en Nueva York, para llevar la poesía a los parques zoológicos y que conocí gracias al libro Zoologies de la artista Alison Hawthorne Deming. En él participaron poetas de todo el país. A cada poeta se le designó un parque zoológico para trabajar con el personal del parque y ofrecer "recorridos poéticos" a los visitantes. El proyecto fue planeado por un grupo de científicos que trabajan en la protección y conservación de especies. ¿Cuál era su objetivo? Concientizar a las personas, animarlas a visitar los parques zoológicos, enseñarlas a no observar las especies animales como objetos de entretenimiento, sino como seres vivos sensibles; ayudarlas a entender cómo los zoológicos están colaborando para que algunas especies en peligro de extinción tengan un lugar donde reproducirse.

Científicos y poetas, desde sus propias disciplinas, se enfrentan juntos por la misma causa, pues ambos forman parte de un proceso activo de creatividad avanzada. Una prueba más de que como poetas, aún podemos descubrir o crear rutas inesperadas de acción que tengan un impacto social. Considero que proyectos como este son semillas que van sembrando una transformación en nuestra percepción de la educación y su importancia.

Aunque, debo mencionar, que algunos de los problemas más graves que enfrenta la educación en nuestros días están basados en la diferencia de clases y el acceso digno a la educación. Las personas más privilegiadas se cuestionan poco respecto a esto, ya que pueden asegurar que sus hijos tengan acceso a una buena educación. En cambio, las familias que se enfrentan a crisis económicas, cuyos hijos trabajan para mantenerse a sí mismos y poder continuar sus estudios atraviesan situaciones muy difíciles, pues están viendo los presupuestos de sus escuelas radicalmente recortados y que el acceso a una educación asequible ha sido cuestionado. Personalmente este tema me ha perturbado,
al igual que a muchos otros educadores, por la creciente distancia entre los recursos disponibles para pobres y ricos.


¿Cuál es su consejo para un país que margina el potencial de la poesía en el proceso educativo?

Mi primer y más importante consejo es que haga cambios que eviten esa marginación. Por más de 30,000 años, de acuerdo a lo que conocemos, el arte ha jugado un papel fundamental en la vida del ser humano y nos ha definido como especie y

Supongo que me atrevería a dirigirme a la nación como alguna vez lo hizo Shelley en su obra
A Defense of Poetry. De hecho, la poeta Muriel Rukeyser tenía grandes esperanzas durante la gran depresión y la segunda guerra mundial para la poesía como una parte esencial de la polis. Como lo menciona en su libro de ensayos  The life of poetry, nuestra "voluntad de ganar" se hizo cargo, y después de la guerra, “ganó la publicidad."

México es un país con fuertes tradiciones que, sin embargo, podrían abordarse desde nuevas perspectivas. A diferencia de Estados Unidos, México tiene una larga tradición de poetas, escritores e intelectuales relacionados con organismos públicos. Por ejemplo, admiro y respeto muchísimo el legado de Octavio Paz.

Por supuesto que la posibilidad de influir desde este tipo de ámbitos no es posible para todos, pero creo que contribuir con acciones que generen un cambio es factible. Cuando caigo en la desesperación por determinadas situaciones que se viven en mi país o en mi ciudad, pienso en la labor y en la responsabilidad que nos atañe como artistas que formamos nuevos artistas. En este sentido, es necesario dirigir nuestros esfuerzos a trabajar de manera colectiva con el objetivo de ir más allá para influir en el individuo.

Sembramos una semilla con cada uno de nuestros estudiantes, pero necesitamos (y debemos exigir) que la comunidad científica demuestre la relevancia del arte en la salud de las habilidades cognitivas. Necesitamos (y debemos exigir) que los científicos sociales  sumen su voz a la nuestra para luchar por una misma causa. Necesitamos (y debemos exigir) mejores presupuestos que nos permitan llevar a cabo esta labor tan esencial que tanto puede aportar al bienestar de la sociedad y la educación. Pienso que mi consejo no es a la nación, sino a los profesores, y lo digo siendo perfectamente consciente de lo que conlleva esta difícil tarea.

Quisiera agregar una última cosa, por mucho tiempo Arizona fue uno de los estados en los que no se había establecido el título honorífico de Poeta Laureado, pero el año pasado tuve el honor de formar parte de un gran esfuerzo para instaurarlo. También me tocó formar parte del jurado que nominó a Alberto Álvarez Ríos para ser el primero en recibirlo. En mi opinión, tener la oportunidad de involucrar de manera pública a un poeta comprometido con la comunidad de todo el estado tiene un valor incalculable, pues se ve reflejado en la percepción que el pueblo y el gobierno tienen acerca de la poesía. Ríos visita escuelas rurales y urbanas, bibliotecas, centros culturales, entre otros. Él trae la poesía a personas que nunca han leído un poema, es decir, él es el portavoz de la inspiración y la esperanza.

Mi consejo para México es comenzar a crear estos vínculos entre los artistas y el gobierno. Incluso se podría comenzar a nivel local. Sabemos que no se puede cambiar una nación a corto plazo, pero con estas pequeñas acciones vamos labrando el camino. No debemos centrarnos en el resultado esperado, sino en el proceso, puesto que esta es la parte en la que se puede influir. Si es posible empezar desde arriba, no dejes de intentarlo; pero no olvides que muchas veces el cambio viene desde abajo.


Como educadores, ¿cómo podemos aproximar a nuestros alumnos a la construcción poética para estimular su actividad intelectual?

Pongámoslos a leer poesía, especialmente en voz alta, y asegurémonos de que la compartan desde el momento en el que empiezan a escribir. Construyamos ambientes sólidos, hagamos de la clase un espacio de creación en donde les permitamos sentirse seguros y provoquemos que comiencen su camino en la escritura de una manera honesta y franca. Enseñémosles a entender y aplicar la técnica de la poesía y a celebrar sus logros. Enseñémosles a tomar un fragmento de su diario y sacar/extraer/crear un poema usando este material. Así comenzarán a descubrir por sí mismos la magia que el arte aporta a sus vidas, incluso cuando el panorama no sea positivo. Proyectemos su capacidad, permitamos que muestren todo su potencial y se sientan orgullosos de sí mismos. Y sobre todo respetémoslos.

¿Podría contarnos cómo su acercamiento a la creación poética ha influenciado su manera de enseñar a escribirla?

Siempre escribo de manera intuitiva, pero sin descuidar el contenido, y esa forma de abordar la escritura se refleja también en mi forma de enseñar. A veces pienso que cada clase es una obra de arte, es decir, normalmente tengo un plan para dirigir la clase, una idea sobre algún poema por ejemplo, pero una vez que empiezo a enseñar (o a escribir), voy adaptando el material. Entonces, la clase se convierte en una creación colectiva enfocada a mejorar la escritura individual al máximo, por eso cada actividad es única, un universo que crea una sinergia especial. Así que voy adaptando mis lecciones a medida que evolucionan y personalizo el material con cada clase, e incluso cuando es necesario, con algún alumno en particular. En la medida de lo posible y siempre y cuando tenga tiempo y energía este es mi método.

A menudo escribo con mis estudiantes en clase para propiciar la reflexión acerca del trabajo del escritor. Aunque no siempre les enseño lo que escribo, a veces, si lo que he escrito es malo, se los muestro para que puedan ver que todos, independientemente de nuestro nivel, estamos en un proceso. En otras ocasiones les muestro algo que escribí con la intención de ilustrarles, o algunos borradores con el objetivo de que no olviden la importancia de la revisión.


En 2013 usted fue premiada por su co-traducción de Virginie Lalucq y Fortino Sámano de Jean-Luc Nancy en The Overflowing of the Poem. ¿Qué beneficios puede aportar la poesía traducida a los estudiantes en la sociedad globalizada de hoy?

Lo que me viene a la mente inmediatamente con esta pregunta, y específicamente en los Estados Unidos, es que somos muy ignorantes de lo que pasa en el resto del mundo y que el arte abre fronteras que la política mantiene cerradas. El arte elimina barreras entre los seres humanos. Se puede hablar con todo el mundo, incluso en parábolas, pero no todos pueden entender el mensaje
que hay entre líneas. Entonces, si nos referimos a la poesía traducida, podemos ampliar la perspectiva que nuestros estudiantes tienen acerca del mundo, enseñarles otros puntos de vista surgidos en otros contextos, en otras culturas y formas de pensar. Y a diferencia de todo el contenido que existe en internet, (el porcentaje de poesía traducida es muy pequeño) la poesía traducida utiliza un lenguaje muy pensado para expresar ideas que han sido cuidadosamente meditadas.

La traducción de la poesía puede contribuir a que los educadores resistan la homogeneización de la cultura, así como la aceleración de las cosas, pues leer y entender la poesía lleva su tiempo.


Algunos poetas se alejan de temas relacionados con eventos sociopolíticos. Algunas veces con el argumento de que el poema con tintes políticos no representa arte de calidad o porque piensan que escribir sobre estos temas se trata de eventualidades pasajeras y oportunistas. En su obra, usted ha escrito poemas acerca de las repercusiones del huracán Katrina o sobre la esclavitud. ¿Considera que, a través de este tipo de creaciones, es posible aún aspirar a una autenticidad artística duradera que permita transmitir a las nuevas generaciones la importancia y el impacto que este tipo de eventos tiene?

Primero que nada, considero que es de vital importancia que los poetas conscientemente alejados de estos temas reconozcan que esa postura es en sí misma política. En segundo lugar, es cierto lo que Robert Pinsky (un ex poeta laureado) dijo una vez: que no necesitamos un poema contra la guerra que simplemente nos diga que la guerra es mala y horrible.

En referencia a su pregunta acerca de mi trabajo relacionado con estos eventos, en efecto, realmente creo que la buena poesía también puede ser “política”, siempre y cuando entendamos la política dentro de un contexto poético. En el caso específico de Estados Unidos, nos guste o no, hemos estado escribiendo en una atmósfera politizada desde el 9/11. Y fue precisamente debido a que había tanta deshonestidad y mal entendimiento acerca de todo lo que se relacionaba con la guerra de Irak, que comencé a reflexionar sobre el fenómeno de la mentira en mi poesía y sobre cómo nos matamos unos a otros diciéndonos que existe una diferencia entre el asesinato justo e injusto.

Ese fue uno de los enfoques en los que trabajé, encontrar formas de abordar la guerra sin simplificarla. El reto es no caer en la perspectiva moralista y creo que esta es una de las razones por las que algunos poetas se alejan de la postura política en sus creaciones, pero por otro lado considero que esta actitud también nos limita.

Además, la poesía puede crear situaciones "cara a cara" y este tipo de encuentros ayudan al lector a reflexionar sobre el otro, en los demás. El poema leído puede sacar al lector de sí mismo y transportarlo al mundo de otra persona, no necesariamente como las novelas a través de personajes, sino mediante la reflexión ética. Si hablamos de las cualidades más positivas de la poesía, podemos decir que nos ayuda a activar nuestra capacidad para empatizar, pero también puede funcionar de forma didáctica para informar a los lectores acerca de las realidades, vidas, emociones y sentimientos que ignoran.

En cuanto a mi trabajo sobre el huracán Katrina, en realidad no tuve elección, la magnitud de los hechos no me permitía voltear la vista hacia otro lado e ignorar sus consecuencias; y un libro que me inspiró a dar este enfoque fue The Book of the Dead de Rukeyser. De repente me vi a mí misma convertirme en uno de los muchos artistas que respondieron al desastre, tratando de encontrar una manera (a través de la entrevista-poema) de relatar la experiencia de los individuos que vivieron estas terribles circunstancias, experiencias que no vemos en los noticieros. Quise brindarle al lector una manera de entender lo que significó para esas personas atravesar y sobrevivir a una crisis de este tipo, personas que en algunos casos lo perdieron todo. Ese material me llamó, tocando las fibras más sensibles de mi interior. En cambio mi nuevo libro, Revenance, es muy diferente y mucho más personal.


México es un país rodeado de tragedias. A veces causadas por desastres naturales, pero en su mayoría derivadas de eventos producidos por el crimen organizado y la corrupción del sistema político. ¿Cuál es su consejo para los poetas mexicanos que desean dar una voz a estos temas a través de sus poemas? ¿Pueden sembrar la semilla de la sensibilización social con su poesía?

Supongo que todos sabemos que un poema no detendrá una bomba ni impedirá que este tipo de sucesos ocurran, pero una vida rodeada de violencia es una vida que definitivamente no ha sido tocada por el arte, una vida que carece de belleza. Considero que quienes son capaces de realizar tales atrocidades son eventualmente atormentados por sus propios crímenes. Tal vez soy muy ingenua, pero uno escucha historias acerca de torturadores que buscan la redención. Probablemente son leyendas urbanas, o sean tan pocos que pasen desapercibidos ante la sociedad.

No sé si esto sirva de consuelo, pero el arte tiene mucho más vigencia que los fines letales. Como Virginie Lalucq escribió en el momento en que las bombas caían sobre Iraq, mientras observaba desde París la caída de Saddam Hussein: “a su caída, los dictadores de hoy encabezarán los titulares del mañana”. Vivamos haciendo poemas, y como poetas, ayudemos a forjar caminos hacia la belleza, la empatía y la consideración.

Por supuesto que como poetas somos capaces de generar impacto en nuestros lectores –con un poema de protesta por ejemplo–, pero el poema tendrá un valor que va más allá de este impacto, y esto es justamente lo que el mundo necesita para apagar la negativa flama que la violencia genera.

Después de las terribles desgracias y las dificultades de la Segunda Guerra Mundial, el poeta H.D. escribió un libro en el que se utiliza un sistema de sonidos, en la misma línea de las oraciones y cantos, para activar con cada lectura el principio femenino y equilibrar la desbordante masculinidad que provocó la guerra.

He pensado mucho en eso y también en la ética poética. Por esta razón, opino que si bien es cierto que los poetas que escriben sobre estas cuestiones probablemente no van a cambiar las estructuras de la delincuencia y la corrupción, sí pueden direccionar la atención y brindar agudeza a estas problemáticas. La mirada crítica, cuidadosamente presentada en su arte, puede cambiar la energía del contexto y de los propios lectores. Es el mismo principio que el de la oración.

Y como dijo William Carlos Williams en Asphodel, That Greeny Flower: "Es difícil/ recibir noticias desde el poema,/ todavía los hombres mueren miserablemente cada día/ por la ausencia/ de lo que se encuentra allí.”


En algún momento de su carrera usted menciona: “He sido muy consciente de que muchos actos que realizamos a lo largo de nuestras vidas caen en el olvido. Nada marca el paso de la persona, o las decisiones que toma, las cuales en su momento hacen la diferencia para ella y para los demás.” ¿Es por eso que escribe? ¿Escribe para marcar su propio paso, y el de las personas que la inspiran a través de la vida?

En ese momento en particular, estaba hablando acerca de mi trabajo sobre la última esclava, Cora Arsene, quien tuvo acceso a los tribunales de Louisiana para solicitar su libertad antes de que la Ley de Esclavos Fugitivos fuera promulgada en 1850, antes de la Guerra Civil de Estados Unidos. Pensaba en su feroz voluntad, y en que a pesar de todo lo que estaba en contra de ella para lograr su objetivo, lo logró y luego desapareció de la historia. Investigué durante casi una década para escribir ese poema, porque el legado de la esclavitud en los EE.UU. era algo que yo solo sabía de manera muy general, pero no conocía detalles. Debo aclarar que no escribo para marcar mi propio paso, no, pero sí escribo para recordar a los demás, a los que han permanecido marginados, en el anonimato, y son pasados por alto (a menudo mujeres y minorías).

Además, a medida que mi vida va transcurriendo, soy más consciente de lo que desaparece cuando la vida se termina. Mis padres fallecieron hace tan solo algunos años y los estuve cuidando hasta el día de su muerte. Gran parte de mi dolor en aquellos momentos fue darme cuenta de que todo lo que habían logrado a partir de un negocio que trabajaron durante tantos años había desaparecido, se había desvanecido (tuvimos que venderlo todo para poder cuidar de ellos). Seguramente esto se repetirá con cada generación, pero para mi sorpresa, era algo que nunca antes había contemplado. Me considero una persona muy humilde y soy consciente de que así como todos los bienes materiales desaparecen, muchas mujeres poetas también desaparecen por completo después de su muerte.

Así que, repito, no escribo para marcar mi propio pasaje, pues creo que como todo el mundo, voy a desaparecer, pero en este sentido, puedo decir que sí: mi aportación es la de marcar y excavar los caminos de las personas sobre las cuales escribo. Mi escritura es, no siempre pero a veces, un acto de empatía con los individuos y sus testimonios.