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No. 74 / Noviembre 2014



Alan Mills
(Guatemala, 1979)



Arte

Una tarde me encontré con una artista
Que venía de cocinar un hombre a las brasas.
Era mentira pero preferí creerle,
Y pagar las cervezas.
Salí huyendo sin volver la mirada,
Y en el desierto que abrasaban mis pasos,
Germinaron naturalezas muertas y absurdos
Cuadros post-impresionistas con pokemones.
Quise agarrarlo todo a machetazos,
Convertirme en un crítico o en un monstruo,
Pero no me pude levantar de la sombra,
Donde yacía derretido mi cuerpo.


Ficción

No hay personajes inocentes:
Sus sombras son un calor escrito,
Y su obligación es nacer y morir,
En ciclos repetidos como páginas,
No muy distintas a las olas incesantes,
Que rompen la región extrema del sueño.
Esta historia no la cuenta nadie:
No existe narración, apenas ojos,
Energías para iluminarse como pantalla,
La seducción de un fuego que nos ve.
La ficción es la inocencia del personaje,
Esa ingenuidad de creer que existe algo,
Más allá de la sombra de un Lector
Que mira en la página su vida perdida.
No hay inocentes bajo el relámpago
Del libro cerrado, su peso y su voz,
Son espejos que nacen ahora mismo,
Rebelados ante la llama de tus ojos.



El objeto antes llamado libro


Jugando a buscar el tesoro,
Nos encontramos un huevo de obsidiana,
Enterrado bajo un jardín vaporoso.
Para sacarlo habíamos provocado
Un incendio entre los símbolos,
Y varios siglos de tendencias artísticas
Se desvanecieron en cuestión de segundos.
Contemplé mi cuerpo centellando en la piedra,
Y vi nacerme una suerte de traje espacial:
En lugar de cabellos tenía ranuras de silicio
Que les resultaron muy atractivas,
A todos los que jamás pudieron verme.
¿Mi Universo era tu mente?,
¿Mi Universo era la piedra?
Aquella tarde quemamos el tiempo,
Frente al huevo de obsidiana:
Deseamos que los libros se volvieran árboles,
Para tocarlos mientras nos brotaban raíces.



Futuro


Este es el libro que no quisiste abrir,
Contempla su negra estela en la pantalla,
Lleva los ojos a cualquier otro cielo,
Pero no vayas tan rápido: no hablaremos
De lo que había antes del Big Bang.
Todo esto quizás encierre una tragedia:
Lo que parece escrito será real o virtual,
De acuerdo con tu posición ante la página.
Para el que todavía no ha nacido,
Esto no será más que un susurro,
Energía estática, interferencia.
Leer le resultará idéntico a mirar
Una televisión que no capta señal.
Para alguien que ha muerto,
Estas palabras serán la única forma
De ganar su renovada respiración.
En el mundo de los muertos,
La letra muerta es vida.
Mira: tuviste la oportunidad de no leer,
Ahora debes borrar este archivo adjunto,
Nadie quiere enterarse de nada,
Sólo sabrás que sentiste el resplandor
De un libro vacío entre tus manos.
No te causes una angustia innecesaria,
Sigue adivinando tu vida en el fuego.
Nadie olvidará unos versos quemados,
Porque el aire está hecho de pura ceniza.