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| Por Gustavo Iñiguez |
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No. 89 / Mayo 2016
En la primera aclaración de la “carta al lector” que aparece en la parte final del libro de Xitlalitl Rodríguez Mendoza (Guadalajara, Jalisco, 1982), nos dice que como podremos ver «muchas de las imágenes que vienen en este libro no tienen una resolución adecuada para impresión. Esto es a propósito, ya que parte de la búsqueda de este libro es desmitificar las imágenes como objetos intocables, puros y hegemónicos». Parto de la idea de la desmitificación, que la RAE define como: «disminuir o privar de efectos míticos». Aquí el mito podría interpretarse, según lo que nos dice la autora, como lo intocable y lo puro: lo hegemónico.
La postura estética en Jaws [Tiburón] plantea sus derroteros desde la idea de “desmitificación” que entiendo como una posición de batalla frente a aquello que represente “lo sagrado”. Esto me lleva a pensar que es una manera, más que desmitificar, de desacralizar o romper con lo establecido. En nuestra generación existe una parte importante de artistas inmersos en esta búsqueda por establecer lo profano como el principal modo de acumular experiencias. Esta oposición de sagrado-profano, la explica Mircea Eliade como una oposición entre lo real-irreal y también nos dice que «lo profano, en su totalidad, el cosmos completamente desacralizado, es un descubrimiento reciente del espíritu humano».
En la manera en que se estructura el libro ganador del X Premio Nacional de Poesía Manuel Altaminaro, que otorga la Secretaría de Cultura de Guerrero, los motivos, el tono y el tratamiento de los textos, es posible percibir que Xitlalitl es consciente de la irrealidad de las imágenes a las que estamos expuestos o de las que somos víctimas, si pensamos que afuera, hay un mundo plagado de tiburones al acecho.
Y desde esta conciencia las opone a otra irrealidad: la cinematográfica: «La vida es una película. Y en ella siempre se muere, alguien se muere. Casi siempre nosotros. Yos». El resultado, es una radiografía bizarra de nuestro tiempo. Un negativo que vamos descifrando con cautela y asombro.
Jaws [Tiburón] es una escritura arriesgada y crítica. Su conformación resulta un absoluto cuestionamiento, como si de pronto Xitlalitl se diera cuenta de que lo que se ha admitido como intocable, tiene de dónde agarrarse. Dicha posibilidad transgresora, Xitlalitl Rodríguez la trabaja con las pinzas del lenguaje, o sería mejor decir con las mandíbulas de las palabras.
Esta es una casa en la playa
una casa de noche
en casa siempre es de noche
lugar de antes y después del trabajo
ahí caigo
dentro de ella caigo
apnea del sueño
asfixiarme es nacer.
Hablar de una escritura arriesgada, es asumir que no todo se consigue, el riesgo está en que no se alcance el registro, el tono o la comunicación perseguida: que se escape el impacto estético. En este libro también hay momentos, en la parte que se titula “falsos amigos”, en que se debilitan el proyecto y la tensión.
Sin embargo, tiene una clara intención de herir la realidad con poemas que se estructuran como arpones y tienen como blanco la imágenes, según nos dijo al principio, admitidas por el imaginario colectivo como elementos hegemónicos. De allí que luego de la mordida se conserve un rastro de sangre perseguible para cualquier lector.
