No. 38 / Abril 2011 |
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Mauricio Montiel Pliegos petitorios [cabello] Dame la sortija que sella un pacto antiquísimo Dame una nómina de ciudades donde impere la blancura Dame el sextante hallado en una barca a la deriva Dame un radio para sintonizar estaciones donde se hablen lenguas muertas Dame tu cabello para convertirlo en látigo que me obligue a cabalgar por las extrañas planicies de la madrugada [boca] Dame el esqueleto del animal que permanece increíblemente de pie en medio de la canícula Dame la fulguración del zafiro en una desnudez turgente Dame un gramo de opio para retar el vacío con cimitarras que no existen Dame una gota de mercurio en el centro justo del estruendo Dame tu boca para roer la noche que se nos viene encima como un ropaje insidioso [espina dorsal] Dame la tensión del arco listo para liberar la saeta Dame una llamarada al fondo del día que se extingue irremediablemente Dame un punto de unión entre dos umbríos senderos paralelos Dame el rumor de la borrasca que se avecina Dame el escalofrío que reclama tu espina dorsal para transformarlo en el germen de una fiebre indomable [silueta] Dame el dragón tatuado en la espalda de un ángel Dame la campana que a lo lejos anuncia el arribo del desvelo carnal Dame un destello del vitral más alto del mundo al incendiarse con la luz primera del día Dame una línea errática en la trayectoria inexorable del halcón Dame tu silueta para que con mi silueta integre una escultura indestructible de Pompeya |
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