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No. 50 / Junio-Julio 2012

 

Alejandro Coronado Teijeiro
(Cuernavaca, Morelos, 1985)



El ruido del agua


I


Qué violenta se extiende tu tragedia
que es de todos
Mi nación de barrios tristes
De deleites tristes
Cada día es un perro que llora herido
como la gente de tus pueblos


Duele vivirte
Duele vivirte estando lejos
pues tus hijos quieren vivirte
sacudirse el yugo y dormirse
en tu ombligo



II




En tus selvas caía la luz sencilla
no es para nosotros tu palabra vacía de verdad
sino tu verdad vacía de palabra nuestra

¿Cómo interpretar tu lastimosa realidad?
Cada recodo tuyo despierta un misterio
Portas un rostro distinto
Resultas tan desconocida

Vale la pena el riesgo
pues tanto vales la pena
con tus piedras y plumas
tus calaveras y tus juguetes

Un conjunto de voces tiembla dentro de tus caracoles
¿Cuándo podremos caminarte con ritos simples?
Dar el paso sin angustia sobre los márgenes de tu gloria



III


La contradicción es el vértice
El día a día
Qué incierto eres y qué absurdo
Y qué posible y siempre otro

Qué ambiguo eres
Palacio de serpientes y tunas
Y tan común y corriente

Tu gente está confundida
y del silencio florece una tortuga
un murmullo que suplica
un movimiento



IV


La manifestación de la justicia roída
enmudece a palmos
como si muriera un sentimiento antiguo
como si hubiera sido otra tierra     otro vientre

Enfermos sueñan tus volcanes y tus niños
y mientras tú: ungida de muerte
Muerte plena en la sensación consciente
del árbol y la estrella más allá de las ramas altas

Tu bandera no ondea
cuelga siniestra como un cuerpo avergonzado
flota quizá invertida       opaca

El tono de tu circunstancia es de fatalidad
de oquedad terrible
de atroz vértigo y tendencia indisciplinada
De vigilada soledad
de gesto y voz condenada
de vulnerable y abusada soledad
¿Qué punto de apoyo existe
sino el filo del poema?

V


Hoy no cantas ningún huateque
te tuerces como el color del cielo
entre el ridículo y la dolorosa experiencia

Te absorbes en tu propia ruptura
Te hundes en tu desastre
Afónicas están tus mujeres
pues tejen rezos silentes noche tras noche
y día tras día por sus niños y sus hombres
soportan la impiedad del tiempo roto





Lenguajes

Se proyecta
la lengua del sueño
mientras duermo.

Se disuelve el sueño
en mi lengua
mientras digo.
 




 



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