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portada_beat.jpgBeat attitude. Antología de mujeres poetas de la generación beat
Traducción y selección de Annalisa Marí Pegrum, Bartleby Editores, Madrid, 2015.
 

Por Reinhard Huaman Mori
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No. 84 / Noviembre 2015


 

Beatniks, ni monjas ni beatas
 

La historia es un poliedro que no deja nunca de reconstruirse, eso está claro. Es inaprensible, infatigablemente inaprensible, y tal vez ese sea uno de sus rasgos definitivos y definitorios. No porque comprenderla nos sea difícil, sino porque su interpretación y valoración nos resultarán caóticas y divergentes, en parte también por nuestra incapacidad de omnipresencia. Al fin y al cabo, siempre la hemos escrito sin poder evitar el peso de nuestra propia subjetividad. En esencia, esto mismo ocurre con la poesía, aunque a mayor escala y deliberadamente.

De este modo, bajo el título de Beat attitude, Annalisa Marí Pegrum reúne por primera vez a diez grandes mujeres cuya producción poética fue relegada e ignorada por ese magma volcánico que fue la Generación Beat, predominantemente masculina y capitaneada por Allen Ginsberg, William S. Burroughs y Jack Kerouac. Esta antología, por tanto, es un fuerte punto de inflexión en la historia de esta literatura, ya que hasta el momento no existía ninguna publicación que mostrara —pero, sobre todo, que resaltara— la valía de su obra. En ese sentido, el esfuerzo realizado por la compiladora es más que encomiable, pues ha sido ella quien ha abierto una veta que parecía sepultada para siempre: el imprescindible rol de las beatniks tanto como mujeres como poetas.

Los poemas seleccionados son los más representativos de cada autora: la mayoría de estos han sido compuestos entre las décadas del 50 y del 60 y responden a la imperiosa necesidad de desvelar el lado más beatnik y femenino de cada una de ellas. Nos adentramos, entonces, en la intimidad y en la cotidianidad de Elise Cowen, Joanne Kyger, Denise Levertov, ruth weiss (en minúscula como rechazo de su lengua materna, el alemán), Janine Pommy Vega, Hettie Jones, Anne Waldman, Marie Norbert Körte, así como de las centelleantes Lenore Kandel y Diane Di Prima.

Al igual que sus pares masculinos, ellas se mostraron combativas ante todo tipo de represión social, político y racial (Denise Levertov es un gran ejemplo de ello), y compartieron también el interés por la espiritualidad, las drogas y el sentido de la aventura. Sin embargo, su posición se vio siempre relegada a la de meras acompañantes, musas o amas de casa, en el peor de los casos. La represiva y machista sociedad norteamericana de la época las recluía y limitaba a un ámbito secundario que sofocaba todo tipo de aspiraciones y proyectos fuera de esas cuatro aplastantes paredes de su universo hogareño. Sus versos son testimonios de esa lucha diaria y claustrofóbica por resistir y no agachar la cabeza. En “Elogio a mi marido” Diane Di Prima escribe: 

y tú, interrumpiéndome en medio de mil poemas
¿has llamado al seguro? Esa vez que detuviste un poema
a medio camino entre las colinas de nebraska y
colorado, odetta cantando, el mundo entero cantando en mi interior
el triunfo de nuestra revolución en el aire
y yo a punto de anotarlo, y tú
tú diciendo algo sobre el carburador
para que todo se esfumara
pero nos aferramos el uno al otro
creyendo hallar la balsa
aunque estemos los dos a la deriva, como en esta casa de barro
demasiado pequeña, las paredes polvorientas a nuestro alrededor

Es de estas desfavorables circunstancias de donde nace su grandeza, pues, reacias a verse doblegadas, decidieron hacer de ellas mismas su propio espacio de libertad. De ahí que muchas veces su poesía se muestre más visceral y corporal, pues integraron entre sus temas la maternidad, la menstruación, el erotismo o la vida doméstica como signo de rebeldía, incluso hacia los machos alfa de su generación. Así lo leemos en Hettie Jones, Diane di Prima o más claro en Lenore Kandel, quien sufrió la censura de su primer libro, The Love Book, absurdamente considerado obsceno e inmoral. En “Poema Dios/Amor” leemos sin sutilezas, filtros ni estilismos:

te amo / tu polla en mi mano
se agita como un pájaro
entre mis dedos
mientras te hinchas y endureces en mi mano
desflorando mis dedos
con tu fuerza rígida
eres hermoso / eres hermoso
eres cien veces hermoso
te acaricio con mis manos llenas de amor
uñas rosas dedos largos
te acaricio
te adoro
 

Beatniks hoy

Como es obvio suponer, la suerte de cada una de ellas las llevó por diferentes caminos. Algunas se apagaron muy pronto, como Elise Cowen, cuyos problemas psiquiátricos y su posterior suicidio en 1962 provocaron la censura familiar y la parcial destrucción de su obra poética. Otras, en tanto, tuvieron fases de retiro de todos los focos públicos, como Lenore Kandel, debido a un accidente en moto que le dejó graves secuelas en la espalda; o como Janine Pommy Vega, quien se refugió unos años en el lago Titicaca, en parte por el fuerte impacto causado por la desaparición de su esposo, el pintor peruano Fernando Vega, fallecido por sobredosis en Ibiza. Empero, ninguna de ellas dejó de escribir ni de publicar, la llama de la disconformidad no se apagó ni con el paso de los años ni con el desangelado modo de vida contemporáneo.

De hecho, muchas de las que continúan a día de hoy han visto fortalecidas su posición como figuras culturales y contraculturales, pues son reconocidas activistas y grandes referentes a tener en cuenta, tal es el caso de Joanne Kyger, Diane Di Prima, o Anne Waldman, cuya prolífica obra permanece aún desconocida entre nosotros. Inclusive, los recitales de poesía que lleva a cabo ruth weiss siguen fuertemente ligados al jazz, al ritmo bebop y a la improvisación, lo cual enriquece su puesta en escena.

Es por esta razón que la presente antología se erige como la piedra angular sobre la cual se reescribirá la historiografía de la Generación Beat, muy mal estudiada y concebida durante años, fruto de la omisión de las grandes voces femeninas que ahora leemos. Si bien es cierto que cinco poemas por autora es bastante poco, hay que reconocer que la labor de Annalisa Marí es destacable, sumamente destacable. Y que no nos canse repetirlo. No permitamos que su pionera visión caiga en saco roto. 

 

 


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