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No. 38 / Abril 2011

 

Jesús Bartolo Bello
(Atoyac, Guerrero, 1970; vive en Tecamac, Estado de México)

                                               Si sucede que yo hablo en este preciso instante, es sólo porque espero encontrar
                                                 el modo de avanzar, de correr en línea paralela a cuanto avanza, y comenzar 
                                                 de este modo a encontrar el modo de ir llenando el silencio sin romperlo.

                                                                                                                                                                             Paul Auster

5

A todo decir nada: nada de todo.
Flavo de nutrias y urticarias.
Urticaré un disparo de palabras,
un alud de ellas en la sinovia de quien lea,
de quien ose buscar en lo perdido.
En esto mudo de la hoja,
en esto sordo de su blanco,
en este grito, tunco de textura.

Palabraré con insistencia de punzón.
Con alegría de estilete cuajaré la carne,
la memoria, el recuerdo, el presente.
Con un puñal deslenguaré al pretérito
y con un picahielo, el ahora.

Decir nada a río crecido.
Decir todo en la sed del agua.
Crecida de lluvia al teclear.
Motear la hoja, que ovule de oscuridad,
gima de llenura, vomite de tinta.
Entintar la mirada con una grafía flexible, honda,
liviana de minerales, constelada de acentos,
con un mar de faltas de ortografía: furioso;
ciego de no regresar a la playa de una línea,
al risco de un margen, a la pubertad de una cuartilla.

Decir el instante, el ya constelado, ebrio.
El ya difuso en lo preciso. Lo que ocurre:
el momento noctámbulo, clasemediero de la letra.
El relámpago real del párrafo: fantasía.
El vestigio del verso: semilla. Escribir: nada.
Capitular en el capítulo: símbolo final.
Signo de inicio, el trueno, la mayúscula.

Paráfrasis del parágrafo: mi argumento.
Mi sobriedad: decir todo sobre nada.

Soy el engatusador.
El hechicero ágrafo.
El brujo que redacta a partir de tres puntos:
puntuales y puntales: techos del poema.
Soy el mago entre corcheas. El solo.
Un ilusionista con marcapasos.
Soy el que seduce con la cadencia.
El augur en la sílaba yendo por el tiempo.
El vidente de decir: tábano, vuelo de minúsculas.
El nigromante público de las frases:
aquí es el todo, allá está la nada.

El lenguaje: médium de éste.
Mico de todo, mico de nada: la seña.

La caligrafía no es triste: quien escribe la atristura.

Ahora de todo nada le sigue.
Las consonantes empluman en cartapacios.
Las oraciones desovan cuando la lluvia husmea.
Ahierbabuenan el día los jeroglíficos.
Enigmas fatales infectan las conjugaciones.
Misterios nublan lo nublado del alma.
Los hablistas bucean. El poeta: atrapa lo secreto.

Sigue la nada como un todo.
Los afectos de la lengua sueltan el llanto.

Todo, un decir:
un presentimiento de runa.
Una idea, la materia de su carácter.
El abecé en sus pulmones.
La ida y vuelta de nada… literatura.

Cárcamo del alfabeto: mi carcajada.

Silbo el silabario con la memoria del aire.
Insinúo el glifo: todo.
Otro lado agrieta la poesía.
Otra epifanía se graba en el mármol.
Otro papel contiene la lírica, el fuego apagado.

Grutas del abecedario
hacia el centro de tus aguas va la mano,
al ruido vocal de tus vocales.

La página inverna de escritura.
Reposa en el fondo de sus pliegues
en el vocablo de su sueño: anuncia:
palabrería: escozor.
   

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