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No. 38 / Abril 2011

 

Mariella Nigro
(Montevideo, 1957)

Escritura

I

La palabra,
pequeño pájaro
en el aire
piedra de la voz.

Aguantar la palabra
en el ojo que lee
ver el vuelo y su zumbido
atrapar el brillo en el lomo vocal
del pájaro, el fraseo en llamas
su línea de fuga hacia el papel del cielo.

Nombrar lo que no existe
con la punta del pájaro suspenso
coloreando el aire que traspasa.
Y las palabras quedan hechas piedra
gema engarzada en el vientre del pájaro
luz de la saeta con que escribo.

Cruza después en último vuelo ante mis ojos
y se vuelve al lugar de lo innombrable
de donde nunca debería haber salido.

(Vuelo de duelo:
doloroso el cielo de la página,
ralo el ramaje del árbol del poema.)

II

Ahora, palabras caen desde el suero
a nombrar entre gasas
aquello malherido que el cuerpo calla.

Vienen de velos abiertos
y el viento del silencio
las desnuda
horadando con su blancura obscena
la garganta.

Apenas se les ve
cuando muestran los vahos
de la química del sueño
y cuentan lo que han podido decir

del otro lado.



De la muerte y el nacimiento
                                         (A la memoria de Marosa di Giorgio)



Aprieta y duele. Un árbol
laúd barcaza pero ataúd,
llegada a la madera, la poeta
en la raíz del viento en el silbido
en la fría humedad de la rotura
en la luna del hueso enterrada la hoz
con su corte en el aire sin remedio.

Ha entrado en la magnolia
a la pasión del árbol lleno de cosas vivas
y de niñas antiguas.

Ahí adentro ella escribe
sobre la flor enorme
con su ala menuda.

De este lado
se caen las piedras de la boca
y se incendia la lengua

y luego la poesía se pone un traje oscuro. 
 

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