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Alberto R. Arellano
"Has educado tu boca y tus manos, tus músculos y tu piel, tus vísceras y tu alma”
Jaime Sabines
A estos siete metros de tu armónica noche, te imagino enredando tu falso roce de caricias, susurrando al viento tus punzantes tropiezos. Sueño a mis sueños acumulados y los libero contemplando la sangre que derraman y me dejan por recado. Justo ahora desmenuzo la luz por el túnel de los daños, afilo mi luna, grito mis caídas… comienzo a comprenderlo todo.
Traigo de vuelta por un instante los puños marginales que laceró el tiempo, el intento fallido que condenó los años, la carne viva que sembró la sangre; la del error de tu mano, la del horror no protestado. Tú no olvides las tormentas sucias de vida, el hambre terca de momentos, la carne muerta que cosechó la sangre; la del error de mi mano, la del horror no protestado. Puede que ahora estés preparada para inhalar el principio de este enfrentamiento. Mujer de pétalos envenenados: Tomó a mi mejor amante por el cuello y le pido que escupa las primeras palabras siniestras que no diré cuando te vea:
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