cornisa-inditos.jpg

Pedro Xavier Solís
(Managua, 1963)



De cómo aconteció un brillo en la oscuridad

Ya sé hijo, que te estás reventando de dolor.
Ya sé que estás pensando en qué fallaste.
Vos no has fallado en nada. Vos no.
Ya sé que te decía: “No llore que está bien criado”.
Pero ahora no, ahora no. Soltá el llanto.
Que no te oprima lo que no está en vos resolver.
La vida a veces nos deja sin capacidad de maniobra.
Y entonces es humano preguntarse para qué esta vida,
este huracán de la ceniza, esta espesura de la noche
–la hora, la más oscura, es para amanecer–.
¿Ves?, así, ya está… hay luz en tus lágrimas.





Preguntas después del divorcio

Eran unos ojos tan hondamente tristes,
que no me van a abandonar jamás.
Su fragilidad profunda la ceñí bien apretada a la mía.
Tenía su voz esa impronta del dolor
en busca de una palabra que le diera seguridad
en medio del mar océano de mi incertidumbre.

-Papi, ¿cómo es que nada nos va a separar
si todo lo llena tu ausencia y dejaste
sin aliñar mi maleta metida en el ropero?

-Papi, ¿cuál nueva ilusión me va a llevar
al lado de tu cama, si ya no estás en las mañanas
para abrazarte como antes?

-Papi, ¿cuándo vamos a volver a desayunar
como toda mi vida, con vos a distancia de mi mano
pasándome el pan o la mantequilla?

-¿Cómo hago para tenerte al alcance de mi voz:
papi, acercame el cereal,
papi, ayudame con los cordones de los zapatos?

-Papi, tu bendición antes de irme al colegio
¿cómo hago para seguirla recibiendo
en mi frente recién bañada?

-Papi, y al regresar de clases,
¿cómo recupero la alegría de escuchar
el taconeo de tus pasos tras los ladridos de la Lisa
cuando llegabas a abrirme la puerta?

-Papi, cuando en la noche cierro mis ojos sin haberte visto,
me pregunto: ¿qué pasa que todo se me hizo mitades,
como mi corazón partido…?

 


{moscomment}