No. 75 / Diciembre 2014-Enero 2015 |
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Alexa Legorreta (Monterrey, 1990) El último grito de los peces "Con todo el poder de mi voz arrancaré un grito enorme, Agua: Séllale los párpados cansados a los niños tristes del relámpago porque solo así dejarán de imaginarse un mundo de pájaros entonando el himno de la nostalgia, porque al cerrar los ojos olvidarán a sus madres que braman clepsidras del vientre transitado de triángulos sumergido de sueños abiertos. Se han convertido en peces, bailan a través de vitrales de luz marina que se estrellan en este rasguño, han de salpicarse la grandeza esa, de la que carecen, y brotan luciérnagas crisantemos entre los muslos bañados de cristales. Inspeccionan el ardor de la carne bajo el océano, nos han abierto los lunares sobre los cuatro labios que se inundan esperando el amanecer. Trenzan sus raíces, advierten que su patria es este exilio de redes y corales crepitando cadáveres y agua cruda. Porque los moluscos nocturnos están copulando se frotan la carne de un solo golpe destinan flechas soledades que se convertirán en amor, y dejarán sus huevos bajo la tierra transparente viscosa. Entre cartografías y madrugadas nacemos enredados con nuestras propias aletas, cantamos al salir del agua porque no podemos culpar a nadie de un nacimiento impredecible, retumba la sinfonía del silencio eco de cicatrices epidermis escamosa ausente de la sangre fría herida de muerte. Regresar al agua no es sencillo, por que se sellarán también los oídos y quedará este vacío imperdonable en las vértebras columna de cardumen nombre ahogado en la garganta y el grito remojado de espinas. |