Más allá del pasado y el futuro
que abrazados al filo del instante
recortan un paisaje en llamaradas

Nos acecha con alas de misterio
un presente perpetuo sin historia
y una vida templada a la intemperie:

Una imagen borrosa -negra y roja-
que se resiste a ser desenraizada
desde otro tiempo de deidad ausente.

*

Es la iluminación difuminada
de la noche estrellada y evidente
que despliega su túmulo de flores

Levantando ciudades que inconscientes
nacen, crecen, y al fin se multiplican,
tal vez, ensimismadas por el ritmo

Que les dictan las místicas salmodias
con el paso del año y del conejo
de la luna admirable en el desierto.

*

¿Quién ofrece esa luz y da la herida?
¿Quién ofrece su mano y da las hondas?
¿Quién hace palpitar esas campanas?

¿Quién desperdicia el agua del consuelo?
¿Quién el fuego pendiente del ocaso?
¿Quién se roba el pan de la victoria?

¿O es que acaso seremos extranjeros
para siempre en la tierra, peregrinos,
vagando sin destino en esta vida?

*

Nos quedan los trabajos de ser hombre,
y el guardar un silencio cuando pasan
los vagones oscuros recitando

Las cifras del proceso que no cesa…
pues la vida no está donde creías,
y donde no creías, sólo vida

Bebiendo la miseria que renace,
comiendo la esperanza sin más linde
que este cuarto vacío de la mente.