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No. 46 / Febrero 2012

 

Eduardo Mosches
(Buenos Aires, 1944; vive en la Ciudad de México)

Duelo


a la memoria de Omar Hussein Dardoura,
niño asesinado en Gaza.

Las nubes se dispersan con el empuje
de un viento creado por aviones,
 que rasga el momento previo al desayuno.

La mesa se tambalea junto al niño
cae el vaso y su líquido
en una estela lenta quebradiza.

Sus ojos se impregnan de pavor
ante el sonido duro seco estridente
la garganta se cierra como puerta
de metal sobre unos dedos.

La explosión hizo trizas el espejo
de sus propias facciones.


El polvillo de la casa
será acariciado con suavidad
por el sol que ha salido
como todas las mañanas.





Humedad marina


Caminar con los pies descalzos
sobre la arena húmeda de esta playa,
mientras ese mantón de estrellas
colgado sobre mi cabeza,
deja en el asombro a los ojos internos,
esos que observan desde hace tiempo
sobre el cemento de los edificios,
de mi ciudad arrebujada no pocas veces
por cerros invisibles.
Humedecer las sensaciones,
enhebrarlas al lastimado ronquido del mar ,
los dedos se regodean en su baño de arena,
alguna estrella se convierte en fugaz,
mientras el can de mi soledad
 cae en esa ola que desgarra,
triza en diminutas chispas de espuma
 en el acantilado inmutable.
¿Puede la vida dispersarse
en el saltar aéreo de las gotas?

Sigo caminando sobre la arena húmeda.





Un viaje  de colores

A Guillermo Scully y su despedida
5 de febrero 2011


El saxofón lanzó al aire en la estridencia musical
un amarillo envuelto en un limón mientras el pincel
transformado en notas musicales se encaramaba
por el tejido entramado de la tela para crear
historias de antiguos y musicales cabarets

Entre cuentos plenos de vértigo
narrados en la noche mientras la infancia jugaba
a perderse en las  volteretas que esa niña
saltaba en la cuerda de la sonrisa mientras el padre
transmitía historias en tonalidades amorosas

Embadurnar en telas y largos lienzos alegres  
que se hacían faldas para cubrir rodillas de mujeres
 los amores se urdían en esmaltes y pigmentos
jugueteaban con la música lanzando anilinas mordaces
mientras el pintor relataba historias y vivía otras

En un momento de descuido
cruzó la inesperada línea de lo otro
se lanzó a navegar junto a Caronte
bebieron mezcal y fumaron un cigarro
Se despidió con brusquedad
dejándonos en compañía de sorpresa
el asombro está colmado de dolor.

El arcoíris sale después de las lluvias.

 
 



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