No. 38 / Abril 2011 |
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Mariella Nigro
Escritura
I La palabra, pequeño pájaro en el aire piedra de la voz. Aguantar la palabra en el ojo que lee ver el vuelo y su zumbido atrapar el brillo en el lomo vocal del pájaro, el fraseo en llamas su línea de fuga hacia el papel del cielo. Nombrar lo que no existe con la punta del pájaro suspenso coloreando el aire que traspasa. Y las palabras quedan hechas piedra gema engarzada en el vientre del pájaro luz de la saeta con que escribo. Cruza después en último vuelo ante mis ojos y se vuelve al lugar de lo innombrable de donde nunca debería haber salido. (Vuelo de duelo: doloroso el cielo de la página, ralo el ramaje del árbol del poema.) II Ahora, palabras caen desde el suero a nombrar entre gasas aquello malherido que el cuerpo calla. Vienen de velos abiertos y el viento del silencio las desnuda horadando con su blancura obscena la garganta. Apenas se les ve cuando muestran los vahos de la química del sueño y cuentan lo que han podido decir del otro lado. De la muerte y el nacimiento (A la memoria de Marosa di Giorgio) Aprieta y duele. Un árbol laúd barcaza pero ataúd, llegada a la madera, la poeta en la raíz del viento en el silbido en la fría humedad de la rotura en la luna del hueso enterrada la hoz con su corte en el aire sin remedio. Ha entrado en la magnolia a la pasión del árbol lleno de cosas vivas y de niñas antiguas. Ahí adentro ella escribe sobre la flor enorme con su ala menuda. De este lado se caen las piedras de la boca y se incendia la lengua y luego la poesía se pone un traje oscuro. |
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