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BALA PERDIDA Montserrat Álvarez,
Ediciones El Billar de Lucrecia-
Conaculta/
Fonca, México, 2007

 Por Juan Emiliano Álvarez
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Por  Juan Emiliano Álvarez Pastrana

"He aquí uno de los secretos del arte del poeta:/ decir lo más importante donde está la mudez y no la voz." Es decir, nombrar con las palabras mismas lo que está oculto tras las palabras... lo que no se dice. Descubrir lo que está dicho en el silencio, nombrándolo con los sonidos que retumban en la "estepa de los tímpanos" (como la describiría Gorostiza), que tarde o temprano comprenden que detrás de (no precisamente en) lo que escuchan está la maravilla.

Montserrat Álvarez comienza esta búsqueda por aprovechar la riqueza con la que tantos siglos de lenguaje han llenado de significados las palabras que usamos diariamente (siguiendo su propia idea); por comprender mejor el andar cotidiano del hombre y por demostrar que en ello está también lo trascendente. Aunque no la agota, por lo menos a través de ciertos poemas (pienso en "Todos aquéllos", "Preguntas" y "Ars poética II", por los que su libro realmente vale la pena) cultiva, en el lector, la curiosidad necesaria para emprender esta búsqueda por medio de su ritmo particular y bien logrado y de su vocabulario eficaz y pertinente.

Los temas por supuesto varían de un poema a otro; sin embargo, poseen un común denominador: al terminar la lectura nos sentimos llamados a tratar de recuperar los vínculos con nuestra especie y nuestro entorno, de ser más humanos. Nos quedamos con la sensación de que estamos leyendo algo que de alguna forma sabíamos, pero que hemos ignorado a lo largo de los días, porque nos hace sentir incómodos al sacarnos de la comodidad rutinaria.

"Todos aquéllos" es una larga enumeración de desdichas, de cosas terribles que a diario suceden, y una denuncia entre líneas de la indiferencia que habita en nosotros, al darnos cuenta de que no hemos hecho nada para remediar el dolor ajeno; nos sentamos en nuestra casa, seguros, y decimos: "pobres..." y nada más. Denuncia cómo hemos sido indiferentes ante:
     Los que si llegan a necesitar suero se tendrán que conformar
     con aspirinas Los que si por ellos se murieran
     lo harían dulcemente,
     sin elevar al cielo ningún puño furioso, como si algo
     como eso, de esa magnitud,
     fuera una cosa ‘de los más natural

Tanto por la temática, como por la sensibilidad de la poeta: las repeticiones, los versos largos y de buen ritmo, este poema me hizo recordar algunos versos prodigiosos de César Vallejo, de "Traspié entre dos estrellas":

     Amado sea aquel que tiene chinches,
     el que lleva zapato roto bajo la lluvia,    
     el que vela el cadáver de un pan con dos cerillas.

Ambos poetas nos enseñan a amar a todos aquéllos, y a través de su poesía comprendemos que tal vez lo peor, lo más terrible, no sea la condición en la que algunos viven, sino la falta de sensibilidad y de unión entre los hombres.

Otro de los poemas que sorprenden de Bala perdida es "Preguntas". De nuevo, valiéndose de la enumeración, la poeta nos ofrece ahora la posibilidad de cuestionarnos por detalles de nuestro mundo que a veces dejamos pasar de largo. Nos da como regalo una nueva forma de asombrarnos y de enriquecer nuestra vida a través de lo pequeño, lo sutil, lo indescifrable. Encontramos así el verdadero origen del mundo no el primario, que aún la ciencia no logra comprender, sino aquél contenido en cada detalle que lo puebla, el que se encuentra en la maravilla de la retina, pedazo de carne que puede ver, o en "la seda gentil de azúcar impalpable" de los frutos. Y ¿qué mejor regalo que nuevas formas de darle belleza a nuestro entorno?

"Así como el mar llega, como el amor enseña, y no con las cansadas palabras de este mundo quiere hablar el poeta", y Montserrat Álvarez está, sin duda, en el sendero indicado para lograrlo, para encontrar su propia voz, única, elemento vital de los poetas.

 




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