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Ricardo Yáñez
(Guadalajara, Jalisco, 1948)



No sé quién soy, si voy o vengo o llego
o parto o si me quedo aquí tranquilo
deshilando nomás hilo tras hilo
un lenguaje que no es lenguaje, es juego.
 
No sé quién soy, por más golpes de ciego
que me den o que dé, cómo destilo
lo esencial de mi ser, pierdo el estilo,
el tiempo, el pie, nomás, nomás la riego.
 
Qué sé yo del amor y de su estrella
en cuyo resplandor, ay, me perdía
cuando perderme aún tan bien sabía.
 
Qué sé yo del amor que todo sella
si quise ser amor, vana porfía,
y aún no sé quién soy y aún me guía.
 




Muñeca de cartón, Rosita, Juana,
Emilia, Genoveva, soñadores
los ojos y avivados los rubores
y en el pecho una flor más mexicana
 
que la más mexicana de las flores.
La fina diamantina en ti se afana
por recordarte todos tus amores.
Parece que suspiras y se ufana.
 
Así como me ves, parece dices,
así soy, hermosura platicada
más que cumplida, fresca, sonrosada,
 
y que si acaso tuvo sus deslices
bien los sabe ocultar. ¿Qué cicatrices?
Aquí en mi corazón no pasa nada.
 





Estoy mirando el centro de tu centro
aun cuando periférica la mira
dejo vagar. La luz aquí respira
con algo de tu voz. Voy voz adentro
 
dando conmigo mismo, me concentro
en ser tu voluntad, no la mentira
que me contaba. El alma a nada aspira
sino a de tu decir ir al encuentro.
 
Como asustado andaba. ¿Me perdono
el no ser lo que pude ser acaso?
¿Me doy en abandono, como el vaso
 
de agua se da a la luz en que confía?
No sé si de tu son doy con el tono.
Sé cuánto había esperado aqueste día.
 



 

 


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