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No. 75 / Diciembre 2014-Enero 2015



Susana Swark
(Quitilipi, provincia del Chaco en Argentina, 1954; vive en Buenos Aires)



Sin flores del cerezo

¿Sueña con los sueños de Kurosawa cuando recuerda?:
Ese hombre en el placer de hundirse
-¿en la cuneta?- le pregunto
y Magdalena  ríe porque se trata de la nieve.
Si no se da cuenta, si no se apura, si no junta
-¿barro?-
fuerzas, va a terminar mal.
Ahora me río yo y hace tanto sin
la risa que suena
(ajena). El cuerpo se estira, se aleja.
Nos confundimos él - yo.
¿De quién la parte que se reparte
entre cuneta y nieve?
("Se" insiste, como si, aún sin acento,
de  lo borrado se tratara). Mientras alguien duda
entre seguir o quedarse
(cuneta-nieve)
por la ventana llegan el sonido de las cumbias
y el olor del asado: los vecinos, otra vez.

¿Qué los hace así, alegres? ¿No ven el fragmento,
el sueño, el cuerpo, la rotura, el grito?, ¿y por qué
lo verían? Ellos están con su propia carne,
un asado ya no es cosa de todos los días.
Es en Sueños donde se debate la salida: golpear
la puerta de al lado, una entrada a la fiesta.



El aire se deja sentir

Gritan, se desgañitan.
Si lloran se ensanchan los pulmones
y la risa sale –de ahí –mejor.

¿Tiene lengua la calavera?
¿Están crudos los muertos?
¿Y el espectro?, dice el Sepulturero.

(Parecen pequeños, todavía más de lo que son,
y eso es por desnutridos.
La diminuta Ofelia se ahoga
en una palangana. Así su escenografía.
Actores que hacen de actores
nos confunden más.)

Hamlet, el que va y viene dudando,
más loco que el loco Borda que camina de
Aviá Teray a Corzuela a Makallé a
Pampa del Infierno, donde quedamos.

También el público grita, se desgañita:
Hamlet no tomes la mano del jefe.
Borda no tomes ese vino aguado.
           No soy el Loco, soy Laertes
           y en esta Pampa del Infierno alguien
           nos envenena.
Traición! Traición!

Vuelan cadáveres, gallos. Preguntan:
¿hubiese sido él un gran patrón?
Espectadores, espectros, ríen, aplauden, silban.
Mientras otro loco murmura: ¿Tantas
 víctimas entre copetudos?
 Mientras el público insiste: ¿Qué
  bélico rumor es ése? ¿Cómo llegan
  hasta aquí estos tambores?

Y Hamlet, dirigiendo la mirada:
mi buen amigo, ¿cuidarás que los cómicos
duerman y coman bien? ¿Oíste?
           porque ellos son el compendio, la breve
           crónica de los tiempos.