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Alberto R. Arellano
(Ciudad de México, 1987)


Pétalos envenenados
(fragmento)

"Has educado tu boca y tus manos, tus músculos y tu piel, tus vísceras y tu alma”
Jaime Sabines


A estos siete metros de tu armónica noche, te imagino enredando tu falso roce de caricias, susurrando al viento tus punzantes tropiezos. Sueño a mis sueños acumulados y los libero contemplando la sangre que derraman y me dejan por recado. Justo ahora desmenuzo la luz por el túnel de los daños, afilo mi luna, grito mis caídas… comienzo a comprenderlo todo.
 
Traigo de vuelta por un instante los puños marginales que laceró el tiempo, el intento fallido que condenó los años, la carne viva que sembró la sangre; la del error de tu mano, la del horror no protestado. Tú no olvides las tormentas sucias de vida, el hambre terca de momentos, la carne muerta que cosechó la sangre; la del error de mi mano, la del horror no protestado.
 
Puede que ahora estés preparada para inhalar el principio de este enfrentamiento. Mujer de pétalos envenenados: Tomó a mi mejor amante por el cuello y le pido que escupa las primeras palabras siniestras que no diré cuando te vea:


 




Entre tú y yo
se confecciona una erótica sábana
no se consulta una almohada
soy un ciego de agonía
ofreciéndote un alma

(Nosotros
fe moribunda
mirada de trigo
que exhibe la ausencia)

Mi rencor escurre de tus vellos
cuando el dolor se ahoga en tu tejido

(Nosotros
fe solitaria
desnudo susurro
que emanan los pasos)

Entre tú y yo
se rocía un presente de manzanas
no se siembra un futuro de duraznos
soy un ciego de fantasmas
ofreciéndote un arma





 

 


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