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No. 70/ Junio 2014 |
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Antonio Rivero Taravillo (Melilla, 1963; vive en Sevilla) El perro del jefe de estación El perro del jefe de estación mira a su amo lanzar los trenes con un movimiento de ese palo que no recoge del suelo: la enrollada bandera. Y no corre tras ellos, puntuales pelotas que viajan hasta esquinas en que él no levantará la pata de atrás. El perro del jefe de estación se sabe los horarios, y sabe, aunque él es un chucho, que su amo es un hombre poderoso al que obedecen todos esos animales s u p e r e x t r a o r d i n a r i a m e n te largos más que un Basset Hound o un salchicha a los que aquel silba también –de otra manera– y con los que él no comparte pienso ni agua. Y si alguno acumula retraso, alza el rabo y le gruñe como un perro pastor a sus ovejas. El perro del jefe de estación sabe que su andén semidesierto en que casi nunca sube o baja nadie es el centro del mundo. Y que Dios gasta gorra, y que es su amo. |