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No. 42 / Septiembre 2011 |
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Verónica Zóndek
(Santiago de Chile, 1953) No puedo “Puedo escribir los versos más tristes...” digo pero extiendo la mirada y luego pienso no no es posible “escribir los versos más tristes esta noche…” porque nada rebalsa información sino los versos que pueda o no pueda escribir porque el agua aguanta su peso en los nubarrones porque los mirlos vuelan negros en bandada porque los terneros pastan indiferentes en el gualve porque inmutable suena la Billie e inmutable trepa la avispa por el vidrio y del sol, si te vi no me acuerdo y Jarmuch conversa en blanco y negro y no no es posible “escribir los versos más tristes…” porque a quién si te vi no me veo si los gentíos corren sin ton ni son y nada/nadie los detiene y nada/nadie los llama porque es con engaño que los políticos inventan sus marcas porque mirar y escuchar y parar es un tren que no cansa y claro pienso medito en el sentido de la palabra busco entre silencios agobiados de lluvia tersa e irrupciones torrenciales de último minuto hasta fijar la vista en el mojado de los campos llanos y la fiesta de charcos sedientos que bailan. Es que ahora tiembla la mano sin rumbo predecible y busca enceguecida sobre el lomo blanco de la página y cabalga y embiste y bufa hasta encontrar la aguja que la sangra y el pajar que la abraza. Estación República, Metro de Santiago de Chile Alameda de las Delicias. Altura Metro Estación República. Salida norte. Pasajeros atochados emergen por la desembocadura. Ante sus ojos divisan sin preámbulo alguno un cuerpo real de carne y hueso. Un cuerpo con dos pies que calzan sandalias. Una espalda que viste un largo impermeable marrón. Una cabeza encapuchada. Una bandera larga mugrienta raída vieja que le cuelga desde el cuello estilo poncho campesino y le roza los dedos de sus piececitos de niño grande y azulados de frío. Desde el rostro encapuchado asoma un tímido bigote tieso dos ojos una barba hirsuta. Sus manos están sucias y extendidas. Sostiene un tarro que habla y también calla. ¿Mendigo? Sí Sras. y Sres.: Un mendigo en la Estación República de Chile en medio de la Alameda de las Delicias hoy Ave. Libertador Bernardo O’Higgins. El mendigo pasea su cuerpo con intención denotativa. Va y viene como cualquier otro hombre sándwich que ejerce la profesión de publicista andante. Expone en alternancia su pechito es mío vestido de patria blanca y luego su espalda guarra vestida de patria negra y limosnea con silencios meollo y mugres muy suyas incrustadas cuándo. Un momento. A esta imagen se le superpone otra por un instante: es la de un hombre-carretón que camina por la misma ya vista y refaccionada acera. Pasa y al pasar oculta la figura del mendigo. Carga diarios y botellas en desuso momentáneo. Basura pienso de esa con la cual nos rebalsa la República. No recicla. No es un verde. Revende y sobrevive. Por un momento echamos al olvido a nuestro hombre de pelo en pecho y bandera larga que persiste en caminar con parsimonia por la cuadra del Metro Estación República. Con esa carga que entrega lo andado continúa su paseo por la acera en pleno mes patrio y festejado septiembre. P.D. Ya acabaron las celebraciones bicentenarias. La bandera que izaron esa jornada en la nueva Plaza de la Ciudadanía es el símbolo más puro Chile del festejo. La bandera fue confeccionada en USA por inmigrantes ilegales. Sus días están contados. Eso lo sabe toda materia. Indiferente a este dato de la realidad ondea frente al Palacio reconstruido de la Moneda. Son doscientos los metros de esta tela tricolor y festonean sin pudicia su turgente gloria patria frente a los ojos incrédulos de los transeúntes. La estación del Metro Moneda dista sólo dos estaciones de la del Metro República. El mendigo camina sin detenerse con su realidad a cuestas. Su cuerpo vestido de patria hará su debut en pocos minutos. Ahí viene. Entra con su jirón y su carga. Llega a la Estación Moneda del metro. Todos lo ven. Nadie aplaude. Todos miran y bajan los ojos. La figura del mendigo detiene su caminata frente al pabellón patrio. Levanta sus ojos y se desubica. La bandera que ondea en el asta frente a su cuerpo y el de todos es limpia grandiosa y lozana. Es una instalación popular. No tiene dueño. Excepto quizás ese sentimiento infiltrado cuándo no sé nadie sabe de que somos algo fuera de serie y sin parangón. Les aseguro que soy una observadora imparcial. No miento. Vista interior o instructivo Extraer lentamente el pensamiento del rápido fluir del tiempo monetario. Detenerse sobre el nado pausado de una familia de patos. Contraer la mirada hasta fijar el rumbo del ojo. No cojear. No usurpar. No lamentar. Entonces………………… ponga atención: Encuentre (aunque nunca se entere de que lo extravió) un modo de … y recupere sin ansia ni ardor esa su brutal capacidad de soñar. |
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