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portada-nadaismo.jpg Antología del Nadaísmo
Armando Romero, edición y prólogo
Sibilia/Fundación BBVA
Sevilla, 2009

Por Eva Castañeda Barrera

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“Yo no sé qué es el Nadaísmo, sólo sé que es una cosa abominable” Estas son las palabras exactas con las que se define al Nadaísmo, señala Armando Romero en el prólogo de la Antología del Nadaísmo. La vanguardia literaria latinoamericana fue enriquecida por un movimiento colombiano surgido en 1958, que llevó por nombre Nadaísmo; su consigna: dinamitar el aparente orden de la literatura colombiana. Surgió en una época de violencia y no fue sino la consecuencia lógica de un país en crisis. A través de la subversión e irreverencia, los nadaístas cuestionaron el estado de la poesía. Será Gonzalo Arango quien en 1958 con el Primer Manifiesto Nadaísta exponga el ideario estético del grupo: “El Nadaísmo, en un concepto muy limitado, es una revolución en la forma y en el contenido del orden espiritual imperante en Colombia. […] El ejercicio poético carece de función social o moralizadora. Es un acto que se agota en sí mismo, el más inútil del espíritu creador. Jean Paul Sartre lo definió como la elección del fracaso.” Así, el Nadaísmo fue asumido por sus miembros como una posición vital. En su seno convergieron múltiples facetas, por ello cabe hablar de Nadaísmos.

Esta antología ofrece una selección abundante de este importante momento de la literatura latinoamericana. A través de un recorrido por los poetas que conformaron el movimiento, el lector transita por un pasaje cuyo destino es ignorado. Es claro que convergen estilos diferentes, visiones particulares, pero el común denominador de todos es la apuesta por una poesía distinta. Esto se logra mediante el uso de un léxico que, en muchos casos, no es “poético”: la inclusión de temas no considerados propios de la poesía, además de una crítica implícita al acontecer social y al hombre moderno. La antología reúne a Gonzalo Arango, Jaime Jaramillo Escobar, Jotamario Arbeláez, Amílcar Osorio, Alberto Escobar, Eduardo Escobar, Darío Lemos, Jaime Espinel, Jan Arb y Armando Romero. Éste último encargado de la edición y prólogo del libro; elemento que se suma a los aciertos de la antología, pues de viva voz, un miembro del movimiento es el que nos entrega esta visión integral.

“Los Nadaístas” poema inaugural de la antología, escrito por Gonzalo Arango, es el grito de guerra del poeta y refleja a manera de espejo el espíritu nadaísta. La praxis vital se manifiesta mediante un lenguaje cotidiano; sus palabras cantan al hombre insurrecto, aquel que no encuentra más que en la poesía, la posibilidad de abandonarse para entrar en otro orden, el orden de la nada, el orden Nadaísta: “Es un Nadaísta porque no puede ser otra cosa/ está marcado por el dolor de esta pregunta/ que sale de su boca como un vómito tibio/ de color malva y emocionante pureza:/ ¿por qué hay cosas y no más bien nada?/ este signo de interrogación lo distingue/ de otras verdades y otros seres”. Esta pregunta es más pertinente que todas: ¿por qué hay cosas y no más bien, nada? A partir de la nada el poeta puede crear, ser aquel pequeño Dios que ya planteaba Huidobro. El nadaísta busca, mediante la palabra, hacer mundos, universos alucinantes que habitan la ciudad.

Por su parte, Jotamario Arbeláez se mueve bien en el terreno del coloquialismo. El entrecruzamiento entre el lirismo y un tono conversacional hacen de su obra una de las más sólidas del Nadaísmo. Su poesía implica al lector mediante el uso de un léxico coloquial; en sus composiciones resalta el carácter cotidiano que convierte experiencias comunes en material poético. Por lo anterior pone en entredicho el concepto de poesía como lenguaje exclusivamente sentimental y fervoroso. Así, la poesía de Jotamario niega el concepto tradicional de poesía, niega aquel trascendentalismo que pierde de vista la situación del hombre real.

Apuesta definitiva, reflexión seria sobre el papel del creador frente a su obra. Interpelar a las palabras, llevarlas al límite mediante imágenes inéditas y metáforas novedosas. Hacer de la ciudad no sólo musa, sino protagonista del acontecer diario. Incorporar lo escatológico y otorgarle el estatuto de poético, al fin todo es humano, por lo tanto todo puede ser poetizado. Estas son algunas de las reflexiones que suscita la lectura de esta antología que, como ya apunté, es una muestra completa del movimiento Nadaísta.

En suma, Antología del Nadaísmo se convierte en elemento importante para el estudio de las vanguardias en América latina y como bien señala Armando Romero: “Pensar al Nadaísmo implica un salto al vacío más allá del orden y la razón convencional, implica estar al otro lado del armatoste de la cultura. Definitivamente, así pasen cincuenta años, el Nadaísmo sigue siendo una cosa abominable.”





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