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Eva María Merino
(Vive en la Ciudad de México)
(cf. 1)
Lo inmediato es el cielo. Decirlo. En esta escena, es momentáneo. Una solución instrumental que desvanece pinceladas.
Con el dorso de una mano, como recién salido de un retrato
en sepia, Zeta acaricia a una paloma. Elabora una estructura narrativa
que le permite detenerse en la banqueta.
(Contaminación visual en escena.)
En esta hipercomunicación, se está creando una cantidad impresionante
de basura evocativa. En el cuerpo que recuerda,
el espíritu diluye lo que mira. En esta escena, cualquier objeto
es mnemotecnia. Cualquier iridiscencia en la paloma
deberá ser olvidada.
¿Esto será la muerte? ¿Lo mismo que la vida, pensaren todo menos en lo que en
realidad te importa? -su voz no es poética per se, pero cuando uno está muriendo,
la narración de la conciencia cobra este formato, esta inclinación a pensar en
cursivas-
El escepticismo fue muy breve.
(Gradualmente, se enciende
una luz amarillenta.)
Robert yace -como si esta escena tuviera únicamente dimensiones
espaciales- sobre una banqueta.
(Zeta -el vago en la parada del camión- suelta un ronquido en este verso.)
Idealización: desactivada. (Ya no sé si me convence la tristeza
como método expresivo.)
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