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No. 50 / Junio-Julio 2012

 

Andrea Crespo Granda
(Guayaquil, Ecuador, 1983)



Tiempo 1.a)

un cansancio capaz de llenar cada línea de nuestra piel, preciso como el árbol que nos llevará hacia las entrañas para sobresaltarnos con viejas fábulas de nuevos sentidos: debe ser así el fin de nuestros tiempos en estas tierras.
Divididos por las fronteras
vemos la añoranza de los mares en el corazón del pasado.



Tiempo  14

Los ebrios son astronautas sigilosos, se aproximan al infinito del asfalto; cubren sus cuerpos las ilimitadas eras.
Las ampollas desmembradas inundan la oscuridad con sus fulgores. Toda galaxia habita en los pavimentos nacionales; mientras la calle levita en la paciencia de ancianas y jóvenes inentendibles giran sus cuerpos describiendo fabulas de desapariciones.
Esta noche crece la paciencia del infinito en la violencia del silencio.
El horror habita en el silencio
El horror gravita en el silencio
El amor era un mordisco de metal en el músculo de la duda.





Escucho las cosas y sus distancias, extrañamiento del sonido.
La luz atardeció en la sangre de mi siglo. Vimos arrojados desde las máquinas miles de cuerpos de la noche, miles de noches de los cuerpos, millones de maquinas de la niebla.
Escucho el rencor de las cosas. Las grúas siempre sufrirán de melancolía.


a)
Ocurre que al inicio de la noche tendremos que facturar los saludos y las papilas inflamadas por la ausencia de las culebrillas en los fermentos suaves que aniquilan los sabores de cada cuerpo.
El destierro tiene un cargamento de mujeres toscas,
olorosas en las pomadas que prometen no llevarte hacia la ceniza.


b)
las piernas de todos los hombres recostados serán cercenadas para transfigurar sus cuadros de carne en cocidos alimentos –necesarios- que nos darán el sustento de fe en este frío.


a+b =

De todos los sufrimientos el de la piel es el más sosegado. Sabemos que fuiste el destierro y la recepcionista latinoamericana al filo del acantilado que asemeja el borde de las dunas.
Las cenas siguientes nos contagiaran con los encantos del agua.
  


La mujer que lleva la casa dentro de la lengua se desintoxica de las hierbas. Guarece el miedo del hogar entre los molares.




 



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