I
Nunca fue siempre y siempre es ahora.
Tortolilla y migrante
ya lo dije
y fundé mi idea en tu raíz arbórea.
Más no miré ni quise.
Ex-santa deduje con obcecada insistencia
y nunca
nunca tan Santa
querida
ni tan Blanca
tú
María de Valdivia.
No es por nada
pero así rumorean que te nombró el español
aunque más temprano que tarde
travestiste tu cuerpo en Valdivia el pueblo
arropado hoy y quizás hasta cuando
en transnacional abrigo largo
piel de cordero / cuerpo de lobo
en estos suelos
los mismos y latientes del antes y el ayer
que tu luz desuella almas cuando ver es el deseo.
Terca y empecinada
te sorprendí amando a otras en tus aguas
y mía te hice
aunque ni tú ni tus incondicionales amantes
me lo pidiesen.
Ahora me tomo la casa
porque en tus lágrimas acumuladas
asumo sin tapujos mi oscuridad imprescindible
agarrada yo entre tus enaguas de luz esplendorosa
y me hundo en misterio tan tuyo
y me nutro
y me agarro
al llanto de un tiuque templado en rama añosa
o al vuelo bandurrial tan cojonudo y verboso.
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