No. 82 / Septiembre 2015 |
Elva Macías* (Tuxtla Gutiérrez, Chiapas; 1944) El hermano medio A mitad del verano, en el centro de todas las canículas, nació el hermano medio. Un quince de agosto, día de la Asunción, cuando nacen los ángeles y los demonios. Tuvo muchos amigos desde niño, uno se llamaba Lenín y sabía hipnotizar a las serpientes. Mi hermano solía conversar con los ancianos, era guapo, elegante y dispendioso, estudió derecho durante muchos años, se montó en el potro del alcohol y en la rueda insaciable de los juegos de azar. Un día se cansó de esperar El Dorado que la vida le había prometido. El fuego de su arma nos arrasó vueltos cenizas. Vuelo tercero Reirás de nuevo cuando los que perdieron contigo la última esperanza estén sentados a la mesa de las figuraciones. Los que besaban tu nuca cubierta con el vello dorado de la infancia, los que aguardaban tu crecimiento para hacer rendir los pastizales. Aquellos que hicieron velaciones por tu dicha y bebieron las gotas de hiel de aquella esponja que parecía no secarse nunca. Viajas ahora como el cometa que alzabas armado de navajas para cegar el vuelo de los otros. Las aves que rozas se desangran por tu herida. Luz de la calle Recargador llamaban a ese poste que en las aceras altas del pueblo aguardaba el paso tembleque de los ancianos. Edad a la que no quisiste llegar. Alumbradas y solas están ahora las esquinas allí donde jugabas a las rondas oscuras. Niños girando como un tiovivo iluminado en tramos por el único foco encendido en la calle como un limón amargo. |
* Del libro Escribir no basta, de próxima publicación |