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No. 71 / Julio-agosto 2014




Luis Arce

(Ciudad de México, 1989)


improvisación sobre el sonido de una gota de lluvia


I

También la lluvia. La de esos lugares donde llueve tan bonito, y llueve tan poco. También esas lluvias torrenciales que obligan a los tenderos a levantar sus puestos, y a las mujeres en tacones a salir corriendo, produciendo un sonido muy atípico, demasiado ajeno a la realidad para tomarlo en serio.

II

Un bote carente de remos. Acercándose a la orilla. Sin embargo lejano. El bote lleva dos personas: una recostada, otra de pie. La primera está mirando por detrás de su sombrero a la pequeña luz que averigua en el faro. La segunda traza surcos en el agua con su pie. Desde la orilla, se me acerca un hombre y me pide no mirar tan fijamente aquella imagen. «La desolación y el entusiasmo habrán de conducirte a la locura», repite mientras su mano extiende piedras en metralla contra el aluminio de un barco en ruinas.

III

Lo que verdaderamente nos aleja de días como estos es nuestra incapacidad para llover. Ya nadie dice, por ejemplo: hoy lluevo. Mucho menos sé de alguien que esté lloviendo; o que, en un remoto caso, haya llovido anoche.

IV

Resulta imposible conocer la lluvia del todo. El límite borroso entre el adentro y lo que nos es ajeno. Vista desde afuera, la hemos convertido en un espejismo del cielo. Lugar donde, por cierto, siempre está lloviendo.

IV a

La lluvia también puede ser vista como un gesto del azar.

IV b

Se ha escrito tanto sobre la lluvia que pareciéramos leer en ella, ya no la lluvia; sino lo que su caída provoca.

V

Toda lluvia es ajena a quien la contempla. Una indebida presunción: esta lluvia es la misma en todos lados, mas nunca en todas las personas. Ser ajeno a algo, tanto como sea posible: como las gotas de agua le son al suelo.

VI

Y qué decir sobre la repetición, sobre el constante golpeteo de sonidos disueltos en sonidos que atraviesa la casa cuando afuera azota una fuerte tormenta. Sobre la repetición puede argumentarse que dos gotas de agua no golpean nunca el mismo lugar, por lo cual, no producen nunca el mismo sonido.