No. 108 / Abril 2018
Salmos de nieve y silencio soñados por José Gorostiza
para encontrar al ángel de la neblina detrás de los espejos
(fragmentos)
XIII
Ávidos venablos recorren la verba que vive entre mis venas: vierten allí su vino, beben su amargo láudano y sus vidrios votivos, y vagan dando voces de vértigo y silencio envenenado, vera y vítrea voz del véspero vencido.
XLIV
Neblinar es en el alma los contornos inasibles y apenas táctiles del humo que inaugura aquello que es sin cuerpo y quemado es en las hogueras del agua y el silencio; ebullición del sol en charcas donde náyades y élitros inician la agonía del aguanieve: muda escarcha, uva molida del deshielo y diezmada por dentelladas de luz. Y allí también, los domésticos rebaños del vapor: liba en el libro de la nieve mi rostro y los espejos multiplican la infame sed de sus contornos. Se deshace en laberínticas miradas prologado por la sed del que no bebe: el ojo, ya molido en bizarrías de iceberg o de fiordo, osura es de labios de lobo y de aquello lejos que vive entre nosotros y erramos en llamarle niebla.
XXII
Bruma, celaje, calina: materia de la luz domada, plata molida por ángeles ciegos, polvo lunar en el que anidan pájaros muertos: crepuscular humo del tiempo.
De cómo Amado Nervo ensoñaba con ramos de libélulas y parvadas de lenguas
para vagar por el cuerpo de su Damiana
(fragmentos)
V
A punta de viaje y de saudade por Damiana: son tales las tristezas por ella que al mi cardio no le queda más que trinitiritar hartas y avísimas cuitas por sus ojos
X
Aquí en la más lúcida lembranza por Damiana, porque al mal tiempo darle la mejor pitanza: hogazas de luz y de silencio.