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portada_marginal.jpgMarginal de una lengua que persigue su forma
Alexis Gómez-Rosa
Editorial Gente,
Santo Domingo, 2009.
 

Por Manuel García-Cartagena
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No. 84 / Noviembre 2015


  

Alexis Gómez-Rosa: marginal sin márgenes 

 

cada centro empolla el margen que lo destruye

Le asigno en este comentario un funcionamiento programático al título del libro de Alexis Gómez-Rosa, Marginal de una lengua que persigue su forma (poemas 2005-2007), Premio Nacional de Poesía de 2010. Asumo como hipótesis que la “forma” que “persigue” esa “lengua” así nombrada es la que le da sentido al término “marginal” referido a los textos aquí reunidos. Intento demostrar que este libro reúne una serie de textos en los que lo poético resulta de la conjugación de dos variables: la oralidad y el estilo. Lo que sigue es, entre otras cosas, un intento de justificación de esta hipótesis.

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El paso inicial de Gómez-Rosa por el grupo “La Antorcha” fue crucial en la construcción de su personalidad poética. Importantes zonas de su producción inicial lo muestran más próximo del poeta civil que escribió La tregua de los mamíferos (1974) que de cualquier otra vertiente. A pesar de esto, Alexis decantó su memoria líquida en numerosos versos en los que su mirada vacila entre un aquí y un allá, pero también entre un ahora y un ahorita que remite al manejo imaginario del tiempo en la oralidad vernácula dominicana, en la que ese deíctico equivale tanto a “hace un rato” como a “dentro de un rato”. Es de ese tiempo mítico desde donde la voz poética de Gómez-Rosa parece emanar en muchos de los poemas de Marginal...

Pero ojo: para Alexis, escribir es, en realidad, re-coger, poner aquí o allí lo que antes estaba en esa suerte de exilio que es el decir-vivir ajeno. Ni “inspirada”, ni “testimonial”, la producción del sentido en sus poemas tiende a la re-motivación del lugar común (por extrapolación sintáctica o por resemantización) y a su reubicación en un plano textual con relación al cual solo puede presentar un funcionamiento marginal.

Esto explicaría por qué, por lo menos en muchos de los poemas de este libro, Alexis se nos muestra “justificado al margen izquierdo”, en plena posesión de una memoria tribal, gracias a la cual, el discurso de sus poemas presupone el mapa dialógico del tipo de lectura para la cual fueron concebidos como textos comunicantes.


Poesía que desborda sus márgenes

La poesía no se margina, pero los poetas sí. Así, sería posible aislar dos vertientes de escritura no siempre evidentes en las consideraciones críticas sobre la poesía dominicana del siglo XX. Una de ellas sería la vertiente discursiva-reflexiva, en la que sobrevive el tono oratorio heredado del post-romanticismo, se emplea una sintaxis y un léxico cultista en ausencia de toda marca de oralidad y se pone en escena a un yo-poético discursivo que medita, reflexiona, evoca o invoca un objeto poético personal o colectivo. La otra vertiente sería la lúdica-espectacular, en la que se instaura un yo-poético que (se auto)ironiza, juega, parodia, parafrasea, es decir, se mestiza creando vínculos formales y de sentido entre su voz y las voces ajenas.

La poesía de Gómez-Rosa aparece marcada por una apertura sui generis hacia el material verbal mediático/popular, en una práctica de escritura cuyos referentes locales más lejanos remontan a Rubén Suro y Manuel del Cabral, aunque éstos, a su vez, hayan sido marcados por el auge del “negrismo” caribeño de los años 1940-1950.

Poemas de una gestualidad parecida podemos encontrarlos en la obra de dos poetas de las décadas de 1960-1970: Apolinar Núñez y Alexis Gómez-Rosa, y en la de otro poeta de los años 1970-1980: Pedro Pablo Fernández. Un detalle común a los tres es que abordan en sus obras el espacio del poema desde una perspectiva lúdica en la que el humor y la parodia desarticulan de manera sistemática las estrategias convencionales que suelen inocular en el poema las líneas de escritura discursivo-reflexivas. Sin embargo, mientras Núñez y Fernández desarrollan una escritura sintética —casi aforística, en el caso del primero; sintáctica y semánticamente desarticulada en el caso del segundo—, Gómez-Rosa se decantó por un tipo de escritura basado en la incorporación en el texto de símbolos culturales por medio de una referencia sistemática a diversas instancias de la oralidad.

Los símbolos a los que me refiero proceden de varios campos: el de la música, el cine, los mass media, cierta topografía urbana, tanto dominicana como newyorkina... El registro poético de Marginal... se nutre del fondo común de mensajes oriundos de la mixtificación comunicativa característica de los años 60-70: algunos retoman frases claves de programas radiales o televisivos de aquella época, como: "[¿]Se han preguntado ustedes dónde estarán sus hijos?" o la referencia a la "Cabalgata Deportiva Gillette"; unos pocos se refieren a ciertas instituciones fijadas en el imaginario epocal por los media: Los Carmelitas de San Luis, Radio Guarachita o la siguiente parodia a la fraseología publicitaria: "Con el patrocinio de la mejor cerveza, el verdadero sabor / y el inestimable apoyo del banco de Reservas..."; otros proceden de canciones de la época ("Por ahí María se va, dicen los niños"; otros, incluso, anclan de manera referencial en una nómina sucinta de personajes más o menos identificables para el lector culto, ya sean estos extranjeros (Kurt Schnitzer, Marlene Dietrich, Roman Polansky, André Breton, etc.), o dominicanos (Andrés L. Mateo, Luis Díaz, Duluc, Tovar, Soucy, etc.).

Este reciclaje de voces tomadas de la cultura mediática/popular es el punto de encuentro entre la poética de Gómez-Rosa y el proyecto de escritura beat, principalmente el de Allen Ginsberg y el de Lawrence Ferlinghetti. Dicho encuentro se atiene, sobre todo, a la teoría de lo social que se desprende de la práctica de escritura que desarrolla Gómez-Rosa, y en particular, de la imagen del lector cómplice convocado por ese Yo-poeta que disemina fuertes dosis de su memoria histórica en sus poemas y que, de manera sintomática, interpela al Tú-lector, llevándolo a rememorar, junto a él, las marcas referenciales que convierten al texto del poema en una re-vista o re-visión de la cultura popular (hispano)americana de los años 1960-1970.

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Los poemas de Marginal... constituyen una excelente muestra del arsenal de técnicas y estrategias de escritura acrisoladas por uno de los mejores exponentes de la poesía dominicana contemporánea. Sin alardes ni extravagantes discursos, su poesía busca romper con ese pomposo discurrir pseudopoético que, a fuerza de situarse lo más lejos posible de su público, termina siempre “confirmando” la mentira de la “muerte de la poesía” que propagan, urbi et orbi, los libreros, editoriales y mercachifles que niegan tanto a la literatura como a la vida.

 

  


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