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Sobre Los elementos del desastre, de Álvaro Mutis


raros-01.jpgPor Andrés Céspedes Márquez

 


Los elementos del desastre es el segundo libro de Álvaro Mutis, publicado en la ciudad de Buenos Aires en el año de 1953 por Editorial Losada. Es un libro compuesto por doce poemas de los cuales se mantienen cinco de los seis que componían su libro anterior, La balanza, publicado en 1948: El miedo, Una palabra, Oración de Maqroll, Nocturno y 204. En cuanto a la forma se puede apreciar una consistente amalgama de recursos poéticos y narrativos como el verso libre, la prosa y la prosa poética, algo que llama la atención, pues aunque es un libro de poemas encontramos que varios pasajes e incluso poemas completos presentan un lenguaje narrativo propio de la prosa que en principio, puede hacernos dudar sobre si en verdad son poemas, o si mas bien son pequeños relatos en los cuales el poeta intercala pasajes poéticos con fines expresivos, anulando el tiempo, creando así una forma original de tratar y plasmar los diversos temas y situaciones; recordemos que este es su segundo libro y que es aquí donde el autor empieza a fundar lo que se puede llamar su estilo propio.

No. 61 / Agosto 2013


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Sobre Los elementos del desastre de Álvaro Mutis
Por Andrés Céspedes Márquez
 


 

raros-02.jpgLos elementos del desastre es el segundo libro de Álvaro Mutis, publicado en la ciudad de Buenos Aires en el año de 1953 por Editorial Losada. Es un libro compuesto por doce poemas de los cuales se mantienen cinco de los seis que componían su libro anterior, La balanza, publicado en 1948: El miedo, Una palabra, Oración de Maqroll, Nocturno y 204. En cuanto a la forma se puede apreciar una consistente amalgama de recursos poéticos y narrativos como el verso libre, la prosa y la prosa poética, algo que llama la atención, pues aunque es un libro de poemas encontramos que varios pasajes e incluso poemas completos presentan un lenguaje narrativo propio de la prosa que en principio, puede hacernos dudar sobre si en verdad son poemas, o si mas bien son pequeños relatos en los cuales el poeta intercala pasajes poéticos con fines expresivos, anulando el tiempo, creando así una forma original de tratar y plasmar los diversos temas y situaciones; recordemos que este es su segundo libro y que es aquí donde el autor empieza a fundar lo que se puede llamar su estilo propio.

Puesto que los elementos del desastre además de ser uno de los catorce poemas que componen el libro es también el nombre que le da título, cabría suponer que cada poema constituye un elemento del desastre en sí mismo, pero ¿de qué manera? Debemos tener en cuenta que en este libro el desastre se presenta de diferentes maneras: como seres determinados cuyo destino se encuentra ligado de una u otra forma al desastre o como simples lugares o moradas donde puede encontrarse, en los cuales los individuos solo cuentan para sostener la representación de la derrota humana; como una calurosa cotidianidad de pueblos y ciudades de la región andina colombiana o, sencillamente, como herencia histórica, como una sombra. En todas ellas el desastre guarda una fuerte relación con el miedo -uno de los poemas incluso lleva por nombre El miedo, la cual puede ser comprendida desde la explicación factible del miedo como una drástica condición humana que implanta en el sujeto limites pre-establecidos por su propia cultura a cualquier nivel: moral, social, psicológico y que tiene la particularidad de presentar la posibilidad del desastre como algo latente, imponiéndolo a toda costa; pero lo que se impone no es la posibilidad sino el pasmo sucesivo, la parálisis, que paulatinamente crea comportamientos, formas de ver el mundo e incluso sociedades convencionales en apariencia cuya lógica fundamental está relacionada con el miedo.

Es interesante cómo para el autor los hoteles son considerados lugares donde la cotidianidad y el hastío moldean formas tangibles de la miseria humana. Tal es el caso de 204, donde a partir de un motivo: “escucha escucha escucha”,1 que se reitera a lo largo de todo el poema, logra adentrarnos, de una forma narrada con algunos destellos poéticos, en una escena matutina de hotel, cuya protagonista, “la incansable viajera del 204”,2 es la interesante metáfora del eterno retorno con que da inicio a la segunda parte del poema, en la cual, el retorno muta ligeramente y de cuya trayectoria en sentido inverso se deriva la peste y el estancamiento como una lenta particularidad cambiante -orinales que transmutan en hoteles-; el retorno: ciclo de degradación y caos que se plasma en el grito que recorre los pasillos, “el grito del 204, ¡Señor, señor, porque me has abandonado!”:3

 

De la ortiga al granizo
del granizo al terciopelo
del terciopelo a los orinales
de los orinales al rio
del rio a las amargas algas
de las algas amargas a la ortiga
de la ortiga al granizo
del granizo al terciopelo
del terciopelo al hotel4

 

En los elementos del desastre, el cuarto poema del libro, encontramos la interesante coincidencia de que la primera parte alude nuevamente a los hoteles. Esta vez, un cuarto de hotel en tierras cálidas nos revela lo que el autor denomina “proféticos tesoros”: rápida secuencia cinematográfica de imágenes: militar extravagante-cadáver de rey muerto en el coche-mujer desnuda-dibujos obscenos, tras el pálido orín de la ventanas:

 

Una pieza de hotel ocupada por distracción o prisa, cuán pronto nos revela sus proféticos tesoros. El arrogante granadero, bersagliere funambulesco, el rey muerto por los terroristas, cuyo cadáver despernancado en el coche, se mancha precipitadamente de sangre, el desnudo tentador de senos argivos y caderas 1900, la libreta de apuntes y los dibujos obscenos que olvidara un agente viajero. Una pieza de hotel en tierras de calor y vegetales de tierno tronco y hojas de plateada pelusa, esconde su cosecha siempre renovada tras el pálido orín de las ventanas.5

 

raros-03.jpgDe este poema puede decirse además que no es un poema fácil en el sentido en que una primera lectura puede no ser suficiente para comprender el verdadero sentido, o lo que significa el desastre para el poeta; valga mencionar que las doce piezas o partes que lo componen no reflejan relación o conexión evidente entre sí. Pues bien, uno de los aspectos más interesantes de este poema es la relación que se da entre la cotidianidad y el desastre; algunas de las escenas se construyen a partir de simples situaciones o acontecimientos de la cotidianidad propia de ciudades y pueblos de la región andina colombiana, departamentos como Tolima, Quindío, Caldas, Risaralda (la denominada zona cafetera), Valle del Cauca y Antioquia: pasada la medianoche, alguien se deja llevar por la música que produce una vitrola; la ruda descripción de una mujer que es divisada desde un tren; hombres recostados sobre bultos de café y mercancías recordando viejas historias de mujeres y crímenes; el trapiche cuando se detiene. La cotidianidad en estas escenas es determinada por sus protagonistas quienes nunca advierten que tan solo su presencia o su simple interacción bastan para desencadenar una única realidad de hastío sin escapatoria cuyo único sustento no es otro que la lucha por la supervivencia en todas sus manifestaciones y que constituye básicamente una cotidianidad de día a día tan masiva que todo el lenguaje se ve volcado a ella: al tren que viaja entre dos estaciones anónimas, a los camiones que cruzan veloces el pueblo, al torpe lenguaje melancólico de la mujer que se divisa desde el tren; imágenes que en la voz del poeta adquieren la intensidad que requiere plasmar algo tan sutil y a la vez tan complejo como es esta cotidianidad del trópico, no exenta de una gran belleza, que contamina todo el paisaje de desgaste y hastío y que puede mutar casi imperceptiblemente de una forma en otra partiendo todo el tiempo de la propia percepción del individuo: el trapiche detenido en recolectora de café, o el torpe silencio de los hombres que cesan el recuento de viejas historias, en trenes que viajan de una estación a otra; a una velocidad tan lenta que casi no puede ser percibida.

De igual manera es importante tener en cuenta la ubicación geográfica, el lugar donde transcurren los diferentes momentos o episodios del poema: el trópico; en este caso un trópico de cafetales y trapiches, de pueblos de tierra caliente y paisajes típicos de la zona andina colombiana, así como de mar y selva. Es como si para el autor y, en particular, el clima caliente, constituyera uno de los aspectos esenciales del poema; una presencia constante en la cual se encuentran inmersas las escenas, haciéndolas aun más intensas y saturando el poema de un indescriptible desgaste o estado en descomposición constante, que seguramente suscitan estas tierras en el poeta; recordemos que es su tierra, la tierra de sus más preciados recuerdos y donde también encuentra su origen el poema. 

Para finalizar, es en este libro donde aparece por vez primera uno de los personajes más interesantes e insólitos de la literatura en lengua española; hablamos de Maqroll el Gaviero, el personaje principal del tercer poema del libro, Hastío de los peces. Aquí, evocando sus días como vigilante de trasatlánticos en un remoto puerto del caribe, nos narra algunas anécdotas. Cuenta el gaviero que parte de su trabajo consistía en descubrir obscuros lugares de los barcos donde se concentra el terror y la degradación, cuando los turistas salen en busca de un poco de tierra firme; lugares donde pudiera esconderse la mariposa que vaticina el hambre o el albatros que anuncia la más vasta miseria. Pues bien, es sobre el viejo Maqroll que recae la difícil tarea de limpiar, de exorcizar; es el quien conjura todos aquellos lugares con rituales como la limpieza de los ojos de buey descrita en uno de los pasajes… sin duda alguna, un oficio más próximo a la magia y a lo desconocido que a la simple vigilancia de barcos, y quien luego, tras la breve narración, pronuncia su oración, la cual constituye el siguiente poema Oración de Maqroll que según el autor no se encuentra completa y que además es recomendable como “antídoto eficaz contra la incredulidad y la dicha inmotivada”.6

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BIBLIOGRAFÍA

COBO BORDA, Juan Gustavo.  Para Leer a Álvaro Mutis. s.l. : Espasa Forum, 1998. p. 7-63

MUTIS, Álvaro. Obra Poética. Bogotá, Arango Editores, 1997.

ORTEGA GONZÁLEZ-RUBIO, Mercedes.  Álvaro Mutis: derrota y leyenda en Los elementos del desastre. En: Revista de Estudios Literarios Espéculo. [en línea]. Vol. 28 (2004-2005). [consultado Ago. 2011]. Disponible en http://www.ucm.es/info/especulo/numero28/index.html

FERRARI, Américo. Versística y prosística en la poesía de Álvaro Mutis. En: Projeto Editorial Banda Hispánica, Jornal de Poesía. [en línea]. [consultado en Ago. 2011] Disponible en:  http://www.jornaldepoesia.jor.br/bh22mutis.htm

 


1 MUTIS, Álvaro. Los elementos del desastre. Buenos Aires: Losada, 1953, p. 11.

2 Ibid., p. 13.

3 MUTIS, Álvaro. Op. cit., p. 13.

4 Ibid., p. 13.

5 Ibid., p. 29.

6 MUTIS, Álvaro. Op. cit., p. 23.