ncia del código poético con otros códigos inmersos también. Estructura temática de opuestos que coexisten como coordenadas logocénticas al igual que: vida y muerte, recuerdo y olvido, retorno y viaje, revelación y ocultación, epigrama y sello, lectura y escritura, desciframiento y ciframiento, claridad y encriptamiento, mortal y divinidad, palabra y sonido.

Morir, viajar y olvidar se encuentran en un mismo eje. El viaje, así como el olvido se corresponden con muerte que a su vez es fin y ese fin que en opuesto es inicio. “El alfa y el omega, el principio y fin de las cosas”5. Morir y olvidarlo todo, dormir y renacer de nuevo. El lector así como Er en el mito platónico no podrá beber del agua del río Leteo y volverá a la tierra recordándolo todo. El recuerdo recobrado es lo ya vivido para el viajero que ha olvidado o se ha alejado de su axis mundis.

El mundo se endurece de lenguaje. Viajero, la profecía ya toca las orillas de Patmos. Claves inertes desprenden el aliento, tus sentidos. El depredador confirma lo imposible: la escritura es finita, son los límites lo efable. Las palabras desafían a su reflejo. Suma, viajero, el retorno no anunciado (…).6

La palabra no es más que el cadáver de la profecía, que espera ser pronunciada. La palabra escrita que perene reencarna cuando es nombrada, la incitación al canto y a la evocación de las deidades, así como liturgias rítmicas, conjuros extenuantes, El viajero que retorna siempre sueña y recuerda. “Amamos lo imposible, / cantar lo inefable, / perpetuo, infinito. / Pero la vida y la letra y la palabra / mueren aquí, / en nuestros signos, / en señales. He aquí la voz que deleitamos en lo efable, / instantáneo, finito.”7

El lenguaje poético presenta con argucia, entre derivaciones del conjuro «abra cadabra», apropiándose de este para usarlo como un «abra palabra», Lira construye caligramas valiéndose de matrices perfectas, estima palíndromas con palabras que corta de tajo por la mitad con un espejo, resuenan calambures en la construcción de aúllo y la des construyéndola en “«au-yo»”: sugerente evocación a ese yo poético, o mejor dicho, a ese yo profético, el mismo que evoca en otro calambur a la divinidad Ícaro, desde las alturas. La reconstrucción del mito es perfecta en nombrar a Deidades que aparecen en el poemario, no como un decorativo, sino como una invitación al ritual para su evocación; mediante la repetición y el ritmo donde el elemento atractivo de la palabra que muerta yace en el verso y renace en el canto, en su sonoridad evocativa. Existe sentimiento de nostalgia por esa patria que se aleja, existen sentimientos de júbilo al canto extenuante a los dioses de un pasado idílico. Gilbert Durand proclama a la reconstrucción del mito literario entre unidad y diversidad, con un lazo inquebrantable semántico; vinculando tendencias impermeables. Los relatos míticos se entrecruzan en constelaciones arborescentes. Patmos advierte el apocalipsis pero también congratula el viaje a la isla de Patmos, con siete sellos oculta las profecías pero también con siete sellos hace la correspondencia al viajero de Patmos. Un poemario/pergamino que anuncia un fin o acaso el comienzo de un viaje, es de destacar el enfrentamiento de opuesto que están constantes en la lectura. Y es por estas correlaciones que realiza su razón de ser, usando a la geometría no sólo como artilugio de creación poética/profética, sino que hace intromisión sobre el proceso creador: sobre la palabra y su sustanciación, al igual que el eterno retorno o el eterno infinitivo de las acciones correspondidas a escribir y leer.
 
1 Lira, Salvador: “[Poema de Matrioska]”, en Lira Salvador: El libro de Patmos, Texere Editores, Zacatecas, 2013, p. 53.
2 Ibíd., “[La interpretación]” p. 35.
3 Ibíd., “[Sexto Sello]”P. 59
4 Ibíd., “[Epigrama V]” p. 57.
5 Ibíd., “[Séptimo sello]” p. 68.
6 Ibíd., “[Primer Sello]”p. 15.
7 Ibíd., “[MakBenac]”p. 73.

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